viernes, 18 de noviembre de 2005



El Nuevo Herald

Veinticuatro discos en treinta y cinco años no está nada mal. Pero lo mejor es como suenan.

Mañana sábado, a las 8 de la noche, Willy Chirino festejará tres décadas y media de vida artística en el James L. Knight Center, del downtown de Miami, con un repaso de su carrera, en un espectáculo --según él mismo-- ``altamente tecnológico''.

Cuando se dice El sonido de Miami hay que pensar realmente en dos fenómenos: uno de cara al mercado anglosajón, y otro al hispanoamericano, especialmente al cubano. Así como Gloria y Emilio Estefan con su Miami Sound Machine representan al primero, Chirino y Carlos Oliva son los emblemas del segundo. Dentro del país donde todos ellos nacieron y de cuya música sacaron fuerzas para armar la suya, hecha de rock y ron, Chirino, además de un ídolo, es hoy por hoy la encarnación de un sueño subversivo: hay profunda cubanía más allá de Cuba. Su carrera desmiente la aberración nacionalista impuesta durante los últimos 46 años por un gobierno que agita el fantasma de la lealtad a un líder como único pasaporte auténtico. En los predios de la cultura popular, Celia Cruz, Guillermo Alvarez Guedes y él son tres pruebas concluyentes de que un cubano puede triunfar por cuenta propia y seguir siéndolo, incluso más que nunca.

Eso explica que uno de los aspectos de la organización del concierto que más ha preocupado a Chirino sea la transmisión en vivo a Cuba a través de las frecuencias de Radio y TV Martí. También lo grabarán las cadenas PBS y SBS.

''El espectáculo será básicamente una antología de mi música con la participación de algunos invitados'', adelanta el compositor e intérprete en un descanso de los preparativos, y se le oye agotado. ``Juega mucho lo visual, con una pantalla enorme al centro y dos a los lados. Cada canción va a tener sus propias imágenes, unas más gráficas que otras, y luces espectaculares; todo muy elaborado. Debe durar entre dos y dos horas y media. Sí, también se verá mi lado rockero muy fuerte, pues empieza con Un tipo típico. Habrá también un popurrí de canciones... pero prefiero no hablar de detalles''.

Si hay algo que le cuesta trabajo es componer, afirma.

''Resulta un proceso doloroso; me pongo demasiado perfeccionista, nada me gusta'', confiesa. ``Tengo muchos amigos compositores de extraordinario talento, disfruto su obra, y por qué no darle yo mi propio sabor y mi estilo a sus canciones. Aunque desde que tenía ocho o nueve años sabía que iba a ser músico, nunca me vi como un cantautor. Escribo canciones porque siento la necesidad de hacerlo, como terapia. Ya viene llegando, por ejemplo, es una canción terapéutica. En vez de gastarme cientos de dólares en un psicólogo, compuse eso. Casi todas mis canciones tienen algo biográfico. Algunas son simplemente inspiraciones, de cuando me toca la Musa, que es muy esporádicamente. Componer así resulta placentero, pero sentarme al piano sin estar motivado por algo es difícil''.

A Chirino no le gusta mucho mirar al futuro ni al pasado. Prefiere, afirma, vivir el día y concentrarse en el momento.

''Nunca he sido persona de planear mi vida con mucha antelación'', explica. ``Lo que sí trato de hacer es no dejar de soñar. Eso es fundamentel en el proceso, soñar, visualizarse, por ejemplo, en el caso mío, conquistando otros mercados. Tomo las cosas como vengan y trato de aprovecharlas. Pero sí me veo trabajando duro, hasta que me manden a buscar de allá arriba. Y cuando llegue ese momento, le pido a Dios que me suceda como a Miguelito Valdés, que se murió en un escenario, cantando. Qué manera más hermosa de morir''.

Al cabo de estos 35 años, la principal satisfacción de su carrera y lo más frustrante tienen un mismo origen.

''Cuba'', dice Chirino. ``Me satisface que mi música haya servido como algo positivo para la causa cubana; que la hayan utilizado como aliento, fe, esperanza, y que en muchos momentos haya unido a la diáspora. La gente se abraza, ríe con mis canciones, dentro y fuera de Cuba. El lado negativo ha sido darme cuenta de que gente que simpatiza con aquel gobierno haya tratado de apagarme artísticamente. Personas que todavía defienden lo indefendible; se niegan a admitir la realidad, que es tan obvia ya. Y a la vez, compruebo también que de las cosas más negras y tristes de la vida salen las cosas más positivas''.

jevora@herald.com

'Un concierto para la historia'. Willy Chirino celebra 35 años de carrera. Sábado 19, 8 p.m., James L. Knight Center, 400 SE 2nd Ave., downtown Miami. Boletos a la venta en la taquilla del teatro, (305) 372-4634; en www.ticketmaster.com y en el (305) 358-5885.


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