jueves, 17 de mayo de 2007

ARTURO ARIAS-POLO
El Nuevo Herald

Carlos Brito, Carlos Cruz, Chano Isidrón y Raúl Durán, en la comedia 'La curva de la felicidad'
Carlos Brito, Carlos Cruz, Chano Isidrón y Raúl Durán, en la comedia 'La curva de la felicidad'- Gastón de Cárdenas / EL NUEVO HERALD

Si usted se considera un cuarentón en crisis no piense que está solo. Cuando conozca la historia de los personajes de La curva de la felicidad, la comedia que subirá mañana al escenario del Teatro 8, podrá compartir su angustia con ellos.

También se reirá de las torpezas de Quino, un libretista de televisión capaz de ofrecerle a tres sujetos diferentes un contrato de compra-venta de su casa después de su ruptura matrimonial. Las secuelas del divorcio lo han trastocado a tal punto, que Fernando, psicólogo de profesión y candidato al inmueble, improvisa una terapia donde también convoca a sus rivales.

La reunión permitirá conocer que Manuel, director de las teleseries de Quino, y Javier, el encargado de la mudanza, padecen del mismo mal del abandono y son tan inseguros como el vendedor.

'Los tres se la pasan alardeando de su libertad, pero en el fondo lo piensan dos veces antes de volver a salir `al mercado' para una nueva conquista'', dice Marcos Casanova, director y adaptador de la puesta, ``Su angustia los une y los iguala. Al final, todos se dan cuenta de cuánto necesitan a las mujeres para ser felices''.

Con semejante argumento, no asombra que, desde la fecha de su estreno en Madrid, hasta principios de este año, La curva de la felicidad, escrita por los españoles Eduardo Galán y Pedro Gómez, se haya mantenido entre los títulos favoritos de la temporada. Una hazaña que se ha repetido en la gira que actualmente lleva a cabo por la península ibérica.

''Lo bueno de esta comedia es que todas las mujeres salen reivindicadas'', señala Casanova, ``El hecho de abordar la separación de las parejas y la repartición de sus bienes hace muy actual el conflicto''.

El director dispuso de poco tiempo para este montaje. Su recorrido por España con Las heridas del viento, la obra de Juan Carlos Rubio que lo devolvió a su faceta de actor junto a Humberto Rossenfeld, lo paseó por la sala Triángulo de Madrid, el Teatro Cero de Sevilla y el Palacio Erisana de Lucena.

''Nos fue tan bien que volveremos en el otoño'', dice complacido, ``Por suerte, los actores de La curva de la felicidad son tan profesionales que han vencido todos los obstáculos con pocos ensayos''.

Se refiere a Carlos Cruz, Raúl Durán, Chano Isidrón y Carlos Brito, un cuarteto muy efectivo en el arte de traducir las inseguridades y los miedos de estos cuarentones ''al borde de un ataque de nervios'', mientras se escucha Lo siento, mi amor, el conocido tema de Rocío Jurado convertido en alusión directa a la trama.

''Al final de La curva de la felicidad, el público masculino sabrá si realmente representan el sexo fuerte'', apunta Casanova, ``Si no se dan por aludidos con esta comedia, al menos sabrán que no acabarán de pagar su hipoteca antes de su jubilación. Todo depende de la paciencia que tengan''.

aarias-polo@herald.com

'La curva de la felicidad' en el Teatro 8, 2101 SW 8 St. Viernes y sábados a las 8:30 p.m., domingos 5:00 p.m. (305) 541-4841. Desde mañana hasta el 15 de julio.


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