sábado, 3 de junio de 2006

Posted on Sat, Jun. 03, 2006

JOSE ANTONIO EVORA
El Nuevo Herald

El gran pintor cubano Agustín Fernández murió la noche del jueves en Nueva York, a los 78 años, víctima de complicaciones derivadas de una neumonía.

Pocos días antes había fallecido en el mismo hospital su esposa Lea, a consecuencia de un enfisema pulmonar.

''Tenía un dominio del oficio muy grande, y una gran personalidad'', dijo el también artista plástico Cundo Bermúdez, de 91 años, al conocer la noticia.

``Era, es, un pintor muy controversial. Por su nacimiento no cuaja ni en la primera etapa ni en la última de los muchachos del 40, como Guido Llinás, Antonia Eiriz y Hugo Consuegra. Tuvo una vida emotiva, y merece que se le recuerde como un gran pintor''.

Nacido en La Habana el 16 de abril de 1928, Fernández comenzó a dibujar de niño estimulado por su abuela. A los 12 años empezó a recibir clases de pintura, y a los 15 matriculó en la Academia de San Alejandro. Al principio de su carrera hizo pintura figurativa, y en 1959, cuando se estableció en París, entró, según sus propias palabras, en una fase ``de imágenes más concretas, en las que comencé a usar el beige y colores sobrios; blanco y negro con tonos ocres''.

De París se fue a Puerto Rico en 1968, y de allí en 1972 a Nueva York, donde viviría el resto de su vida. De los años en Francia recordaba la influencia de Roberto Matta y los surrealistas.

''Fue un pintor audaz, porque hizo la obra que él quería hacer, no la que los demás le querían comprar'', dijo el galerista Ramón Cernuda. ``Tuvo una primera etapa muy alegre, decorativa, de buen color, que se vendió muy bien, pero luego decidió irse por otro camino y pagó el precio de hacer lo que se le antojaba. Siempre fue una personalidad muy misteriosa y brillante. La suya es una pintura sufrida, violenta, que le sirvió para canalizar sentimientos que nunca manifestaba en su comportamiento''.

En su trabajo, reconocía Fernández, hay referencias eróticas, pero se negaba a calificar su obra de erótica.

''Mis preocupaciones estéticas han sido con el volumen, y con la oscilación entre lo exacto y lo inexacto'', había dicho el pintor. ``Siempre he abordado el mismo tema de maneras diferentes''.

Para el fraile franciscano y pintor, Miguel Loredo, Fernández vivió siempre enamorado de su obra. ''Sus dibujos a creyón son piezas de gran laboriosidad'', dijo Loredo. ``Ultimamente cultivó una monocromía en negros y grises de textura metálica y escultórica''.

Le sobreviven sus hijos Clea, Sebastián y Clodio. Al cierre de esta edición se ignoraban los detalles de los servicios fúnebres.

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