viernes, 30 de junio de 2006

Publicado el 06-30-2006

(Síntesis del Prólogo- Primera Parte)

Por Ángel Cuadra

En Cuba, por el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, asumió el poder un gobierno constituido en la forma de unas de ésas que podríamos calificar como dictaduras convencionales en América Latina.

En similar proceso, Cuba entró en una etapa de oposición civil e insurreccional frente a aquel gobierno así surgido.

Al triunfo de la revolución en 1959, se estableció un gobierno provisional con representantes de los varios grupos, organizaciones y personalidades que habían tomado parte en el proceso opositor. Las maniobras políticas de Fidel Castro, ayudado por el partido comunista, fueron apartando de la función gubernativa a los elementos de proyección democrática y liberalista.

Ya con las riendas del poder absoluto en sus manos, Castro –con su grupo de incondicionales y el partido comunista- impuso en Cuba un régimen totalitario de factura comunista.

Ante ese cambio de rumbo revolucionario, de traición ostensible, muchos cubanos hicieron algunos intentos de protesta y reclamo pacífico o cívico. El gobierno autocrático, en su índole absolutista, cerró toda vía de entendimiento y conciliación para otros puntos de vista. Para toda otra alternativa no quedaba más vía que la subversión y la lucha armada.

Cómo se gestó y se desarrolló esa lucha desde sus orígenes en sus distintas manifestaciones, es lo que nos expone, pormenorizada y magistralmente, Enrique Ros en este libro “El Clandestinaje y la Lucha Armada contra Castro”.

El libro nos sitúa ante el proceso, rico en motivaciones y hechos trascendentes, del “surgimiento de las organizaciones revolucionarias”, proceso que llena el período histórico de la década de los años sesentas.

En esos pasos iniciales de dichas organizaciones, observará el lector cómo la gran mayoría de sus gestores e integrantes provenían de la anterior lucha antibatistiana, y que se planteaban el rescate de la revolución. De ahí, por ejemplo, el nombre de una de las más importantes organizaciones entonces surgidas: Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR). Es así que el lector de este libro encontrará las razones primarias que tenían esos cubanos luchadores –y que, al cabo, tendrá que hacerlo también la Historia- para llamar traidor a Fidel Castro. A modo de esquema general, podemos señalar en este libro que el clandestinaje y la lucha armada contra Castro surge principalmente desde cuatro importantes sectores nacionales: el sector religioso, el sector obrero, el sector estudiantil y el sector campesino. De extracción eminentemente católica –nos relata Ros- surgió el Movimiento Demócrata Cristiano. El autor de este libro, Enrique Ros, fue uno de los miembros directivos del Movimiento Demócrata Cristiano en la clandestinidad. Muy importante para el sistema de gobierno impuesto en Cuba, era el sector de los trabajadores. Enrique Ros nos describe cómo en más de un congreso obrero, Castro impuso la presencia de los elementos comunistas en la dirigencia del movimiento obrero, y con ello la pérdida de la independencia sindical. De tal imposición, entre otras motivaciones, surgió el Movimiento 30 de Noviembre –apunta Ros- cuyos dirigentes eran de extracción obrera y revolucionaria no comunista. Castro, que había sido estudiante en la Universidad de La Habana, en los años que allí había grupos de actividad gansteril, (véase el libro de Enrique Ros “Fidel Castro y el Gatillo Alegre”), y consciente de que en el estudiantado cubano había una tradición de rebeldía, se preocupó desde el principio por controlar ese sector que, había sido muy importante en la lucha contra el gobierno de Fulgencio Batista. La grosera intervención de Castro personalmente en las elecciones para la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), entre otras cosas, fue creando un sentimiento de inconformidad en amplios sectores del alumnado. Este libro describe con lujo de detalles cómo se constituyó en definitiva el Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE). Desfila por las páginas dedicadas a esta organización toda una gesta de jóvenes activos en el clandestinaje y la acción armada.

La lucha armada en las montañas y en los montes viene descrita con relevantes testimonio y nombres de verdaderos héroes de leyenda, en uno de los capítulos con el título “La Lucha contra el Escambray”.

Comprobará el lector la extracción humilde y revolucionaria del movimiento guerrillero, que desmiente la infamia del gobierno castro-comunista, que calificó como “bandidos” y terratenientes a esos hombres que, con armas apenas, tuvieron en jaque heroicamente durante varios años al contingente poderoso de miles y miles de soldados y milicianos, que el gobierno dispuso contra el desamparado heroísmo de estos hombres fabulosos; en una lucha guerrillera sin precedentes.

En próximo artículo continuaremos analizando la nueva contribución de Enrique Ros a la historia en este largo proceso de opresión que ha sufrido el pueblo cubano.


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