sábado, 26 de agosto de 2006

Posted on Fri, Aug. 25, 2006

By ERWIN PEREZ
Especial/El Nuevo Herald
Alexis Fernandez asegura ser mas bien cohibido cuando no se viste de Marytrini.
Alexis Fernandez asegura ser mas bien cohibido cuando no se viste de Marytrini.

En poco más de seis años, desde que se exilió, Alexis Fernández se ha convertido en una celebridad en Miami. Claro que no es conocido por su nombre real, sino por el del personaje que interpreta en la discoteca Azúcar y en varias de las mejores fiestas de la ciudad: Marytrini.

La alocada ''chica'' encanta con sus grandes peinados, sus bailes, sus imitaciones de Celia Cruz y Laura Bozzo e, hilando más fino, por su sentido de la improvisación. Su ''papá'' Alexis --un gran tímido-- la inventó en una fiesta de Halloween en el 2000, en las calles de Miami Beach. La bautizó en honor de un personaje homónimo que la actriz Edith Mazola creó en la televisión cubana de los 90.

''Su Marytrini era polémica como la mía'', cuenta Alexis. Como muchos saben, la Marytrini ''suya'', la miamense, ha crecido de la mano de dos estrafalarias amigas, Las divas del Jacuzzi: Sofía Divine y Teresita La Caliente. Todas están de fiesta en estos días --celebrarán su sexto aniversario el próximo 2 de septiembre en el teatro Manuel Artime-- y el líder del clan se confiesa en esta entrevista con El Nuevo Herald.

¿No te sientes preso del personaje de Marytrini?

Sí, el público la conoce a ella, y a mí, casi nadie; no sabe cómo soy, cómo pienso, dónde vivo, con quién ando, cómo me desenvuelvo.

¿Cómo es Marytrini?

Un personaje alegre, polémico, simpático. Hay gente que piensa que existe Marytrini, que tiene enamoradas, enamorados.

¿Cómo eres tú?

Más cohibido, más tímido, más reservado, un chico común. Me gusta coleccionar amigos pero soy más sensato. Marytrini no piensa, actúa, aunque, en el fondo, ambas tenemos la misma esencia.

¿Cuál es la clave del éxito de Marytrini?

El respeto al público, la entrega. Como latino, soy muy apasionado en lo que hago, y Marytrini para mí es algo bien serio; creo que es un producto que mucha gente necesita para reír.

¿Por qué crees que necesita reír?

Porque en esta ciudad hay mucha necesidad de alma y de espíritu.

¿Cuánto demoras en convertirte en Marytrini?

Aproximadamente una hora y quince minutos.

¿Cuántas veces por semana la interpretas?

Por lo menos cuatro o cinco veces.

¿Es agotador, no?

Sí pero lo sobrellevo gracias a la disciplina que tengo; soy muy extremista en ese sentido.

¿A qué artistas admiras?

Mi escuela de siempre es Celia Cruz, por ser tan disciplinada, tan cubana y por haber sido admirada por la carrera que hacía, nunca por el escándalo.

¿La trataste mucho?

Sólo una vez y por teléfono. La llamé para avisarle que se había olvidado unos zapatos en un restaurante y me los regaló. ''Si Dios quiso que llegaran a tus manos por algo será'', me dijo.

¿Qué hacías en Cuba?

Estudié para ser técnico de laboratorio en asfalto --aunque el gobierno quería que fuera militar de contrainteligencia, pero me negué-- y después trabajé como peluquero. Pero, en un principio, yo quería ser biólogo.

¿Cómo llegaste a Estados Unidos?

Primero fui a un país latinoamericano y luego me las arreglé para entrar aquí.

¿Estabas muy desesperado allá?

Sí, porque uno tiene ganas de soñar y allá me sentía reprimido.

¿En Cuba hay represión contra la homosexualidad?

Sí, toda la vida ha pasado eso allá.

Pero hay un movimiento de transformistas.

Sí, pero todo se hace como a escondidas.

¿Tienes pareja?

Es parte de mi intimidad. Sí tengo, aunque no me gusta decirlo porque el público quiere al personaje para sí mismo.

¿Eres una persona feliz?

Tengo muchos momentos felices pero creo que la felicidad viene por ratitos.

¿Cuando estabas en Cuba no actuabas como transformista?

Me vestía de mujer en las fiestas de Halloween y solamente a partir de 1994, luego de la crisis de los balseros, cuando lo mejor de mis amistades y de mis clientes de peluquería se vinieron.

¿En esa oportunidad no te dieron ganas de venir en balsa también?

Iba a hacerlo, fui con un grupo a la costa, entre las zonas de Alamar y Cojímar, y me arrepentí, no tuve valor para tirarme al mar; regresé a mi casa. Después pensé que no me animé porque en ese momento no estaba tan desesperado por irme.

¿Los cubanos de allá se parecen a los de aquí?

No, aquí la gente se vuelve muy distante, piensa más en trabajar por la sociedad de consumo. Yo trato de escaparle a eso cada día: me levanto, hablo con el Sol, le pido que me dé alegría, que me deje seguir siendo como soy; todos los días trato de conservar esa felicidad de mantener las amistades de siempre.

¿En Miami se discrimina a los homosexuales?

No lo he sentido. De todos modos, trato de ser abanderado de que los homosexuales somos personas normales, con los mismos defectos y virtudes que los heterosexuales.

¿Tú y Marytrini tienen más para dar?

Claro que sí. Hace poco tuve un problema de salud que casi me llevó a la muerte y tomo el hecho de haberme salvado como una señal de que me quedan muchas cosas por entregar.

¿Te harías una operación de cambio de sexo?

No, no siento esa necesidad para nada. Soy un tipo común.

erwin@erwinperez.com


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