martes, 21 de noviembre de 2006

Posted on Tue, Nov. 21, 2006

VIVIANA MUÑOZ
El Nuevo Herald

Tras las impresionantes llamas que el domingo consumió cinco negocios en la Calle Ocho, los pequeños negocios vecinos pasaron ayer del estupor al malestar y la preocupación de que a ellos pudiera sucederles lo mismo.

Era el sexto incendio, y en él pereció la librería Cervantes, que llevaba más de 25 años en la esquina de la popular vía y la avenida 19 del SW.

'Miré por la ventana de mi apartamento y pensé `otro fuego en la Calle Ocho', y mi esposa pensó lo mismo que yo, que estos fuegos son intencionales'', opinó Roberto Rodríguez, un vecino del 1852 SW 7 Street.

''Es demasiada coincidencia que todos ocurran aquí, en esta calle. Estos son negocios tradicionales, que los han querido comprar pero sus dueños se niegan. Seguramente alguien quiere construir edificios'', opinó Rodríguez, de 70 años.

''El que me da más pena es el dueño de la librería, que no tenía seguro'', apuntó Rosalinda García, de 54 años. ''Yo quisiera saber qué harán las autoridades para parar a los responsables. ¿Protegerán la Calle Ocho?'', se preguntó la mujer.

Las autoridades han determinado que los últimos dos incendios han sido intencionales, incluyendo el que comenzó en NICA Bakery, en septiembre pasado, en la Calle Ocho y la avenida 12.

Pero si bien hasta ahora no han encontrado una conexión entre los siniestros, salvo su cercanía, no descartan que se trate de incendios provocados por la misma persona.

De hecho, en la investigación se han involucrado otras agencias, además del departamento local de bomberos. Ayer, recorrían los lugares consumidos por las llamas funcionarios del Departamento de Control de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego, y empleados de la oficina del marshall de incendios.

La molestia de los vecinos se extiende también a los propietarios de los establecimientos comerciales contiguos que, en medio del peligro, permanecen como rocas, resueltos a no moverse de allí, a no vender sus locales.

''Muchas veces, diferentes personas, me han hecho ofrecimientos, pero quiero quedarme aquí'', dijo Gregorio Acosta, quien por más de 10 años ha dedicado su vida a su negocio, Gregorio Barber Shop, ubicado en el 1866 SW 8 St. ''¿Qué más puedo hacer? Esto es lo único que tengo para vivir y ni siquiera tengo un seguro'', apuntó Acosta.

El fuego del domingo comenzó poco antes de las 8 a.m. en una Tienda del Dólar, el único establecimiento abierto a esa hora, informó Ignatius Carroll, un portavoz del Departamento de Bomberos de Miami.

Las llamas se extendieron a una joyería y casa de empeño, una floristería y tienda botánica, una fábrica de tabacos y la librería.

''El dueño de la tienda intentó apagar el fuego con un extinguidor de incendios, pero era demasiado tarde'', agregó el vocero. ''Evacuó a los clientes que estaban en la tienda y llamó al 911'', dijo.

Carroll indicó que el dueño de la Tienda el Dólar notó algo sospechoso en la joyería antes de que comenzara el incendio. ''Como si alguien hubiese entrado a robar'', comentó.

Cuando llegaron los bomberos, las llamas ya habían comenzado a extenderse. Sesenta hombres de 28 unidades lucharon durante tres horas para apagar el fuego.

''Tuvimos que llamar varias veces para pedir refuerzos'', afirmó Carroll, quien agregó que en un momento determinado la situación se tornó tan peligrosa que los bomberos tuvieron que ser evacuados del edificio.


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