miércoles, 17 de enero de 2007

17 de enero de 2007

El exilio devora los jugosos detalles del parte médico.

MERCEDES GALLEGO. Miami

"¡Estamos otra vez en ´death watch´!" (vigilando la llegada de la muerte), decía entusiasmada Ninoska Pérez, fundadora de la asociación del exilio "Consejo por la Libertad de Cuba". Después de que el médico español José Luis García Sabrido les quitase estas Navidades la esperanza de que la muerte de Fidel Castro fuese inminente, las noticias que han llegado del hospital Gregorio Marañón de Madrid han devuelto la animación a la Pequeña Habana de Miami.

Ha sido otro revés por quienes cada día desde hace cuatro meses lo dan por muerto, pero los jugosos detalles de la enfermedad secreta compensan. Una hora antes, en su tertulia radiofónica de la mañana, la que fuese portavoz de la Fundación Cubanoamericana de Jorge Max Canosa hasta su escisión, se deleitaba con el parte médico. "Ha sido la noticia del día, ¡imagínate!, chispeaba. Algunos de sus contertulios encontraron en él la ironía que satisface sus corazones enturbiados por el rencor. Según ellos, el hecho de que Castro esté muriendo por la falta de nutrientes que no le llegan a través de su intestino enfermo es, de alguna forma, una especie de castigo divino por el hambre que pasa su pueblo en Cuba.

Ninoska Pérez especula con que haya sido el mismo Castro "ese hombre tan arrogante que quiere dominarlo todo" el que haya comprometido el éxito de la primera operación al darle órdenes a los médicos para que apresuraran el procedimiento. Se basa en el rumor de que cuando le operaron la rodilla tras la caída de octubre de 2004 se dice que, bajo los efectos de la anestesia local, fue capaz de dirigir la operación.

La filtración sobre el expediente médico del comandante de una revolución que ha dejado cerca de un millón de exiliados al otro lado del Estrecho Florida es suficientemente jugosa. Indica que se avecina su fin, y por lo mismo los cubanos de Miami quieren creerla.

Buscar la confirmación

"Yo no creo que "El País" dijera algo así sin ser verdad, ¿no?", inquiere en busca de confirmación. "Un médico como ese no pondría en peligro su prestigio", se ratifica. Sabe, sin embargo, que el doctor Sabrido, del que se sabe vida y milagros, ha denegado ser la fuente, pero no la veracidad de la información, porque pese a ser apenas las 10 de la mañana ya se ha empapado de todos los detalles surgidos la noche anterior a ambos lados del océano.

Renace la intriga, pero no hay nada más que puedan hacer. "Llevamos preparados para ese día mucho tiempo", suspira. Y no, Ninoska no desea la muerte de nadie, pero en el caso de Fidel cree que vale la pena hacer una excepción y celebrarla sin remordimientos "porque simbolizará el fin de muchas otras muertes", sentencia.


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