viernes, 30 de junio de 2006

Publicado el 06-30-2006

(Síntesis del Prólogo- Primera Parte)

Por Ángel Cuadra

En Cuba, por el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, asumió el poder un gobierno constituido en la forma de unas de ésas que podríamos calificar como dictaduras convencionales en América Latina.

En similar proceso, Cuba entró en una etapa de oposición civil e insurreccional frente a aquel gobierno así surgido.

Al triunfo de la revolución en 1959, se estableció un gobierno provisional con representantes de los varios grupos, organizaciones y personalidades que habían tomado parte en el proceso opositor. Las maniobras políticas de Fidel Castro, ayudado por el partido comunista, fueron apartando de la función gubernativa a los elementos de proyección democrática y liberalista.

Ya con las riendas del poder absoluto en sus manos, Castro –con su grupo de incondicionales y el partido comunista- impuso en Cuba un régimen totalitario de factura comunista.

Ante ese cambio de rumbo revolucionario, de traición ostensible, muchos cubanos hicieron algunos intentos de protesta y reclamo pacífico o cívico. El gobierno autocrático, en su índole absolutista, cerró toda vía de entendimiento y conciliación para otros puntos de vista. Para toda otra alternativa no quedaba más vía que la subversión y la lucha armada.

Cómo se gestó y se desarrolló esa lucha desde sus orígenes en sus distintas manifestaciones, es lo que nos expone, pormenorizada y magistralmente, Enrique Ros en este libro “El Clandestinaje y la Lucha Armada contra Castro”.

El libro nos sitúa ante el proceso, rico en motivaciones y hechos trascendentes, del “surgimiento de las organizaciones revolucionarias”, proceso que llena el período histórico de la década de los años sesentas.

En esos pasos iniciales de dichas organizaciones, observará el lector cómo la gran mayoría de sus gestores e integrantes provenían de la anterior lucha antibatistiana, y que se planteaban el rescate de la revolución. De ahí, por ejemplo, el nombre de una de las más importantes organizaciones entonces surgidas: Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR). Es así que el lector de este libro encontrará las razones primarias que tenían esos cubanos luchadores –y que, al cabo, tendrá que hacerlo también la Historia- para llamar traidor a Fidel Castro. A modo de esquema general, podemos señalar en este libro que el clandestinaje y la lucha armada contra Castro surge principalmente desde cuatro importantes sectores nacionales: el sector religioso, el sector obrero, el sector estudiantil y el sector campesino. De extracción eminentemente católica –nos relata Ros- surgió el Movimiento Demócrata Cristiano. El autor de este libro, Enrique Ros, fue uno de los miembros directivos del Movimiento Demócrata Cristiano en la clandestinidad. Muy importante para el sistema de gobierno impuesto en Cuba, era el sector de los trabajadores. Enrique Ros nos describe cómo en más de un congreso obrero, Castro impuso la presencia de los elementos comunistas en la dirigencia del movimiento obrero, y con ello la pérdida de la independencia sindical. De tal imposición, entre otras motivaciones, surgió el Movimiento 30 de Noviembre –apunta Ros- cuyos dirigentes eran de extracción obrera y revolucionaria no comunista. Castro, que había sido estudiante en la Universidad de La Habana, en los años que allí había grupos de actividad gansteril, (véase el libro de Enrique Ros “Fidel Castro y el Gatillo Alegre”), y consciente de que en el estudiantado cubano había una tradición de rebeldía, se preocupó desde el principio por controlar ese sector que, había sido muy importante en la lucha contra el gobierno de Fulgencio Batista. La grosera intervención de Castro personalmente en las elecciones para la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), entre otras cosas, fue creando un sentimiento de inconformidad en amplios sectores del alumnado. Este libro describe con lujo de detalles cómo se constituyó en definitiva el Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE). Desfila por las páginas dedicadas a esta organización toda una gesta de jóvenes activos en el clandestinaje y la acción armada.

La lucha armada en las montañas y en los montes viene descrita con relevantes testimonio y nombres de verdaderos héroes de leyenda, en uno de los capítulos con el título “La Lucha contra el Escambray”.

Comprobará el lector la extracción humilde y revolucionaria del movimiento guerrillero, que desmiente la infamia del gobierno castro-comunista, que calificó como “bandidos” y terratenientes a esos hombres que, con armas apenas, tuvieron en jaque heroicamente durante varios años al contingente poderoso de miles y miles de soldados y milicianos, que el gobierno dispuso contra el desamparado heroísmo de estos hombres fabulosos; en una lucha guerrillera sin precedentes.

En próximo artículo continuaremos analizando la nueva contribución de Enrique Ros a la historia en este largo proceso de opresión que ha sufrido el pueblo cubano.


jueves, 29 de junio de 2006

2006-6-29

Por Carlos Manuel Estefanía.

Rolando D.H. Morelli, es doctor en Literatura Americana y del Caribe español, materias que, junto a nuestra lengua, ha tenido la oportunidad de impartir en los niveles que, en los Estados Unidos, país que radica desde 1980, se denominan College y University. El Dr. Morelli, quien trabaja actualmente como profesor de la facultad de idiomas extranjeros y en el departamento de Literaturas en la universidad de La Salle en Philadelphia, ha sido además redactor, traductor y escritor, un escritor cuya obra despierta curiosidad una vez que se lee la muestra que de ella representa el libro de cuentos “Algo está pasando”.

Le conocí personalmente en Cádiz, España, en el contexto del I Encuentro Internacional dedicado a la creación y Exilio de los cubanos titulado “Con Cuba en la distancia”; realizado entre el 9 y 15 de noviembre del 2001. Descubrí en el una persona amable, sencilla y de gran sentido del humor, que para mi honor, conocía y valoraba de manera positiva los artículos publicados en la revista que dirijo, Cuba Nuestra. Al aval del especialista debo sumar la identidad de visiones sobre a la manera de solucionar los problemas de Cuba y el rol que deben jugar en esta los emigrados. Morelli, como yo, se opone al aislamiento de los cubanos, porque sabe que es en el aislamiento y la confrontación donde las dictaduras se fortalecen.

Supe por el propio Rolando D.H. Morelli que había sido un “marielito”, es decir uno de esos cientos de miles de cubanos inmortalizados en el cine, con un tanto mala leche por Brian de Palma con su película Cara Cortada (Scarface) de 1983” o de los que también nos habla Reinaldo Arenas –otro marielito- en su libro “Antes de que Anochezca”. Se trata de aquellos cubanos a los que se les autorizó la salida de la isla en 1980. Todo ocurrió a raíz de la irrupción violenta en la Embajada del Perú de un grupo de solicitantes de asilo. Aquellos desesperados Empotraron un autobús en la las rejas de la sede diplomática, matando con el acto al policía que la custodiaba. El gobierno retiró toda custodia y el lugar se llenó de miles de refugiados.

Castro llegó a un acuerdo con el gobierno de Jimmy Carter, según el cual se le otorgaría permiso de salida a todos los cubanos que quisieran marcharse y sus familiares vinieran a buscar por el puerto de Mariel, al norte de La Habana, de ahí el nombre de “marielito”. Sin embargo, en la practica, tanto las personas que se arremolinaron en la embajada como los que aprovecharon la condescendencia del gobierno para solicitar la salida del país (en Cuba el ciudadano necesita de una visa estatal para poder marcharse de su patria) fueron sometidas a un verdadero vía crucis. No faltó el escarnio físico y moral de estos individuos.

Para colmo las cárceles y maniconios fueron vaciados y sus residentes mezclados con esa masa que no resistía un día mas de ”socialismo”, fue esta adición de escoria social la que le ganó tan mala fama a quienes salieron de Cuba por el puerto del Mariel. Allí las lanchas fletadas en Miami por los familiares de los que querían marcharse, fuero obligadas a transportar además de aquellos a quines buscaban a cientos de “Tonys Montanas” Naturalmente, no todos, ni siquiera la mayoría de aquella generación de Cubanos eran locos, o delincuentes eran como ese al que Al Pacino dio vida en la película de Palma. En cambio, había algo que les diferenciaba del primer exilio cubano; en primer lugar la clase social, no se trataba de magnates cuyas propiedades fueron nacionalizadas por la revolución, no eran ni batisitianos, ni antibatistianos inconformes con el giro de la revolución. Eran, en general parte de esa clase media y pueblo llano que creyó en Fidel Castro, en la Revolución y que sufrió por casi XX años el experimento ejecutado en Cuba, que los menos avisados catalogan de “socialista”.

Tenían pues, “los marielitos” en su saber, un conocimiento de las nuevas reglas sociales imperantes en la isla, conocimiento que se manifiesta claramente en los relatos del libro Algo Esta Pasando, compilación de cuentos suyos que Morelli, poco depuse de nuestro encuentro, tuvo a bien enviarme con amable dedicatoria.

El libro tiene un valor testimonial indiscutible. Morelli sabe que pasa en Cuba, cada día, la cotidianeidad de la patria no le abandona en el destierro. Esto esa así no sólo porque el literato cubano vivió las décadas más importantes de la construcción del régimen que impera en su patria, sino porque a diferencia del sector intransigente del exilio, no tiene reparos en viajar a Cuba, en particular a su Camaguey de origen, e incluso impartir allí, si se lo piden, un taller de literatura, en el que puede aportar al estudiantado de la islas una información de la que este carece, y donde el mismo se enriquece comprendiendo los cambios que poco a poco se van dando en la mentalidad de los cubanos. Algo está pasando, nos cuenta de lo “que está pasando” en cualquier hogar de Cuba, en cualquier familia, en cualquier centro escolar o unidad militar. Es un libro vivo e imperecedero, construido con personajes “intranscendentes” -y por tanto peligrosos en lo que dicen- como pueden ser el negro Matusalén [cuento Matusalén] las comadres que “chismean” (cotillean) lo que pasa en el barrio; desde la tragedia de una anciana asesinada y violada, hasta lo perdida que está la juventud [cuento cuyo título es el del libro].

El libro, como las calles de La Habana, esta lleno de consignas, de frases hechas que para cualquier cubano pueden resultar redundantemente cotidianas, y para el extranjero, asombrosamente exóticas, como páginas desprendidas del libro rojo de Mao.

En un cuento como “ELPVÉ”. Morelli, el maestro, expone la absurda disciplina que se le imponen a nuestra juventud, conductas paramilitares, que poco ayudan a la formación del carácter o la creación de un saludable espíritu espartano. En realidad es la oportunidad que adquieren, los poderes de medio pelo para imponer su arrogancia, un uso injustificado que hace los pequeños mandos de su autoridad, como forma de realización personal en un medio, donde la individualidad es considerada una amenaza. Morelli nos cuenta sutilmente, como si no quisiera hacerlo, lo que pasa, día a día, lo que hacen los cubanos cuando el gobierno tiene un invitado del rango de un presidente [cuento “Aquí, y Hoy mismo”] o como trabajan los oficiales de la seguridad del estado la conciencia de los intelectuales, a fin de que se autocensuren antes de llegar la disidencia [cuento Auto sacramental].

El Autor nos lleva al campo, dándonos a conocer un pueblo fantasma, cuyos vecinos fueron asesinados por un pirata, una historia en que no exige gran imaginación, para descubrir una alegoría a la Cuba del presente [cuento "Limberg"]

Y tratándose del país con el ejercito más poderoso de la América Latina, no puede faltar, en estos cuentos el tema de la guerra, que se nos ofrece en medio de una nebulosa onírica en la historia titulada “Recuento”.

El autor muestra la capacidad de convertir lo efímero en trascendente, de encontrar aquella experiencia que todos hemos compartido, por ejemplo la del reto deportivo. El escritor “extiende” ese momento, con una especie de análisis fenomenológico, que nos redescubre viejas tensiones sumergidas en el subconsciente [cuento “Numero ocho”].

Sin caer en el panfleto como respuesta al exagerado apoliticismo del que suele adolecer la literatura oficial, ni abordar situaciones escabrosas y despolitizada como hace hoy sienta literatura tolerada, y mucho menos sin abusar de la hipersexualidad que se le atribuye a (o se atribuyen) los cubanos, el cuentista logra enfrentarnos a los dilemas cotidianos de su pueblo, por ejemplo, el de la homofobia imperante en la isla, mezclada con intolerancia política como la que se manifiesta en el cuento “Patología”:

-¡Escoria! ¡Escoria! ¡Eloy! ¡Eloy! ¡Maricones! ¡Eloy! ¡Váyanse a darle el culo a los imperialistas! P95

La misma intolerancia que retoma en el cuento Repudio, donde se narra aquellos actos tan similares a los pogromos que en el imperio ruso se organizaban contra las comunidades hebreas, o a las acciones de los cuerpos de asalto fascistas contra quienes no se les sometía al líder de la nación, acciones que extrañamente, dado su dramatismo, la literatura y los medios del exilio apenas tocan

No hay cómo soportar que le sitien a una la casa día y noche y que le arrojen mierda a la puerta de la casa. Y que le llenen a una la casa de letreros:“Aquí vive una contrarrevolucionaria hija de perra”p97

Lo más terrible de la situación narrada, es que a pesar de los años sigue siendo una practica que se repite día a día contra los cubanos que optan por criticar a su gobierno.

Pero también hay señales de redención en este libro, por los menos de esperanza de que aquellos cubanos que hicieron mal a otros, un día se arrepientan, aunque sea en el lecho de muerte [cuento “Reencuentro”].

Cuando leí estos relatos, los imaginé interpretados por actores en alguna sala. Y es que el dominio del diálogo que tiene Morelli, hace de estas pequeñas piezas narrativas, obras perfectamente adaptables al teatro, incluso en su versión radial o televisiva. Es pues esta característica dramatúrgica una peculiaridad del modo que tiene Morelli de contar sus historias; narraciones de un profesor que, por lo visto, no solo enseña literatura, sino que además saber crearla.

WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
El escritor Rogelio Llopis, reconocido como un pionero de la narrativa fantástica y la ciencia ficción en Cuba, falleció en Miami a los 79 años.

El cuerpo de Llopis fue hallado el martes en su apartamento de La Pequeña Habana luego que los vecinos alertaran a la policía. Al parecer su muerte se produjo como consecuencia de un ataque cardíaco en la tarde del domingo, pues el cadáver se encontraba en avanzado estado de descomposición.

Nacido en 1926 en la oriental ciudad de Manzanillo, Llopis experimentó desde la niñez una formación bicultural, con largas estancias en Estados Unidos.

Con apenas dos años, su familia se trasladó a Nueva York y permaneció allí hasta la caída del gobierno de Gerardo Machado, en 1933. Poco después retornó a Estados Unidos, donde terminó sus estudios preuniversitarios, cursó dos años de Ciencias Sociales en el New York Community College y escribió para el diario La Prensa.

Sus primeras colaboraciones literarias aparecieron a finales de los años 50 en las revistas cubanas Orígenes --dirigida por el poeta José Lezama Lima-- y Carteles.

Regresó a Cuba en 1960 y se involucró intensamente en la vida cultural del país. Fungió como traductor de la agencia oficial Prensa Latina, enseñó inglés en la Universidad de La Habana e institutos politécnicos y fue un tenaz colaborador de las principales publicaciones de la época, del semanario Lunes de Revolución (1959-61) a las revistas Casa de las Américas y Bohemia.

Fue sin dudas el período más fructífero de su trayectoria literaria. En una década publicó sus libros de cuentos La guerra y los basiliscos (1962), El fabulista (1963) y El buscador de tesoros (1971), y realizó dos antologías que son consideradas hitos en su género: Cuentos fantásticos y Cuentos cubanos de lo fantástico y lo extraordinario, ambas de 1968.

Narraciones suyas aparecieron también en Nuevos cuentistas cubanos (1961) y en antologías editadas en Inglaterra, Francia y Polonia. El célebre escritor argentino Julio Cortázar fue uno de sus grandes admiradores y amigos.

''Llopis hizo una contribución enorme a la literatura cubana en el campo de lo fantástico'', opinó el poeta Joaquín Gálvez. ``Fue un escritor audaz que se arriesgó a plantear una estética diferente en momentos en que la creación literaria estaba gobernada por el realismo y la politización''.

Víctima de la censura oficial y decepcionado con el régimen castrista, marchó a España en 1979 y un año después vino a Estados Unidos.

En el exilio figuró entre los colaboradores de las revistas Mariel (1983-85), Término y Linden Lane, y se desempeñó como profesor en la Universidad de Cincinnati hasta 1996, cuando decidió radicarse en Miami.

Su más reciente producción literaria, en narrativa y poesía, permanece inédita.

Llopis vivía separado de su esposa, Teresa Llopis. El matrimonio no tuvo hijos.

Al cierre de esta edición estaban pendientes los arreglos del funeral.


miércoles, 28 de junio de 2006


Foto:HECTOR GABINO/El Nuevo Herald
Posted by Picasa

LENA HANSEN
El Nuevo Herald

A sus 22 años, la cubanoamericana Adrianne Calvo ya es una reconocida chef, con su propia línea de sazones y adobos Maximum Flavor Esentials, su compañía de servicio de banquetes Indulgence, Passion & Spice, un libro de recetas Maximum Flavor y varias ofertas de cadenas de televisión para lanzar su show de cocina este año. Además es una filántropa (con su propia fundación, Young Chefs Cooking for a Cure, para ayudar a niños con cáncer) y filósofa. ¿Su filosofía? ``Hacer el transcurso de la vida más apetitoso, porque es demasiado corta para no saborearla al máximo''.

De niña, Calvo, cubanoamericana residente de Miami, se interesaba más en jugar con un set de cocina de juguete que con muñecas. A las muñecas sólo les daba a probar sus creaciones culinarias.

''Mi mamá [Magaly, una estilista] es cubano-italiana y siempre cocinó comida continental... griega, árabe, italiana y asiática, y heredé su vocación'', admite Calvo.

A los 12 años, la futura empresaria horneaba galletitas de chocolate en casa para venderlas en la escuela por 50 centavos cada una. Llegó a ganar hasta $200 a la semana hasta que una administradora le llamó la atención.

A los 14, fue escogida como presentadora del segmento matutino de noticias de su escuela secundaria, Braddock Sr. High de Kendall, en el que ofrecía consejos de cocina y recetas. También fundó un club de cocina en el cual los miembros compartían las recetas más célebres de su familia.

Cuando tenía 16, un representante de la universidad culinaria Johnson & Wales hizo una presentación en su escuela que para ella fue como una revelación.

''Ese día decidí convertirme en chef profesional. Tenía una beca para estudiar en FIU y mi papá [Manny, ingeniero de la compañía farmacéutica Johnson & Johnson] me decía que ése no era trabajo para mí, que me iba a pasar la vida detrás de un fogón grasoso'', recuerda.

Sin embargo, tras graduarse con honores de Johnson & Wales y resultar ganadora de varios concursos nacionales de cocina, el padre de Adrianne vio el potencial de su ambiciosa hija.

''En el 2003 gané el concurso Taste Down Under con la receta de mis chuletas de cordero asiático-australianas, algo que me permitió cocinar un banquete para los embajadores de las Naciones Unidas en Nueva York. Preparé una cena de siete platos y pueden imaginar lo nerviosa que estaba. Me temblablan las manos, pero fue un éxito tal que me invitaron el año siguiente'', cuenta.

La chef recuerda que mientras sus contrincantes --veteranos internacionales-- se deshacían fermentando salsas especiales, ella sólo se enfocaba en mezclar ingredientes que le aportaran ''el máximo sabor'' a la carne, siguiendo intuitivamente lo que le dictaba su propio paladar.

''Mi más reciente invento es un pudín de maracuyá y mango. El pudín no es algo que veas a menudo en el menú de un restaurante cinco estrellas y creo que es un postre menospreciado. Por eso intenté hacerlo más tentador y exótico, para que una probadita te hiciera sentir como si estuvieras vacacionando en alguna playa tropical'', confiesa.

Su creatividad y disciplina la llevaron a trabajar, con sólo 20 años, en el restaurante Azul y Café Sambal del hotel de cinco estrellas Mandarin Oriental de Brickell, en el que sus compañeros tenían al menos diez años más que ella de experiencia. Actualmente, Calvo está considerando ofertas de las cadenas Food Network, Discovery y Travel para un programa de televisión que espera que salga al aire a finales de este año.

''No quiero un segmento tradicional como el de Rachel Ray que te enseñe a cocinar rápido abriendo una lata. Quiero interactuar mucho con la audiencia e incorporar música de una banda en vivo, además de disfraces. Si estoy cocinando un pollo con piña quiero tener bailarinas con faldas y música hawaianas'', describe ilusionada.

Calvo puso este concepto a prueba al presentar el show de cocina en vivo Maximum Flavor Live en el escenario de Bayside el pasado noviembre.

''Tenía una banda compuesta por mi hermana y mis primos, al estilo de la familia Partridge, un DJ y luces. Presentaba cada plato como un acto de magia, generando expectativa. La coordinadora de eventos en Bayside me había advertido que no vendría nadie porque esa noche había un juego del Miami Heat en la arena justo al lado, pero se llenó a más no poder y tanto los libros como los productos se agotaron en una hora'', recuerda.

La desenvuelta Calvo, entrenada por el productor Lou Ekus frente a las cámaras, se ha presentado en programas como ¡Despierta América! de Univisión, El show de Montel Williams de UPN, South Florida Today de NBC y Fox & Friends de Fox. Además, durante una gira promocional, ofreció charlas de motivación en escuelas secundarias y grabó múltiples programas radiales.

En julio del 2005, también estuvo a punto de abrir dos restaurantes, uno en Kendall y otro en Coconut Grove bajo el nombre Terra Dolci.

''El concepto era de recetas y vinos del Valle de Napa en California donde hice una pasantía, pero a mi hermana Jennifer le diagnosticaron un cáncer en la lengua. ¡Qué irónico considerando que soy una chef! Por eso decidí vender el concepto a inversionistas por un millón de dólares'', cuenta.

La enfermedad de su hermana, que falleció recientemente con apenas 19 años, la motivó a fundar su organización caritativa Young Chefs Cooking for a Cure.

''Estamos organizando el próximo evento The Child In Us, que será en South Beach a finales de año para recaudar dinero para el hospital St Jude. Por $20 la gente podrá probar muchos de mis platos y participar en concursos muy divertidos'', adelanta.

Su libro Maximum Flavor incluye recetas originales de la chef, cuya inspiración es caribeño-asiático-mediterránea, además de fotos tomadas durante viajes a California, Nueva York y Cayo Hueso. Insaciable, Calvo espera retomar la iniciativa de abrir su propio restaurante el próximo año.

''Mi sueño es tener mi propia cadena de restaurantes donde la gente no sepa qué ordenar porque todo en el menú suena delicioso'', concluye.

lhansen@herald.com

El libro 'Maximum Favor' de la 'chef' Adrianne Calvo está disponible en Barnes & Noble, Amazon, Borders y otras librerías. Su línea de productos se vende en las tiendas Williams Sonoma y a través de su página web: www.maximumflavor.com


martes, 27 de junio de 2006

Posted on Tue, Jun. 27, 2006

BARBARA SAFILLE
Especial/El Nuevo Herald

Un momento de gran regocijo se vivió la noche del 14 de junio en el Teatro Prometeo. El XXI Festival de Teatro Hispano hacía justicia a uno de los más dedicados artistas del exilio cubano. Poeta, dramaturgo, actor, dibujante, payaso, artista a toda hora, René Ariza validó su vida a partir de su obra y se entregó sin más a ella.

Nacido en La Habana, el 29 de agosto de 1940, desde muy temprano se dedica al teatro y a la literatura. Estudia en la Academia Municipal de Artes Dramáticas de La Habana y en 1967 obtiene el Premio de la Unión de Escritores y Artistas por La vuelta a la manzana. Un año más tarde su pieza teatral El banquete es nominada para el Premio Casa de las Américas. En enero de 1974, Ariza es condenado a ocho años de prisión acusado de escribir literatura subversiva. Desde su llegada a Estados Unidos en febrero de 1979, Ariza escribe, actúa, canta, recita, dibuja, febrilmente, en incesante espiral creativa de Miami a San Francisco. Muere, sin el reconocimiento merecido, el 27 de febrero de 1994.

El grupo Prometeo, con un elenco de jóvenes inteligentes y perceptivos inspirados en la obra teatral de Ariza, presentó El cuento de René bajo la dirección de Larry Villanueva, un espectáculo de piezas breves y monólogos hábilmente insertados a la metáfora de una comparsa lúgubre e hilarante. Ya antes de comenzar, el público era recibido a una atmósfera de sublimes vibraciones. En la penumbra del escenario, bajo una bóveda de tules verdosos en forma de tramposas telas de araña, temblaba el escenario vacío. La unidad de la representación estaría garantizada por el espectro de miedo y represión presente en cada una de las historias, por lo absurdo de sus grotescos personajes y por el tono sarcástico de la puesta en escena, que ante la paradoja de esta realidad enajenada, para enmascarar el dolor, opta por reír.

La exitosa puesta utiliza un concepto escenográfico minimalista de Michel Hernández, en que el artista hace ostentación de aguzado ingenio. Con no mucho más que una puerta con cortina de tiras a la izquierda del escenario, un par de sillas, un refrigerador viejo y un ventilador anacrónico, Hernández crea una dinámica escénica diferente para cada historia, donde un hueco refrigerador proteico se transmuta en carroza, en cama, en tumba. Sin cortinas que se abran, pero con una intensa dinámica y especial energía comienza la comparsa macabra de Ariza con El relato sospechoso, interpretado magistralmente por Larry Villanueva. Su profundo desarrollo del personaje se evidencia en la aguda discriminación de intenciones para cada unidad dramática, para cada bocadillo, para cada uno de sus tonos e inflexiones. Sin embargo, son sus silencios y sus transiciones lo que hace a Villanueva un aliado del teatro de amenaza de Harold Pinter, a pesar de su riquísima interpretación del ''cheo'' cubano.

También las transiciones entre escena y escena fluyen orgánicamente, gracias a una profunda cohesión entre los actores y a una certera dirección. En El fantasma del puerco, pieza trágica y grotesca, Diego Romero incorpora a su personaje un nivel de retraso mental para justificar su enajenación y elige preferentemente el humor negro --quizás demasiado-- en la solución de su caracterización.

Sin embargo, su enérgica actuación, su dinámico movimiento escénico en diferentes niveles y su entrega a una dolorosa vivencia humana que sólo puede asimilarse a través de un cáustico cinismo, justifican su sombría carcajada.

Mirla Pereira, en Relato para moscas, Insultos, Apariencias y Carne, asume sus diferentes papeles con dedicación y aporta una voz grave y misteriosa que colabora con el carácter siniestro y risible del espectáculo. En Sueños se destacan con su sincera y genuina actuación Luis Nalerio y Honorio Toussaint. Otras de las revelaciones de la noche fueron Gustavo Mejía en Ser escritor y César Palacios y Facundo Rodríguez en Mascarada y carne, con poderosas y apasionadas interpretaciones. Hannía Guillén en Esposas, Diego Romero en Héroe tras héroe, y todo el elenco, demuestran que son capaces de identificarse con el intenso y atormentado universo de René, en que no se deja de amar al ser humano a pesar de sus aberraciones.

La inolvidable puesta en escena culminó con una excelente caracterización y una genial actuación de Rosa Inguanzo en Los bravos. Investida de los atributos de un hombre ignorante y machista, Rosa, como René, se aproxima al ''cheo'' cubano con una mezcla de complacencia y horror. Su personificación marca un hito en las tablas de Miami. Las luces, el vestuario y la musicalización de Young, Ortta y Rodríguez, apoyan con precisión, riqueza imaginativa y justa ambientación, el concepto estético de la dirección teatral. Desde el más profundo y apacible de los abismos, Ariza sonríe.


lunes, 26 de junio de 2006


IMPECABLE: El cubano José Conterras sigue invicto con ocho triunfos en la temporada. Chicago venció 7-4 a los Astros de Houston. (EFE).
Posted by Picasa

Publicado el 06-24-2006

José Contreras establece récord de victorias consecutivas con los Medias Blancas

Por Rubén Lojam

HOUSTON, (EFE)
El pitcher cubano José Contreras (8-0) ganó su décimo sexta decisión consecutiva para llevar al triunfo a los Medias Blancas de Chicago por 7-4 sobre los Astros de Houston.

El derecho cubano que no pierde desde agosto es el nuevo dueño del récord de su club de triunfos consecutivos dejando atrás a LaMarr Hoyt y al venezolano Wilson Alvarez. Su racha de 16 es la más larga en las Mayores desde que el venezolano Johán Santana ganó 17 decisiones consecutivas con los Mellizos.

Contreras se mantuvo invicto al lanzar durante seis entradas y un tercio aceptó ocho imparables, cuatro carreras y ponchó a cuatro bateadores.

El abridor caribeño hizo 114 lanzamientos 75 de ellos en la zona de strike.

El paracorto dominicano Juan Uribe (4-1) contribuyó en la victoria al impulsar con un doblete la última carrera de Chicago que puso la pizarra final de 7-4.

El poder del bate del dominicano Manny Ramírez volvió hacer acto de presencia.

Con el madero, Ramírez impulsó cinco carreras y pegó dos jonrones para llevar a los Medias Rojas de Boston a un triunfo por 10-2 sobre los Filis de Filadelfia.

Ramírez que pegó un bambinazo de tres carreras en la primera entrada que trajo a la registradora a Mark Loretta y a su compatriota David Ortíz para poner a Boston arriba 3-0.

Pero la noche apenas comenzaba para Ramírez que volvió a castigar a los Filis con un doblete que trajo a la goma la sexta carrera de los Medias Rojas.

El guardabosques no había terminado porque en el séptimo episodio conectó su segundo vuelacercas del partido. Este fue el juego número 46 de su carrera que anota multi jonrones, su tercero esta temporada y alcanzo 20 cuadrangulares en la temporada por décimo segundo año consecutivo.

Con los dos bambinazos suma 455 en su carrera cifra que lo coloca en lugar 28 de la lista de jonrones de todos los tiempos. Ramírez tiene 42 jonrones en partidos de interligas que lo empata con el cubano Rafael Palmeiro y el boricua Carlos Delgado en el segundo puesto detrás de Jim Thome que tiene 49. En el triunfo también fue clave Ortíz el para corto venezolano Alex González que en cuatro turnos con la madera pegó dos hits y anotó un par de carreras. Ortíz se fue 3-0, pero recibió dos bases por bola y anotó dos carreras en su papel como bateador designado.
El venezolano Johan Santana también brilló en el montículo al lanzar ocho sólidos episodios para ayudar a que los Mellizos se movieran dos juegos sobre el porcentaje de .500 por primera vez en lo que va de la campaña después de ganar 7-2 a los Cachorros de Chicago. Santana (8-4) permitió cinco imparables, un jonrón, dos anotaciones, dio un pasaporte y ponchó a seis después de enfrentarse a 30 bateadores ante quienes hizo 102 lanzamientos, 74 de ellos para la zona de “strike” y dejó en 2,75 su promedio de efectividad. No tardo mucho en volver a protagonizar el primera base dominicano Albert Pujols que se fue de 4-4 y se voló la barda para llegar a 26 jonrones en la campaña y retomar el liderazgo en solitario en las Grandes Ligas.
Sin embargo, su equipo los Cardenales de San Luis cayó por 10-6 ante los Tigres de Detroit. Para Pujols fue su segundo partido después de haber estado en la lista de lesionados desde el 3 de junio, debido a una lesión en el músculo abdominal derecho. La jornada inició con un empate entre los mejores jonroneros de la campaña, Pujols y el primera base de los Filis de Filadelfia Ryan Howard, ambos con 25 cuadrangulares en lo que va de la campaña, pero el dominicano inmediatamente tomó distancia. Gracias a la contribución de sus peloteros latinos los Bravos de Atlanta acabaron con su racha de 10 derrotas al hilo, su racha más larga en 18 años, con su victoria en once entradas por 4-3 ante los Mantarrayas de Tampa Bay. El curazoleño Andruw Jones impulsó tres carreras dos de ellas con un cuadrangular en la primera entrada. Con su tres turnos al bate Jones pegó un “hit”, recibió una base por bola, anotó una carrera y remolcó la tercera con elevado de sacrificio en el octavo episodio. El triunfo se lo quedo el relevista dominicano Jorge Sosa (2-9) que en las ultimas dos entradas permitió un hit y un pasaporte. El derecho hizo 31 lanzamientos 19 de ellos efectivos pera dejar su promedio de carreras anotadas en 5.25. Siguiendo con los lanzadores el abridor mexicano Rodrigo López lanzó siete sólidos episodios para llevar a los Orioles de Baltimore a un triunfo por 2-1 ante los Nacionales de Washington. El tercera base venezolano Melvin Mora remolcó carrera y anotó otra para los Orioles, quienes dejaron su marca en 34-41 y evitaron dos derrotas seguidas. López (5-8) trabajó siete episodios, aceptó siete imparables, sólo una carrera y retiró a siete rivales. El lanzador derecho tiene marca de 4-1 con 3,99 de promedio de efectividad en sus últimas seis aperturas, después de comenzar con 1-7 y 8,07 en sus primeras 10 salidas. El torpedero colombiano Orlando Cabrera pegó jonrón y el abridor dominicano Ervin Santana trabajó seis episodios para llevar a los Angelinos de Los Angeles a un triunfo por 8-2 ante los Cascabeles de Arizona. Cabrera botó la pelota del parque en el segundo episodio. Santana realizó 108 lanzamientos, 63 buenos, ante 29 bateadores de los Cascabeles.


Por Luis de la Paz


Diario Las Américas


De acuerdo con las estadísticas el proceso editorial, tanto de libros como de periódicos, ha disminuido significativamente en casi todo el mundo. Abundan las razones: menos lectores, fusión de casas editoriales, las facilidades que brinda la internet y una literatura demasiado comercial, entre otras razones. A pensar de esas desalentadoras informaciones, siguen las editoriales, y aún aquellas pequeñas en un mercado muy competitivo como el de España, se dan el lujo de estar celebrando sus 20 años de existencia y éxitos.


En 1987 comenzó a escribir su historia la Editorial Betania, creada por el poeta cubano Felipe Lázaro, para promover y difundir en el ámbito de España, la obra de autores cubanos exiliados. Dos décadas después conversamos con su director y fundador, para que nos haga un recuento de la labor desempeñada.


Luis de la Paz: ¿Cuántas colecciones tiene Betania?


Felipe Lázaro: Betania tiene diez colecciones: Betania de Poesía, Ensayo, Narrativa, Teatro, Antologías, Arte, Literatura infantil, Ciencias Sociales, Palabra Viva y Documentos. Además, otras dos nuevas en separatas: Colección Separata (Poemas y cuentos) y Cuaderno de Debate (Ensayos). Es decir, en realidad, serían 12 colecciones.


LP: ¿Cuándo lanzaron el primer título? ¿Cuál fue?


FL: Betania se fundó en enero de 1987 y el primer título fue el poemario Para el amor pido la palabra del poeta español Francisco Álvarez Koki, residente en Nueva York.


LP: ¿Cuántos títulos ha acumulado en 20 años el catálogo de Betania?


FL: En estos 20 años hemos publicado más de 400 títulos de autores españoles, cubanos e hispanoamericanos. De los cuales, 100 son autores cubanos del exilio (90%) y de la Isla (10%).


LP: ¿Cuál ha sido el libro más exitos?


FL: Los libros betanianos que más se han vendido —o se siguen vendiendo– son los de (o sobre) José Martí, los poemarios de Reinaldo Arenas, La novia de Lázaro de Dulce María Loynaz y los de José Ángel Buesa: Nada llega tarde (antología) y su poemario Oasis. También El cocinero (Manual de cocina cubana de 1862). Y, por supuesto, nuestras antologías: Poesía cubana: la isla entera (1995) y Al pie de la memoria (antología de poetas cubanos muertos en el exilio, 1959-2003).


LP: ¿Cómo surge el proyecto de la Editorial Betania?


FL: Como sabrás, desde muy joven, he estado involucrado en proyectos culturales cubanos del destierro, como revistas literarias, etc, y a mediados de los ochenta era Coordinador Internacional de la editorial española Catoblepas, donde publicamos a varios escritores cubanos del exilio y dos antologías: 9 poetas cubanos y Poesía cubana contemporánea. Casualmente, al cierre de esa editorial y de su revista La Burbuja se me ocurrió fundar Betania en 1987, que surgió con un claro propósito de servicio a la cultura cubana.


LP: ¿Cómo logra mantenerse una casa editorial frente a las poderosas editoriales españolas?


Quizá porque llenamos un espacio en el mercado editorial español, que estaba vedado para los autores cubanos exiliados, y porque la temática cubana se puso —digamos– de moda, de ahí el interés por nuestro fondo editorial. Por ello, nuestra existencia —y la de otras editoriales cubanas exiliadas en España– ha servido para divulgar, difundir y promover a los autores cubanos del exilio.


LP: Tras 20 años de arduo trabajo, ¿podría ofrecernos un balance de esta etapa?


FL: El balance ha sido más que positivo, como se puede comprobar en los últimos catálogos de nuestro fondo editorial. Betania ha ido creciendo a pasos agigantados y, como editor, ha representado una gran satisfacción haber publicado libros de José Martí, Dulce María Loynaz, Gastón Baquero, Reinaldo Arenas, José Ángel Buesa, José Mario, Oscar Hurtado, Ángel Escobar, Raúl Rivero, Daniel Iglesias Kennedy, Matías Montes Huidobro, Ana Rosa Núñez, etc; de dar a conocer a casi toda la nueva generación de escritores cubanos (poetas, narradores, dramaturgos, ensayistas, etc) surgidos en el exilio, así como las diversas y variadas antologías de la poesía cubana que han ayudado a difundir nuestra poesía en todo el mundo hispánico.


LP: ¿En qué proyectos trabajan actualmente?


FL: Actualmente (mayo del 2006), tenemos en vías de publicación varios poemarios, novelas, libros de cuentos y de ensayo de autores españoles e hispanoamericanos que residen en España, pero también de escritores cubanos residentes en los EE.UU. (varios, casualmente, de Miami).


LP: ¿Algo más que desee agregar?


FL: Pienso que Betania, como otras editoriales cubanas del exilio (Universal, Verbum, Pliegos, Colibrí, etc.) ya forman parte de la historia cultural cubana y eso, por sí solo, ya representa una gran valoración positiva de nuestro trabajo, de nuestra trayectoria como difusores de la cultura cubana y, obviamente, de nuestro cotidiano quehacer literario como desterrados. Esa labor editorial de la diáspora cubana, junto a las revistas culturales, demuestran la realidad plural de nuestro exilio y por eso se conocen, respetan y valoran no sólo en el exilio o en Cuba, sino en todo el mundo hispano.


El catálogo de la Editorial Betania puede pedirse al Apartado de Correos 50767. 28080 Madrid, España. Teléfono desde Estados Unidos 1-11-34 9 251 783 132. Correo electrónico ebetania@spamfilterteleline.es


Gran parte de los libros pueden comprarse en las librerías hispanas de Miami.




La escritora cubano-puertorriqueña Mayra Montero, como ella se define, estuvo de paso por el país para presentar su novela, Son de Almendra, que publica Alfaguara.
El Caribe

Domingo 25 de junio del 2006 actualizado el sabado 24 de junio del 2006 a las 9:06 PM

Un puente de letras.
-¿Si al salir de Cuba hubieras llegado a la República Dominicana, en vez de a Puerto Rico, crees que tu carrera literaria hubiese tenido la misma trascendencia?- Su respuesta no se hace esperar:

“Quién sabe, pero creo que hubiera venido de todas maneras, porque escribía desde niñita, y no sé hasta qué punto el hecho de escribir en Puerto Rico haya beneficiado mi carrera. Sucede que allá nos quejamos mucho del gran desinterés que hay afuera por lo nuestro, la gente dice ‘eso es parte de Estado Unidos’ y ya. No tenemos embajadores ni agregados culturales, y no nos prestan mucha atención, eso se nota en la cobertura de las noticias, hasta en los congresos caribeños de literatura. Por eso no creo que el hecho de escribir en Puerto Rico haya sido la razon”, alega.

Para la autora, que ha trazado un mapa de ciudades caribeñas como escenario de sus novelas, no solo Puerto Rico, sino todo el Caribe, vive su insularidad de espaldas al mar.

Desde la Habana hasta Santo Domingo, desde Puerto Príncipe hasta San Juan, la comunicación es un puente averiado, acucioso de reparación.

“Hay poca interconexión entre todos nosotros, y por lo general, nuestra literatura debe llegar hasta los grandes centros editoriales como Barcelona o Nueva York para confluir”.

Tras una breve pausa, vuelve y puja más hondo el clavo de la idea.

“Hace falta que cambiemos la espalda por el frente a la hora de pensar en nosotros, en nuestros vecinos”, dice y calla, esperando que el eco retumbe entre el silencio con la misma intensidad que las palabras.

El oficio de la escritura. Enclavada en pleno corazón de Puerto Rico, Mayra Montero se debate entre el periodismo y la literatura, pero asegura que no hace ninguna distinción entre los dos oficios. “Para mí, escribir es escribir”, sentencia.

A sus 54 años, consagrada ya como novelista, se resiste a renunciar a la sala de redacción del Nuevo Día, donde mantiene una columna semanal de gran resonancia en la sociedad puertorriqueña. “No puedo dejar el periodismo, es lo que me devuelve los pies a la tierra”.

Ahora, cuatro año despues de publicar su última novela, irrumpe otra vez en el escenario de las letras con este nuevo libro, distinto a todo lo que ha escrito hasta el momento. “Es que para mí con cada obra empieza y termina un ciclo, cada libro tiene que ser un camino diferente”.

De pie, restablece la distancia quebrada durante la entrevista, y dice: “Son de Almendra, más que nada, es una historia de amores imposibles, que se erige con un aire de nostalgia sobre esa Habana perdida ya en el tiempo”. Y abandona la sala, dejando atrás el eco de un adiós entrecortado por una sonrisa, el rastro de una voz que ya no habita.

Citas

“Hay quienes ya dicen que Son de Almendra es el comienzo de una nueva etapa, con la que dejo atrás el elemento mágico religioso, así como el interés por lo erótico que trabajé en otras novelas, pero la verdad es que con cada libro empieza y concluye un ciclo, cada novela es para mí un nuevo camino, muy distinto al anterior”.

“Desde que salí de Cuba he sido siempre muy crítica, pero nunca ha sido una obsesión, nunca he sentido rencor porque es que cuando llegué a Puerto Rico, empecé a trabajar como periodista y al poco tiempo estaba muy involucrada en ese entorno.

Y sí espero que haya un cambio pronto, pero espero que eso no traiga nada de locuras”.

sábado, 24 de junio de 2006

SANTA CRUZ DE TENERIFE, 23 Jun. (EP/IP) -

La cuarta jornada del congreso Surrealismo Siglo 21, que organizan la Viceconsejería de Cultura y la Universidad de La Laguna, tuvo como ponentes al pintor Jorge Camacho, que relató cómo llegó al surrealismo y la manera en que se relacionó con sus mayores cultivadores en París; Fernando Castro, que desgranó la influencia del humor y la metamorfosis en la obra de Óscar Domínguez, y José Pardo, que adscribió al surrealismo "a la tradición más poderosa de nuestra cultura, aquella que ha hecho de las relaciones entre poesía e historia uno de sus fundamentos de reflexión más relevantes y continuos".

El cubano Jorge Camacho recordó el modo en que, en La Habana de los años cincuenta, comenzó a interesarse por el movimiento surrealista, a través de la lectura de revistas y de los libros de Breton, Éluard o Péret, pero que lo determinante para decidirse por su vocación de pintor fue "la obra y la vida de Paul Gauguin", del que siempre ha pensado que fue "un surrealista en el color".

Sentó, además, su posición acerca de la enseñanza de las Bellas Artes, cuando hizo referencia a su decisión "de no ingresar en la Escuela de Bellas Artes de La Habana" y afrontar su aprendizaje de forma independiente: "Pensaba entonces y pienso aún que la mejor manera de progresar en el conocimiento del arte es observando y estudiando la obra de los grandes maestros. Esta convicción me llevó a emprender varios viajes al extranjero".

Ya fuera de Cuba, su primera escala fue el México de los muralistas, que por entonces gozaban de un gran prestigio en el mundo y una formidable influencia en el país, pero que a él sólo le produjeron desencanto: "Mi decepción al ver este arte extremadamente politizado fue grande. Pero sería aún mayor al saber, más tarde, que Siqueiros, un estalinista convencido, desarrollaba actividades policíacas y que incluso llegó a intervenir en uno de los atentados contra la vida de Trotsky. Por fortuna, encontré a otros pintores, como Rufino Tamayo y Carlos Mérida, que sufrían cierta marginación por su enfrentamiento con los muralistas y que me impresionaron vivamente".

La figura de Diego Rivera no evoca, en consecuencia, los mejores momentos de su crecimiento como artista: "Mi visita a Rivera fue breve y sin mayores consecuencias. El maestro -acentuó el tono irónico con que empleaba esta palabra- estaba, en esos momentos, pintando uno de sus cuadros murales más espantosos, sobre un problema político de Guatemala".

Su contacto in situ con el surrealismo -"el movimiento intelectual y poético más importante del siglo XX", según su definición- se produjo cuando en París tuvo "el inmenso placer" de conocer a André Breton, quien le animó a sumarse a las actividades de su grupo, algo que representó para su recorrido estético "el comienzo de una nueva vida artística e intelectual".

A años de aquello, Camacho ve al movimiento encabezado por Breton como influyente en todo, hasta en órbitas de "la vida social, como la publicidad y la moda". En un momento, se detuvo para marcar que la expresión "surrealista" se usa "hasta el abuso, para calificar situaciones macabras o insólitas", algo que "con frecuencia, hacen los políticos y periodistas de limitada cultura". "Dicho de otro modo, todo el mundo habla del surrealismo, pero son muy pocos los que lo comprenden", afirmó.

El automatismo, que junto con el poder del sueño y del subconsciente son los dos rasgos fundamentales del surrealismo según Breton, produjo pintores "como el chileno Roberto Matta, uno de los pocos en utilizar el automatismo de forma tan libre y espontánea". Es entre esos pocos que Camacho situó a Óscar Domínguez, que "valiéndose de las decalcomanías que inventó en 1935, llegó a hacer obras de un automatismo casi puro".

Fernando Castro, catedrático de Historia del Arte Contemporáneo de la Universidad de La Laguna, citó como determinantes en la producción iconográfica de Domínguez "cinco categorías estéticas que reflejan el modo surrealista de concebir la vida". Ellas son "el deseo, la muerte, el juego, el azar y el humor".

Los surrealistas, "como oráculos de un mundo regido por el poder incondicionado del deseo", trabajan las imágenes de su pintura para "dislocar" la realidad a través de "la intervención revolucionaria del humor". Aquí encuentra Castro Borrego el eje medular de la poética de Domínguez, "un eje que recorre sus múltiples etapas y dota a sus creaciones de un sentido unitario que va más allá de las relaciones formales o las estrategias icónicas, un concepto de representación que supone la negación de la realidad como algo dado".

Así, cuando Breton comenzó a pensar, en 1946, que la pintura estaba volviendo "a la senda manida de la imitación del mundo exterior" -el rechazo al realismo era para él "un mandamiento moral que el surrealismo tenía que acatar"-, al deplorar la desviación de muchos antiguos camaradas que habían vulnerado este mandamiento, hizo una distinción. "Quiero hacer una excepción resonante en favor de Brauner y Hérold y otra en favor de Domínguez", dijo. Para el catedrático de La Laguna, "Domínguez no se había pasado a las filas del realismo, ni había hecho concesiones a lo que Breton llamaba el misticismo-estafa del bodegón".

Tras la Segunda Guerra Mundial, Domínguez se acercó "a Paul Éluard y a Pablo Picasso, dos comunistas", que, en el caso del primero, "había abandonado la disciplina surrealista para comprometerse plenamente con las tesis oficiales y el realismo socialista preconizado desde Moscú", lo que le enfrentaba al surrealismo, "que mantuvo su indeclinable defensa de la libertad creativa".

La relación entre Domínguez y Picasso no deja de ser un juego de admiración y oposición a la vez, en el que el malagueño representaba una "nefasta influencia" en palabras de Breton, por su "enamoramiento de la realidad, aunque fuese para someterla a crueles deformaciones". Si bien Castro Borrego indica que Domínguez "cayó en sus redes", su obra creativa a partir de 1945 "no fue sino una forma de resistir a Picasso, donde el humor y las metamorfosis tienen un papel clave".

lunes, 19 de junio de 2006

IVETTE LEYVA MARTINEZ
Especial para El Nuevo Herald
GABRIEL FUENTES, un joven arquitecto nacido en los Estados Unidos de padres cubanos, ganó un premio por su proyecto para La Habana.
PEDRO PORTAL / El Nuevo Herald
GABRIEL FUENTES, un joven arquitecto nacido en los Estados Unidos de padres cubanos, ganó un premio por su proyecto para La Habana.

Para el joven arquitecto Gabriel Fuentes, la reconstrucción de La Habana debe conjugar historia y modernidad, como en un tapiz donde no se pueden advertir las costuras.

Esa visión ya ha sido premiada por dos de las asociaciones de arquitectos más importantes del país.

Su diseño de un moderno centro cultural de concreto, madera, vidrio y acero en la Plaza Vieja de la capital cubana obtuvo el Premio de Honor de la Sociedad de Arquitectos de Boston, el reconocimiento más importante en Estados Unidos a los proyectos no construidos.

El mismo proyecto ganó también el Premio de Honor al Diseño No Construido que otorgó en mayo la sección de Florida del Instituto Estadounidense de Arquitectos.

Fuentes tiene sólo 25 años y no fue uno de esos muchachos que creció soñando con ser arquitecto. Ni siquiera se considera un gran dibujante: ''Todavía estoy aprendiendo a dibujar personas'', confesó riendo durante nuestro encuentro en el downtown de Miami, no lejos de Zyscovich, la firma para la cual trabaja.

Por consejo de su novia -ahora esposa- Yeila, tomó una primera clase de arquitectura en el Miami-Dade College, y le bastó para decidir su destino.

''La creatividad y la pasión son las cualidades más importantes para el arquitecto de hoy'', aseguró. ``Y estar vinculado a las artes ayuda: el arquitecto es también un artista''.

De padres cubano-americanos, Fuentes nació en Oklahoma. Desde los cinco años vive en Hialeah y se convirtió en el primer miembro universitario de su familia. Pudo financiar sus estudios gracias a un préstamo, al apoyo financiero de su madre y a su trabajo como empleado de Home Depot. Recientemente terminó su Maestría en Arquitectura.

Un curso de historia impartido por el prestigioso arquitecto cubano Nicolás Quintana durante la carrera en la Universidad Internacional de la Florida (FIU) despertó el interés de Fuentes por la ciudad donde nació su madre.

``Sentí que si iba a ser arquitecto en Miami tenía que conocer la cultura dominante aquí. Un arquitecto debe conocer para quién trabaja, para quién está diseñando", reflexionó.

Visitó La Habana en el 2004 con respaldo financiero privado, y durante 10 días estuvo recorriéndola. Cuando caminó por primera vez por las calles de La Habana Vieja, sabía perfectamente adónde lo llevaban sus pasos: se había aprendido de memoria el mapa de la ciudad.

''De alguna manera conocía la ciudad pero no la sentía. Es diferente cuando se tiene una relación más directa, más íntima: cuando se puede tocar los edificios, percibir la escala en que están hechos, eso es muy importante para un arquitecto'', comentó.

Fuentes pudo observar las labores de reconstrucción del casco histórico habanero, pero no comparte el criterio usado por los restauradores cubanos.

''Buscan dejar los edificios iguales a como fueron construidos originalmente, pero sin los materiales apropiados. Por ejemplo, donde había piedra usan concreto, eso les da una apariencia falsa'', consideró. ``Hay otra manera moderna de hacerlo: mirando hacia el pasado pero también hacia el futuro''.

Su proyecto de edificio en la Plaza Vieja formará parte de La Habana y sus paisajes, un ambicioso proyecto de la Escuela de Arquitectura de FIU, dirigido por Quintana y el decano Juan Antonio Bueno. El proyecto es financiado por el prominente urbanizador Sergio Pino y la compañía constructora Lennar Homes, que administra en Miami-Dade Anthony Seijas.

Fuentes, quien también enseña Arquitectura en FIU, recibió este año otro galardón: el Premio de Mérito por un proyecto para el sitio arqueológico Chan Chan de Perú convocado por la sección de Florida del Instituto Estadounidense de Arquitectos, y prepara un proyecto de museo y puente para Venecia que presentará en una competencia similar.

Al joven arquitecto le gustaría diseñar proyectos culturales para Miami, donde considera que hay grandes oportunidades para los diseños creativos.

''Sin embargo, creo que la mayoría de los proyectos constructivos actuales prestan poca atención al entorno, al espacio urbano. Muchos ignoran la calle, el ambiente. Hay una tendencia a construir más unidades de vivienda en detrimento de los espacios abiertos'', opinó.

Fuentes sueña con un espacio donde no existan frenos a la creatividad. ''Un ambiente estilo estudio o taller, dedicado al buen diseño'', dijo. ``Eso me gustaría mucho''.


G.HEDGECOE/Especial para TMH
MADRID
LOS HIJOS de los comandantes de la Revolución Cubana, Ramiro Valdés y Juan Almeyda, viven en españa, al igual que otros descendientes de la clase dirigente de la isla.
JORGE REY / Getty Images
LOS HIJOS de los comandantes de la Revolución Cubana, Ramiro Valdés y Juan Almeyda, viven en españa, al igual que otros descendientes de la clase dirigente de la isla.

Son los hijos y las hijas de la clase dirigente de Cuba, viven en España, pero mantienen una vida discreta para que el gobierno de Fidel Castro los deje regresar y visitar a sus familiares.

Se les conoce como quedaditos, es decir que su vida se desarrolla en la sombra para evitar comprometerse con una posición de disidencia que podría afectar su decisión de vivir fuera del sistema comunista.

''Si uno dice algo aquí, en Cuba lo sabrán y nunca más uno verá a la familia'', dijo una abogada cubana de treinta y tantos años que reside en Madrid. 'Por ejemplo, si usted publica mi nombre en el periódico y cita que yo dije `Cuba es un país de porquería', me llaman y me dicen: 'Después de haber declarado eso, no volverás más a Cuba' ''.

De modo que los quedaditos tratan de vivir una vida tranquila, y permanecer bajo el anonimato, fuera de los otros cubanos que se encuentran en su misma situación.

Algunos critican al gobernante cubano Fidel Castro. A otros lo único que les interesa es alejarse de la intensidad de la vida política de la isla. Otros, quieren hacer negocios, sin tener que sufir los controles draconianos cubanos. Sin embargo, para todos, a diferencia de Miami, vivir en España no significa adoptar de inmediato una actitud de disidente, y por lo tanto enfrentarse a la posibilidad de no visitar más la isla.

Entre ellos está el hijo de Eusebio Leal Spengler, el historiador de la Ciudad de La Habana. Javier Leal tiene una agencia de viajes y una galería de arte en Barcelona.

Emma Alvarez-Tabío, la hija de Pedro Alvarez-Tabío, director de la Oficina de Asuntos Históricos de Cuba, está casada con un diplomático español y trabaja en Madrid como consultora de inversiones en Cuba.

Enrique Alvarez Cambra, hijo de Rodrigo Alvarez Cambra, un médico que es uno de los hombres de más confianza de Castro, y que en una ocasión operó al ex presidente iraquí Saddam Hussein. Enrique es director de una clínica médica en Santander.

También está Antonio Enrique Luzón, hijo del ex ministro de Transportes cubano del mismo nombre. El hijo vive en Madrid y tiene un negocio de importación y exportación.

En el 2002, El Nuevo Herald publicó un reportaje sobre la presencia en España de tres nietos y de la ex nuera del propio Fidel Castro, dos nietos de su hermano mayor Ramón, y un hijo del Juan Almeida, uno de los hombres más cercanos a Castro.

Durante décadas, los cubanos arribaron a España con el fin de comenzar una nueva vida. Algunos llegaron como exiliados del regimen de Castro, otros se casaron con españoles, y otros obtuvieron pasaportes españoles bajo el argumento de la ciudadanía española de sus padres.

No obstante, luego del desmoronamiento de la Unión Soviética y sus enormes subsidios a Cuba, este nuevo tipo de inmigrante empezó a llegar, un grupo privilegiado que con frecuencia estaba conectado a los círculos más altos del gobierno cubano.

Entre las personas que no conocen ni confían en ellas, este grupo suele defender el regimen de Castro o simplemente no hablar de nada, según afirman otros cubanos que viven en España, pero entre amigos revelan niveles diferentes de insatisfacción.

''No creo que ninguno esté a favor del regimen'', dijo la abogada, que pidió no se revelara su nombre para evitar así ser identificada y tal vez castigada por las autoridades de La Habana. Sin embargo, agregó ``muchos de nosotros no queremos enredarnos en asuntos de política por temor a nuestras familias''.

Después de la caída del Muro de Berlín y del colapso de la economía cubana, el gobierno de la isla aflojó un poco su política de inmigración, toda vez que los envíos de dinero que los que viven en el extranjero mandan a sus familiares representan una importante fuente de ingreso.

''Desde que la economía empezó a tener serios problemas, el regimen ha sido más flexible en este campo'', dijo Carlos Cabrera, ex periodista de La Habana que se mudó a Madrid en 1991. 'Todavía más, quieren despolitizar el fenómenos de la emigración, de manera que están muy contentos de llamarlo `emigración económica' ''.

De cualquier modo, es muy difícil catalogar a muchos de los quedaditos como emigrantes económicos. Muchos son profesionales, hijos de padres a favor de Castro a quienes la revolución les ha dado vidas con un bienestar relativo.

Este tipo de cosas ocurre porque todos los cubanos que viven en el extranjero que quieren visitar su país primero deben obtener del gobierno cubano el llamado Permiso de Residencia en el Extranjero (PRE), una licencia muy difícil de conseguir que les da la posibilidad de regresar a menudo de vacaciones.

''La persona solicita el permiso y el gobierno se lo entrega o no'', dijo Julián Mateos, abogado español que representa a los cubanos en España y a firmas españolas en Cuba. ``El proceso lleva una larga investigación; analiza el barrio donde vive, si tiene antecedentes penales y cosas así''.

Según Mateos, hasta 200,000 cubanos viven en España, y de ellos alrededor de 60,000 han obtenido la nacionalidad española. El gobierno español y la embajada cubana en Madrid no quisieron ofrecer cifras ni tampoco comentar sobre este informe.

Waldo Díaz-Balart, que en 1959 se fue de Cuba y nunca ha regresado, admite que la situación es muy delicada para los quedaditos. Tras haber vivido aquí durante muchos años, conoce bien a la comunidad exiliada de Madrid, y a Castro de primera mano, pues estuvo casado con su hermana Mirta. Sus sobrinos Lincoln y Mario Diaz-Balart representan al sur de la Florida en el Congreso norteamericano.

''La vida para esta gente es tremendamente difícil'', dijo Díaz-Balart. ``Muchos están muy confundidos. Este asunto de ir a Cuba y luego regresar a España es algo muy delicado, ya que el control del régimen va más allá de sus propias fronteras''.

Otros exiliados, sin embargo, critican a quienes califican como ``exilados de terciopelo''.

''Desde un punto de vista político, me parece algo obsceno'', dijo Orlando Fondevila, quien se fue de Cuba en 1997 y trabaja en la revista trimestral Revista Hispano Cubana, que se edita en Madrid. 'Viven aquí, que se supone es el lado `malo', el lado capitalista, y al mismo tiempo (públicamente) defienden al régimen de Cuba. Es vergonzoso. Si de verdad piensan que Cuba es un paraíso, deberían vivir allí''.

Por su parte, otros piensan que los quedaditos están, de hecho, haciendo una declaración política simplemente por vivir fuera de Cuba.

''El que ellos vivan aquí refleja un cierto alejamiento del sistema'', expresó Pío Serrano, escritor cubano exilado que dirige una casa editorial en Madrid.

''Para algunos, uno tiene que estar completamente en contra de Castro y no hay nada más que decir, pero no puede decirse que todo el mundo está en la misma situación'', dijo Serrano, observando que algunos de los quedaditos que conoce no se esconden en privado para expresar todo lo que detestan al gobierno de Castro.


Lunes, 1 de mayo de 2006 - 18:37 GMT

Matías Zibell

BBC Mundo, Miami

Las marchas por los derechos de los hispanos en Estados Unidos, la polémica por las banderas ondeadas por los manifestantes y las reacciones dentro de la sociedad estadounidense han vuelto a poner al día el viejo tema de la identidad.

Las banderas de México, El Salvador y Ecuador que se vieron en las calles de Los Ángeles, Boston y Phoenix, entre otras, renovaron antiguos interrogantes, algunos válidos, algunos malintencionados.

¿A dónde pertenece uno en esta sociedad globalizada, al país donde nació o a la nación donde escogió vivir? es una pregunta que pertenece al primer grupo (preferimos ahorrarles las del segundo).

Dentro de Estados Unidos, la comunidad cubana -la tercera en número luego de mexicanos y puertorriqueños- es una de las más particulares, debido a su condición de exiliada política, los beneficios que goza a diferencia de otros grupos de hispanos y su rápida adaptación.

Para preguntar a los cubanos a dónde pertenecen, si se consideran cubano-americanos como los trabajos estadísticos los han bautizado o si han elegido una de las dos orillas, no encuentro mejor lugar que la calle 8, tan cubana como el malecón de La Habana.

Las dos orillas

En su tienda de habanos, que tiene la bandera cubana y estadounidense en la vidriera, Carlos Coba suspira cuando le pregunto hace cuánto llegó de la isla.

"¡Uh! Hace rato. En el año 53. Tengo 80 años. He vivido más aquí que en Cuba".

Carlos Coba recuerda que -cuando él llegó- en la calle 8 sólo había fincas y descampado.

Entonces qué se siente. ¿Cubano, estadounidense o cubano-americano?

"Uno no se olvida de la patria de uno, pero uno tiene que jalar más pa' aquí que pa' allá, porque has vivido más aquí que allá", me responde mientras me invita con un cigarro.

"Así que como aquel que dice, tengo dos patrias", remata.

Un solo lugar

Pero a pocas cuadras de la tienda de habanos, en la confitería Reyna que se encuentra en la 11 y la 8, escucho otra historia.

Benito Oyanis interrumpe su almuerzo -una tentadora sopa de pollo- para contarme que él dejó Cuba 28 años atrás.

Benito Oyanis no quiere saber nada del país que dejó.

"Yo me siento americano completo. Cuba no me interesa para nada".

Me cuesta creerle, debido al escenario en donde nos encontramos. Justo en ese momento yo estoy tomando una colada, ese maravilloso café cubano con más azúcar que café.

"Yo prefiero la comida americana", me dice como adivinando mi desconfianza, mientras se enfría su sopa de pollo sobre el mostrador.

Cuando apago el grabador me cuenta que en Cuba se quedó su único hijo -que no quiso dejar la isla con él- y sus dos nietos que sólo conoce por fotos.

Identidad exiliada

Camino un poco más por la 8 y llego a la plaza del dominó, lugar tradicional de la comunidad cubana en Miami.

Aquí las fichas caen del lado opuesto a las de Benito.

En la plaza del dominó, las fichas nunca se detienen.

Me abalanzo sobre una mesa antes de que comience una nueva partida y pregunto a los gritos sobre el sonido de los dominós sobre la identidad de los jugadores.

"Yo soy cubano hasta el día último de mi existencia brother, y soy ciudadano americano, pero mi patria no me la quita nadie, ni Fidel me la ha podido quitar", me responde uno de los jugadores, con el asentimiento de los otros.

¡Fidel Castro! Ya me parecía extraño que nadie lo nombrara a esta altura del reportaje.

Como lo indica un ensayo del Instituto de Estudios Latinos de la Universidad de Notre Dame, Indiana, EE.UU., "los cubanoamericanos se diferencian de otros grupos nacionales de origen latino porque han desarrollado un conjunto de instituciones políticas y culturales basadas en su identidad de exiliados".

Es decir que, a diferencia de otros latinos empujados por las necesidades económicas, son las motivaciones políticas las que han impulsado las olas migratorias de esta comunidad y sus avatares en el país elegido.

Pero el mismo estudio indica que algunas cosas están cambiando con los que han llegado recientemente.

"Salimos echando"

Gloria también trabaja en la calle 8, en un locutorio al que asisten decenas de latinos por día para hablar con sus países.

Ella llegó hace un año y 10 meses a EE.UU., por lo que le pregunto si fueron las condiciones políticas las que la motivaron a dejar la isla a ella y a otros jóvenes que viajaron a su lado.

Gloria llegó hace poco más de un año y dice que sólo volverá a Cuba "a pasear".

"Más el tema económico que el político. Los jóvenes no pensamos en nada de eso (el exilio político). Lo de nosotros es que salimos echando porque si no hay comida, si no hay esto si no hay lo otro".

Esto acercaría un poco más a los cubanos con otros latinos que tratan de cruzar la frontera todos los días. Pero algo aún los diferencia. Si los cubanos llegan a territorio estadounidense reciben automáticamente asilo, los otros latinos no.

Esa diferencia, que no es pequeña, tal vez haya influido en el hecho de que la marcha por los derechos hispanos que se realizó en Miami fue una de las menos concurridas de todas las que se celebraron en este país.

Sobrenombres

¿Pero qué pasa con la segunda generación? ¿Los que nacieron aquí?

De acuerdo al censo del año 2000, los cubano-americanos (otra vez este término) no nacidos en Cuba constituyen el 31,5% de la población cubana de EE.UU.

Me contacto con Marcos, de padres cubanos pero nacido en Miami 23 años atrás. ¿De dónde se siente él, de allá o de acá?

"Me siento de los dos. Me siento orgulloso de ser cubano y también americano".

¿Alguna vez viajó la isla?

"Nunca he ido a Cuba. Y no voy hasta que caiga Fidel", me dice con una sonrisa.

Marcos ama la música cubana -sobre todo la instrumental- pero se siente más cómodo hablando inglés que español. Me dice que ha tratado de tomar lo mejor de los dos lados.

Pero Susana, otra de mis entrevistadas, creer que lo mejor está de un solo lado, de esa isla donde nacieron sus padres y que ella visitó fascinada en el año 2000.

¿Cómo si hubiera nacido allá? le digo

"Y, a mí me dicen 'balsa'".

Humo

Cuando dejo la calle 8 me pongo a pensar en todos ellos. En los que están partidos, en los que son de donde eligieron vivir y los que pertenecen a donde no nacieron.

Pienso que siempre es difícil tratar de entender cuál es nuestro lugar de pertenencia cuándo tenemos dos casas en lugar de una.

El escritor austriaco Stefan Zweig, quien vivió la mitad de su vida en el exilio, escribió:

"La emigración, sea del tipo que sea, provoca por sí misma un desequilibrio (...) y eso hace falta haberlo vivido para comprenderlo".

Cada uno lidia con ese desequilibrio como puede, con su bandera, con el olvido, con la nostalgia, con internet.

Yo tengo el cigarro de Carlos Coba, cuyo tabaco tiene un origen y su humo un destino que el cigarro desconoce.


CON OJOS DE LECTOR

Son esas las tres marcas principales del personaje protagónico de 'El horizonte de mi piel', la novela autobiográfica de Emilio Bejel.

Carlos Espinosa Domínguez, Nueva Jersey

lunes 19 de junio de 2006 6:00:00

En las palabras que se reproducen en la contraportada de El horizonte de mi piel (Editorial Aduana Vieja, Cádiz, 2005) se definen las tres marcas principales de su personaje protagónico: es cubano, exiliado y homosexual. Es, pienso, un modo atinado de resumir los hechos esenciales que conforman la trayectoria vital que Emilio Bejel (Manzanillo, 1944) narra en esta novela autobiográfica, que en realidad participa más del segundo género literario que del primero.

En todo caso, al apuntar esto último quiero decir que El horizonte de mi piel no participa de lo novelesco en la misma medida en que lo hace Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas, obra a la cual algunos niegan su condición de memorias, debido a que no siempre se atiene a los hechos reales y a que alcanza en muchos momentos las proporciones delirantes de la ficción en estado puro. Bejel, sin embargo, tampoco ha querido redactar una obra autobiográfica al estilo tradicional, como lo puede ser Confieso que he vivido, de Pablo Neruda. Para ello, se vale precisamente de un tratamiento del material y de unos recursos literarios que remiten de modo inequívoco a la narrativa. Hay además en las primeras páginas del libro una dedicatoria que conviene atender: "A todos los personajes, reales o ficticios de esta narración".

El horizonte de mi piel está construido a partir de capítulos o segmentos más o menos breves (la extensión promedio es de cuatro páginas) que tienen entidad en sí mismos, pero que a la vez van armando un hilo argumental similar al de las novelas. A través de éste seguimos la trayectoria vital del narrador/ protagonista, desde su niñez en Manzanillo hasta algunas décadas después, cuando acepta un puesto como profesor de literatura hispanoamericana en la Universidad de Colorado en Boulder. Pero al igual que ocurre en tantas obras de ficción, los hechos no siempre se atienen a la linealidad cronológica: en algunas ocasiones el narrador vuelve atrás en el tiempo o bien adelanta sucesos que tendrán lugar después. Están, por otro lado, los siete poemas que se incorporan al texto, y que se refieren, desde otra perspectiva, a personas de las cuales se habló en ese mismo segmento. Asimismo está el sueño con Ava Gardner que se cuenta casi al final del libro. En fin, son algunas —existen otras— de las estrategias literarias empleadas por Bejel.

Pero al lado de esos artificios tan legítimos, El horizonte de mi piel acumula una considerable cantidad de elementos que invitan a que se le lea como algo más que una obra de ficción, a la que no cabe aplicar aquello de que "cualquier parecido con personajes y hechos reales es pura coincidencia". No es posible pasar por alto que el narrador/ protagonista se identifica como Emilio Bejel, ni que lo que cuenta coincide con bastante exactitud con las vivencias del autor. Están además las noticias de los periódicos que se reproducen, y en las cuales se puede seguir un incidente real que se suscitó alrededor de la concesión de la permanencia a Bejel cuando era profesor en la Universidad de la Florida. Insisto sobre este aspecto porque, a mi juicio, es precisamente en el cual el libro consigue sus valores más significativos, sin que con ello desmerezca sus méritos literarios.

En un contexto como el nuestro, una obra como El horizonte de mi piel resulta además especialmente saludable en el doble sentido del término, es decir, sana y cuya salida es digna de ser saludada. En Cuba, y en general en toda la literatura en lengua española, escasean los libros autobiográficos, los deslindes de la intimidad. Como he expresado en otra ocasión, los autores prefieren imitar al calamar y arrojar tinta para borrar sus huellas. A este desértico panorama, Bejel viene a aportar un ejercicio de memoria, en el que rememora su existencia con fruición, mirada serena, suave humor y honestidad.

Los primeros capítulos corresponden a los recuerdos de la infancia en Manzanillo del narrador, cuya familia pertenecía a la clase media. Al triunfar la revolución, le tocó ser testigo y partícipe de las divisiones que empezaron a crearse dentro de muchas familias cubanas. Su mamá y su madrina simpatizaban con el nuevo gobierno, aunque también eran muy católicas; algunos de sus primos y tías eran "fidelistas", pero no comulgaban con la religión. El narrador participaba de ambos bandos, mas cuando llegó el momento de tomar partido por uno, expresa que se encontraba "más del lado de la iglesia que del gobierno". De aquellos primeros años recuerda con horror los juicios y fusilamientos transmitidos por la televisión. "Tanto mi familia como yo todos éramos antibatistianos furiosos, comenta, pero no estábamos preparados para aquella carnicería". Y señala que su toma de posición al lado de la iglesia acaso tuvo que ver con "estos fusilamientos y otros abusos que comenzaron muy temprano una vez que la revolución arribó al poder".

Se aleja del catolicismo y descubre su sexualidad

Aunque al salir hacia Estados Unidos tenía ya dieciocho años, es aquí donde empieza su verdadera etapa de formación. En ésta, el narrador protagonista va descubriendo y delineando su personalidad, sobre todo en lo relacionado con los criterios políticos y la sexualidad. Hijo único de una mujer divorciada, había vivido hasta entonces sin preocuparse de cómo se gana el dinero. Él mismo se describe como "un niño mimado por no decir malcriadísimo". Al llegar a Miami, tuvo que aprender a administrar los sesenta dólares mensuales que le daba el gobierno. Y ante la imposibilidad de subsistir con tan escasos recursos, se vio obligado además a buscar por primera vez empleo.

El inicio de los estudios universitarios contribuyó a que comenzara a cambiar sus ideas sobre cuestiones como la religión. La lectura de filósofos como Sartre, Unamuno, Hegel, Kierkegaard y Schpenhauer lo fueron alejando de las concepciones inculcadas por el catolicismo, hasta casi convertirlo en ateo. Por otro lado, su postura ante la guerra de Vietnam se modificó, y a medida que avanzaba el conflicto fue radicalizándose, y de manera tangencial participó en actividades estudiantiles para protestar contra lo que consideraba una monstruosidad.

Para mediados de los años setenta, su visión de la realidad cubana también había cambiado. Aunque rechazaba la falta de libertades civiles, le impresionaba positivamente el que los cubanos contaran con escuelas y asistencia médica gratuita, que las diferencias sociales se hubieran reducido, que existieran leyes que condenaban el racismo. A través de Lourdes Casal se vincula al Grupo Areíto, y se convierte en un miembro activo en "la causa por mejorar las relaciones entre los cubanos de la isla y los del exilio". Viaja con el colectivo a Cuba, se reencuentra con su familia, y en los años siguientes regresa en varias ocasiones. Una de ellas coincide con el éxodo masivo posterior a los sucesos de la Embajada de Perú, período durante el cual afloraron de nuevo las tendencias homofóbicas más extremas. Lo que entonces vio lo hace anotar que esa vez se sintió "mucho más americano que cubano".

El otro aspecto que se va definiendo a lo largo del libro es el de la sexualidad del protagonista. Su atracción por las personas de su mismo sexo se manifiesta ya desde la adolescencia. Recuerda que durante la lucha contra Batista, su Madrina ocultó a un rebelde herido. Al narrador le pareció "el hombre más bello y sexy del mundo", y cuando su novia fue a visitarlo sintió unos "celos enardecidos" que no se supo explicar. Durante varios años luchó con aquel sentimiento y las dudas no dejaban de asaltarlo: "¿Seré yo maricón?". La universidad también lo ayudó a aceptar su homosexualidad y a salir del armario. Descubrió allí que varios de sus compañeros eran abiertamente gays, y aquello le pareció fascinante. Por mediación de un amigo comenzó a visitar después los sitios nocturnos de Nueva York, y con la sinceridad con que aborda este y otros temas, confiesa que en los primeros años de los setenta llevó "una vida extremadamente promiscua". En el capítulo final cuenta que al mudarse a Boulder en 1991 conoció a su pareja actual. A esta relación, sin embargo, le dedica sólo unas líneas y explica por qué: "Pienso que no debo contar nuestra vida porque de tan buena puede parecer aburrida, aunque no lo es".

Acerca de este último punto, pienso que resulta pertinente destacar que El horizonte de mi piel no incurre en la imagen canonizada del homosexual como personaje maldito (Marlowe, Genet, Fassbinder, Pasolini, Arenas), ni en la de las "parejas ideales" de la mitología gay, dos aspectos que como bien señaló Terenci Moix han perpetuado, sin pretenderlo, la idea de lo excepcional. Bejel tampoco utiliza el libro para ejercer la militancia ni hacer labor de proselitismo. Para él su escritura significa un modo de trazar su autodescubrimiento, su trayecto formativo. Y aunque lo que realiza es, ante todo, un itinerario hacia el fondo de sí mismo, no puede escapar a las circunstancias orteguianas. Su historia personal se articula así a la de los dos países en donde ha vivido, lo cual le da matices de retrato generacional.

Eso no me hace olvidar, sin embargo, la perspectiva singular que le da al libro el hecho de referirse a las vivencias de un exiliado cubano que ha asumido su homosexualidad y cuyos criterios políticos además resultan discordantes en el discurso que domina en la diáspora. Algo que como se relata en El horizonte de mi piel le ocasionó al narrador algunos problemas. El más grave fue la oposición de un grupo de estudiantes de la Universidad de la Florida a que se le otorgara la permanencia como profesor, bajo el argumento de que era un izquierdista que apoyaba al régimen cubano. Ese incidente, por cierto, es contado con objetividad e inteligencia. Bejel no da cabida a los descalificativos, la maledicencia o el resentimiento. Aparte de dedicarle un capítulo, reproduce los artículos publicados en la prensa local, permite a éstos hablar por sí solos, y de ese modo deja que sea el lector quien valore los hechos y determine de qué lado estuvo la razón.

Quiero anotar, por último, que pese a haber sido escrito por un profesor y ensayista a quien se deben obras tan imprescindibles como Gay Cuban Nation, el libro objeto de esta reseña no es solemne ni petulante. Todo lo contrario, al novelar su existencia Emilio Bejel ha apostado por la sencillez confesional, la claridad estilística, la tersura comunicativa. Emplea también un humor que contagia pero no hiere, y que le sirve para humanizar y desacralizar al narrador/ protagonista. Y en resumen, quienes busquen un texto cercano y cálido tienen en El horizonte de mi piel una opción muy recomendable.


19 de Junio del 20

El PEN Internacional celebró su Congreso número 72 en Berlín, entre el 22 y el 28 del pasado mes de mayo, y como delegados del PEN de Escritores Cubanos en el Exilio, asistieron el poeta y ex preso político Ángel Cuadra, y el poeta desterrado Armando Álvarez Bravo, actual presidente de la institución.

En un artículo publicado en el periódico Diario Las Américas, en Miami, Álvarez Bravo se refiere a la eficaz labor contra la censura del PEN Club, que constituye a nivel internacional un respetado factor en la defensa de los escritores víctimas de la represión de los regímenes tiránicos.

Explica el escritor que la existencia del totalitarismo castrista en Cuba determina que no exista en la Isla una filial del PEN, pero desde hace siete años, se estableció un PEN de Escritores Cubanos en el Exilio, que participa activamente en las labores del PEN Internacional.

Álvarez Bravo afirma que el PEN funciona en Miami como un centro de confluencia de los escritores exiliados, y está volcado en la defensa de la libertad de expresión en Cuba. Eso se traduce esencialmente en un enérgico y constante apoyo a los escritores que son víctimas del castrismo.


By JOSE ANTONIO EVORA
El Nuevo Herald

Tomás Esson y Yamel Molerio son dos artistas cubanos llegados a Estados Unidos en momentos muy diferentes de sus vidas. El primero era ya un artista reconocido cuando se radicó en Nueva York en 1990. Molerio tenía apenas nueve años cuando vino en 1980; creció y se educó aquí, y aquí ha llegado a hacerse profesor del New World School of the Arts.

En algo se parecen, sin embargo: ambos dibujan, y sus trabajos no tienen nada de convencionales. Por eso Alonso Art los ha reunido en la exposición The Unconventional Drawing. Volume I, que permanecerá abierta hasta el 29 de julio en la galería de la calle 36 del NW.

Cuando se habla de la llamada Generación de los 80 en la pintura cubana, el nombre de Tomás Esson tiene que estar ahí. Aquel grupo tuvo la osadía de usar lo aprendido dentro del sistema de educación artística de la isla para decir lo que pensaba, primer síntoma de una herejía cuyo diagnóstico definitivo firmaron colectivamente los insubordinados al radicarse en masa fuera de la isla.

Hubo un cuadro de Esson, expuesto en una céntrica galería habanera, que usaba la imagen emblemática de Ché Guevara como fondo de una escena de dos monstruos fornicando, y otro de Fidel Castro con un grotesco tabaco eyaculante. Ni corta ni perezosa, la censura se puso a trabajar en seguida, porque aquello era un atentado a la moral pública. Que el disgusto de las autoridades viniera más por el uso de las figuras-fetiche de la revolución que por la descarnada elocuencia sexual, da una idea de cómo ciertos leit-motivs de la cultura cubana merecían ser ventilados en actos sacrílegos para desmantelarse en toda la dimensión de su hipocresía.

Entonces la política era a menudo parte inseparable de las recreaciones que hacía Esson de los atributos sexuales. Desde hace algún tiempo esos signos andan muchas veces solos, ajenos a monstruos y a figuraciones de todo tipo, y solos han llegado a armar un ente inédito, que es la suma de vaginas, penes, senos, anos, bocas y ombligos, con los cuales el artista se dispone a hacer también dibujos animados. Aunque se vea en ellos la consumación de la mirada lasciva de Esson, el ente en cuestión no es más que una nueva Jungla, como alguien le dijo y él repite sin asombro. Su propio orden de esencias, representado con la pleitesía que dan la virtud de poder dibujar bien y la capacidad de ser original. Véase Ya comenzó la fiesta (2006) para comprobarlo.

Es la persistencia de la mirada irreverente sobre los símbolos de cualquier jerarquía lo que le ha llevado a usar las banderas cubana y estadounidense para poblarlas de sus signos. En lugar de estrellas, ambas muestran el amuleto de Esson, tan recurrente en toda su obra y que él se hace reproducir incluso en trabajos de joyería. Este amuleto, semejante a la cornamenta de un toro, tiene su propia historia, que puede consultarse en el sitio de internet www.tomasesson.com, donde también abundan las reproducciones de obras antiguas y recientes suyas y mucho material sobre su carrera artística.

La educación y la vida en Cuba vacunaron a Esson contra el mesianismo, al punto de que cree profundamente en Dios, pero no reconoce intermediarios. Desconfía de los enviados ansiosos por dictar pautas, a despecho de la naturaleza humana. Esas banderas y flags, series llamadas así, en español y en inglés, y con cada pieza diferenciada por un número romano, son sólo una prueba. Lo que distingue a la irreverencia de la profanación es el vínculo emocional del autor con los elementos que usa para parodiar el signo. Una bandera cubana puesta a ondear en un acto político segregacionista representa menos la idea de Cuba que cualquiera de estas banderas de Esson.

Si sus trabajos recuerdan la caricatura en alguna medida, los de Molerio entran casi de lleno en ese campo. El primero se vale de lo que ha llamado wet drawing y wet painting (dibujo mojado y pintura mojada, con obvias connotaciones sexuales), que formalmente lo distancian de aquella técnica, aun cuando use la plumilla. Molerio, en cambio, rasga la superficie negra del scratchboard y saca sus trazos en blanco, pero el resultado es un primo hermano del dibujo humorístico, acaso con un fondo mucho más denso y entrañable.

Por haber llegado acá siendo aún niño, Molerio no recuerda muchas cosas y ha dejado de vivir otras en su país natal. Lo impresionante es cómo las memorias de la infancia parecen haberlo afinado en una dirección: la de reparar en el lado significativo de expresiones cuya riqueza pasa inadvertida para otros cubanos; los que las usan, precisamente.

Otra vez estamos ante la experiencia de cómo, al distanciarse, gana el individuo en capacidad de observación, porque repara hasta en las cosas más sencillas. Hay aquí una indiscutible devoción afectiva que Molerio ha sabido dosificar para evitarse melodramatismos y dejarlo todo en el plano creativo-referencial. De entre la aparente simpleza de su dibujo brota el ingrediente imaginativo de los dichos populares como algo pasado por alto, y en cuyo rescate viene alguien que lo echa de menos. Porque no son propiamente las frases las que le seducen, sino el brillo que esconde tantas cosas detrás de ellas, desde una calle y un olor hasta los ecos de voces desconocidas, pero jamás olvidadas.

jevora@herald.com

'The Unconventional Drawing. Volume I', exposición de 'Banderas, Flags y Wet Drawings' de Tomás Esson, y 'Dichos', de Yamel Molerio. Alonso Art, 181 NW 36 St., Wynwood Art District. De martes a viernes, entre 10 a.m. y 5 p.m. Hasta el 29 de julio. (305) 576-4142.


Popular Post

BTemplates.com

Categories

Random Post

Popular Posts

Blog Archive