sábado, 28 de enero de 2006

Oriente López y José Ramón Mestre hablan de sus últimos trabajos en Estados Unidos y España.

Dennys Matos, Madrid

viernes 27 de enero de 2006

Oriente López y José Ramón Mestre constituyen dos de las caras más visibles y activas de una nueva generación de músicos cubanos polifacéticos. Ambos son compositores, arreglistas y multiinstrumentistas, y desarrollan su trabajo en contextos tan diferentes como Estados Unidos y España.

López, con una orientación hacia el jazz de ascendencia latina, ha colaborado con Charlie Haden, en La tierra del sol, Colette Michaan, en First Cause, y con Regina Carter, en Something for Grace, entre otros tantos. Ha compuesto música para ballet, teatro, musicales, cine, conciertos clásicos y producciones de jazz y géneros latinos. Entre sus trabajos más recientes figura su disco Orientations.

En cambio, Mestre se ha encaminado por la fusión de música flamenca y cubana y también trabaja en el ámbito de la llamada "nueva música cubana", presente en España. Dentro de la primera vertiente, ha tocado y compuesto arreglos para discos de los españoles Rosario Flores y Abigail. Con el cantaor José Mercé desarrolla una sistemática labor; ha colaborado en los álbumes Aire, Giraluna y Confí de fuá. Este último está considerado uno de los más logrados en la apertura y fusión del flamenco. Por la parte de la música cubana ha colaborado con Gema y Pável, el grupo Habana Abierta y con el cantautor Julio Fowler, además de otros artistas.

¿En qué tipo de escena musical se mueven actualmente?

Oriente López (O.L.): He estado trabajando en Nueva York con músicos latinos, por decirlo de algún modo. Aquí incluyo gente de Cuba, Puerto Rico y del Caribe en general, además de brasileños, venezolanos, argentinos y colombianos, fundamentalmente, y norteamericanos de ascendencia latina. En este sentido, he venido trabajando tanto con figuras o agrupaciones profesionales con carreras ya establecidas, como con músicos más jóvenes, cuyo trabajo me ha interesado. Proyectos donde, según fuera la propuesta, unas veces trabajé como pianista, otras como flautista y otras como arreglista. Un ejemplo de esto, entre otras colaboraciones más, es mi trabajo como director musical del disco Rezos, de Boby Céspedes, una cubana que emigró a Estados Unidos siendo una niña en los años cuarenta o cincuenta.

José Ramón Mestre (J. R. M.): Mi interés musical al llegar a España fue en cierto modo integrarme a la escena de aquí y a un tipo de música determinado. Esto, en esencia, ha estado dirigido a estudiar y trabajar en proyectos de la música que más me ha interesado desde que llegué, que es el flamenco. Un esfuerzo que me llevó a colaborar en el año 2002 en un disco de José Mercé, titulado Aire, que ha sido bastante conocido en el mercado y la escena musical flamenca. Fue mi primer disco con Mercé, luego vinieron otros, pero en ese realice el tema La vida sale, que fue el single del álbum.
Anterior a esto ya había colaborado como arreglista y tecladista en Jugar a la locura, un disco de Rosario Flores. Este trata más bien la fusión del flamenco con géneros del pop y música de cantautor. Esos fueron mis dos primeros trabajos en el intento de incorporarme a la escena musical de España, queriendo dar una pincelada personal.
¿Tuvieron que reconducir sus trabajos para introducirse en esta nueva escena?

O. L.: En mi trabajo como arreglista siempre he tratado de trabajar en proyectos en los que me sienta bien, en el jazz o en cualquier otro tipo de música que me guste. Prefiero sentirme cómodo con los artistas que me llaman a trabajar y por esto, si siento que no va a ser así, entonces no entro en el proyecto. Pueden ser proyectos menos o más comerciales, pero independientemente de esto, siempre trato de darle un toque de originalidad a la composición del disco a partir del estilo, la música que ellos pretendan hacer y el mercado al que quieren llegar. Porque creo que la interrogante más importante cuando se hace un disco es a qué mercado quieres llegar y a qué gustos quieres acceder y conquistar.

J. R. M.: Trabajar con el flamenco me ha resultado relativamente fácil. Ya sabes que la música cubana y la flamenca tienen mucha relación. Algo que experimenté en los proyectos que he hecho para José Mercé, Rosario Flores, Abigail y otros, pero también uno colectivo bastante reciente, titulado Territorio flamenco. Este consistía en que diez artistas flamencos interpretaran canciones mundialmente famosas, todo ello en clave sonora flamenca. Con este trabajo tuve la oportunidad de incorporar elementos de mi formación y tradición musical al flamenco, entre otras cosas, porque las estructuras rítmicas del flamenco se avienen bastante bien con la música cubana. Es como si estuvieran abiertas a conjugar con las características de la música cubana. Por eso disfruté encajando mi experiencia como músico cubano en el género de la música española que más me ha interesado. Esto me ha permitido irme integrando a la música española en el terreno que más me interesa desarrollar, aportar y aprender, como arreglista y como músico en general.

Como instrumentistas y arreglistas, ¿con qué ventajas y desventajas se encontraron en el momento de insertarse en mundos musicales distintos al que ya conocían?

O. L.: En mi caso, la primera desventaja, sin duda alguna, fue el idioma. Porque mi conocimiento del inglés era muy rudimentario. Por suerte, Nueva York es una ciudad donde muchas personas hablan español y, al menos con esas, pude comunicarme. Pero me hubiese gustado hablar también con las que hablaban inglés. Porque me perdí conocer a muchos músicos y artistas en momentos en que precisamente más lo necesitaba. Me perdí trabajar en proyectos, colaboraciones e ideas que ya se tornan irrecuperables.

Recuerdo que me ofrecieron hacer la banda musical de una película de Hollywood y esto era a través de un agente intermediario, pero como no supe expresarme bien, es decir, saber negociar, todo se quedó ahí. Otra desventaja fue algo que considero se arrastra desde de Cuba, que es el hecho de las reuniones controladas y dirigidas de los músicos para cualquier cosa.

En Estados Unidos los músicos se reúnen cuando tienen afinidades e ideas en común, cuando han establecido una amistad que le permite fluir hacia un interés musical común. Esto ha sido una ventaja porque he trabajado en muchos proyectos con los amigos que tengo, aunque también haya trabajado en otros por recomendación. Esto es otro concepto de reunión y de trabajo musical, que aprenderlo aquí se convirtió para mí en una gran ventaja.

J. R. M.: Llegué a España en el año 1998 como integrante del grupo de Carlos Varela y en ese momento la ventaja que podía tener era que el disco Como los peces, de 1994, se había conocido bastante bien en determinados circuitos del mercado musical español. Por otra parte, la desventaja de aquellos años fue que para mucha gente de la música en España, ser músico cubano significaba algo así como tener una identidad muy fuerte, por lo que resultaba difícil que pudieran sentirse cómodos haciendo otro tipo de música.

Sin embargo, me encontré con artitas y músicos, sobre todo la gente del mundo flamenco, que estaban y están más abiertos a las influencias y a la fusión con otros sonidos. Es un colectivo que está dispuesto a recibir e incorporar toda aquella información que le pueda aportar a la elaboración de arte. Encajar mi interés por el flamenco con el deseo de fusión de muchos de estos músicos, se convirtió en una ventaja para mi trabajo.


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