lunes, 19 de junio de 2006

G.HEDGECOE/Especial para TMH
MADRID
LOS HIJOS de los comandantes de la Revolución Cubana, Ramiro Valdés y Juan Almeyda, viven en españa, al igual que otros descendientes de la clase dirigente de la isla.
JORGE REY / Getty Images
LOS HIJOS de los comandantes de la Revolución Cubana, Ramiro Valdés y Juan Almeyda, viven en españa, al igual que otros descendientes de la clase dirigente de la isla.

Son los hijos y las hijas de la clase dirigente de Cuba, viven en España, pero mantienen una vida discreta para que el gobierno de Fidel Castro los deje regresar y visitar a sus familiares.

Se les conoce como quedaditos, es decir que su vida se desarrolla en la sombra para evitar comprometerse con una posición de disidencia que podría afectar su decisión de vivir fuera del sistema comunista.

''Si uno dice algo aquí, en Cuba lo sabrán y nunca más uno verá a la familia'', dijo una abogada cubana de treinta y tantos años que reside en Madrid. 'Por ejemplo, si usted publica mi nombre en el periódico y cita que yo dije `Cuba es un país de porquería', me llaman y me dicen: 'Después de haber declarado eso, no volverás más a Cuba' ''.

De modo que los quedaditos tratan de vivir una vida tranquila, y permanecer bajo el anonimato, fuera de los otros cubanos que se encuentran en su misma situación.

Algunos critican al gobernante cubano Fidel Castro. A otros lo único que les interesa es alejarse de la intensidad de la vida política de la isla. Otros, quieren hacer negocios, sin tener que sufir los controles draconianos cubanos. Sin embargo, para todos, a diferencia de Miami, vivir en España no significa adoptar de inmediato una actitud de disidente, y por lo tanto enfrentarse a la posibilidad de no visitar más la isla.

Entre ellos está el hijo de Eusebio Leal Spengler, el historiador de la Ciudad de La Habana. Javier Leal tiene una agencia de viajes y una galería de arte en Barcelona.

Emma Alvarez-Tabío, la hija de Pedro Alvarez-Tabío, director de la Oficina de Asuntos Históricos de Cuba, está casada con un diplomático español y trabaja en Madrid como consultora de inversiones en Cuba.

Enrique Alvarez Cambra, hijo de Rodrigo Alvarez Cambra, un médico que es uno de los hombres de más confianza de Castro, y que en una ocasión operó al ex presidente iraquí Saddam Hussein. Enrique es director de una clínica médica en Santander.

También está Antonio Enrique Luzón, hijo del ex ministro de Transportes cubano del mismo nombre. El hijo vive en Madrid y tiene un negocio de importación y exportación.

En el 2002, El Nuevo Herald publicó un reportaje sobre la presencia en España de tres nietos y de la ex nuera del propio Fidel Castro, dos nietos de su hermano mayor Ramón, y un hijo del Juan Almeida, uno de los hombres más cercanos a Castro.

Durante décadas, los cubanos arribaron a España con el fin de comenzar una nueva vida. Algunos llegaron como exiliados del regimen de Castro, otros se casaron con españoles, y otros obtuvieron pasaportes españoles bajo el argumento de la ciudadanía española de sus padres.

No obstante, luego del desmoronamiento de la Unión Soviética y sus enormes subsidios a Cuba, este nuevo tipo de inmigrante empezó a llegar, un grupo privilegiado que con frecuencia estaba conectado a los círculos más altos del gobierno cubano.

Entre las personas que no conocen ni confían en ellas, este grupo suele defender el regimen de Castro o simplemente no hablar de nada, según afirman otros cubanos que viven en España, pero entre amigos revelan niveles diferentes de insatisfacción.

''No creo que ninguno esté a favor del regimen'', dijo la abogada, que pidió no se revelara su nombre para evitar así ser identificada y tal vez castigada por las autoridades de La Habana. Sin embargo, agregó ``muchos de nosotros no queremos enredarnos en asuntos de política por temor a nuestras familias''.

Después de la caída del Muro de Berlín y del colapso de la economía cubana, el gobierno de la isla aflojó un poco su política de inmigración, toda vez que los envíos de dinero que los que viven en el extranjero mandan a sus familiares representan una importante fuente de ingreso.

''Desde que la economía empezó a tener serios problemas, el regimen ha sido más flexible en este campo'', dijo Carlos Cabrera, ex periodista de La Habana que se mudó a Madrid en 1991. 'Todavía más, quieren despolitizar el fenómenos de la emigración, de manera que están muy contentos de llamarlo `emigración económica' ''.

De cualquier modo, es muy difícil catalogar a muchos de los quedaditos como emigrantes económicos. Muchos son profesionales, hijos de padres a favor de Castro a quienes la revolución les ha dado vidas con un bienestar relativo.

Este tipo de cosas ocurre porque todos los cubanos que viven en el extranjero que quieren visitar su país primero deben obtener del gobierno cubano el llamado Permiso de Residencia en el Extranjero (PRE), una licencia muy difícil de conseguir que les da la posibilidad de regresar a menudo de vacaciones.

''La persona solicita el permiso y el gobierno se lo entrega o no'', dijo Julián Mateos, abogado español que representa a los cubanos en España y a firmas españolas en Cuba. ``El proceso lleva una larga investigación; analiza el barrio donde vive, si tiene antecedentes penales y cosas así''.

Según Mateos, hasta 200,000 cubanos viven en España, y de ellos alrededor de 60,000 han obtenido la nacionalidad española. El gobierno español y la embajada cubana en Madrid no quisieron ofrecer cifras ni tampoco comentar sobre este informe.

Waldo Díaz-Balart, que en 1959 se fue de Cuba y nunca ha regresado, admite que la situación es muy delicada para los quedaditos. Tras haber vivido aquí durante muchos años, conoce bien a la comunidad exiliada de Madrid, y a Castro de primera mano, pues estuvo casado con su hermana Mirta. Sus sobrinos Lincoln y Mario Diaz-Balart representan al sur de la Florida en el Congreso norteamericano.

''La vida para esta gente es tremendamente difícil'', dijo Díaz-Balart. ``Muchos están muy confundidos. Este asunto de ir a Cuba y luego regresar a España es algo muy delicado, ya que el control del régimen va más allá de sus propias fronteras''.

Otros exiliados, sin embargo, critican a quienes califican como ``exilados de terciopelo''.

''Desde un punto de vista político, me parece algo obsceno'', dijo Orlando Fondevila, quien se fue de Cuba en 1997 y trabaja en la revista trimestral Revista Hispano Cubana, que se edita en Madrid. 'Viven aquí, que se supone es el lado `malo', el lado capitalista, y al mismo tiempo (públicamente) defienden al régimen de Cuba. Es vergonzoso. Si de verdad piensan que Cuba es un paraíso, deberían vivir allí''.

Por su parte, otros piensan que los quedaditos están, de hecho, haciendo una declaración política simplemente por vivir fuera de Cuba.

''El que ellos vivan aquí refleja un cierto alejamiento del sistema'', expresó Pío Serrano, escritor cubano exilado que dirige una casa editorial en Madrid.

''Para algunos, uno tiene que estar completamente en contra de Castro y no hay nada más que decir, pero no puede decirse que todo el mundo está en la misma situación'', dijo Serrano, observando que algunos de los quedaditos que conoce no se esconden en privado para expresar todo lo que detestan al gobierno de Castro.


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