domingo, 24 de junio de 2007

Por Luis de la Paz
Diario Las Américas

Denis Fortún Bouzo
Denis Fortún Bouzo

Todo acto de creación artística está regido por patrones: la plástica por las formas y el dibujo; la fotografía por la composición y la luz; la literatura, en su gama más amplia, por el dominio de la narración y el ritmo o la métrica para la poesía. En el marco de la métrica se sitúa la poesía del escritor cubano Denis Fortún Bouzo, habanero de nacimiento y cienfueguero por adopción, pues residió y trabajó muchos años en esa región de Cuba hasta que salió al exilio.

Fortún nos habla de la décima, la forma poética que prefiere para expresarse y de su más reciente libro, próximo a aparecer. Frente a una olorosa copa de vino tinto, en medio del calor desatado sobre Miami tras un torrencial aguacero, el escritor se refiere a su obra y la actualidad.

1.—Usted es narrador y poeta, siendo la décima una de las formas en las que prefiere expresarse. ¿Qué hay en la décima que lo atrae tanto?

—Primero que todo por su musicalidad; disfruto mucho el verso octosílabo precisamente por su ritmo; segundo, porque asumo como un reto el hecho de construir imágenes a partir de una estructura que no da margen a salirse de sus formas. Aunque también lo hago y la irrespeto un tanto, en el mejor sentido, desde luego, para darle un aire diferente o al menos una postura algo más apegada a mis orígenes que no son campesinos. Un poco como que la cubro del asfalto en que crecí en La Habana.

2.—Pronto aparecerá Zona desconocida, un libro de décimas. ¿Podría darnos detalles sobre ese libro?

—Zona Desconocida, que está publicando Ediciones Itinerantes Paradiso, que dirige Ignacio T. Granados, es el resultado de dos libros de décimas dentro de esa impronta de asfalto de la que te hablaba, (o de Nuevo Vedado, lugar donde crecí y estuve viviendo hasta los 21 años que me fui para Cienfuegos), como le dije a alguien una vez tratando de separar en cierta medida mis décimas de las llamadas décimas cultas o lezamianas, definición que luego de escuchar mucho, cada vez tengo menos clara. En realidad son dos cuadernos en un solo libro. El primero un cuaderno hecho en Cuba, y el segundo, escrito íntegramente aquí en Miami, y por supuesto con más desgarramiento que el anterior porque la catarsis es la primera herramienta de las que me asisto al momento de escribir. Y porque a pesar de muchos no coincidir conmigo, creo en el desgarramiento para con la poesía, claro, luego de limpiarse porque se puede caer en el ridículo y la metatranca con mucha facilidad.

3.—Usted fue director de la Casa del Joven Creador en la provincia de Cienfuegos. ¿Cuál era el propósito de esos centros desde el punto de vista cultural y político?

—La razón fundamental de una institución como ésta (dicho sea de paso, son las sedes provinciales de la Asociación Hermanos Saíz, AHS), primero que todo, es no dejar el más mínimo margen al free will o libertad de creación a ningún joven con inquietudes artísticas. Todo eso se hace en nombre de la supuesta protección del creador, con el objetivo de ofrecerle espacios para la presentación de sus obras, ya fuese lo mismo plástica, literaria, escénica o de la llamada novísima trova. La intención es tener bien amarradita la propuesta artística del joven desde el punto de vista político, más que creativo, por esa vieja máxima en el proceso que se conoce como contra la “obra” nada, a favor de la “obra” todo. Por lo tanto se busca aglutinar al talento artístico joven bajo la égida de una asociación que dice ella misma protegerte como artista desde las perspectivas de la AHS, y a su vez, “atenderte metodológicamente” como creador desde la dirección misma de la Unión de Jóvenes Comunistas, todo con el claro objetivo de que si te sales del redil, pues no serás nada, y por consiguiente no tendrás espacios si no la militas. Es lo mismo que pasa con la UNEAC [Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba], si no perteneces a “ella” no te reconocen como creador. Es bueno aclarar que de la AHS es de la que se nutre ahora la UNEAC.

4.—En estos momentos el grupo de música rock Porno para Ricardo y su director Gorki Aguila están enfrentando y desafiando al régimen castrista con temas musicales muy fuertes y directos. ¿Qué podría estar ocurriendo con las autoridades para que esté sucediendo este hecho sin precedentes?

—Precisamente eso, El grupo Porno... es uno de los más castigados en ese sentido porque jamás se plegó a las orientaciones y siempre ha tenido como postura el hecho de una creación consecuente con su modo de pensar, aun al precio que ahora están pagando por no aceptar a la institución como el oráculo y la verdad absoluta. De hecho en el último disco que está oyéndose ahora mismo en Miami con mucha fuerza, hay una canción que grafica eso muy claramente y es la que le “dedican muy amorosamente” al presidente nacional de la Asociación Hermanos Saíz, un individuo que se tomó muy en serio cerrarle cualquier espacio al que pudiesen acceder ellos. De hecho, fui testigo que en un concierto de rock a celebrarse en Cienfuegos, cuando el coordinador de esta “manifestación musical” decidió invitarlos por su talento y prestigio dentro del movimiento del rock cubano, el presidente provincial puso el grito en el cielo. Entonces pidió autorización a La Habana y ésta por supuesto contestó que no, bajo amenaza de que si desobedecían se suspendería el concierto. De por sí estos actos son de muy difícil materialización en Cuba debido al miedo del régimen al movimiento de rock cubano y a lo estigmatizado que tienen a sus integrantes. El estilo diferente que proyectan, incluso su modo de vestir es algo a lo que en Cuba se le teme. Por tanto, la respuesta actual de las autoridades es de esperarse y cualquier medio para silenciar a estos muchachos pues les va a servir, no importa escrúpulos a la hora de aplicarlos.

5.—¿Está trabajando en algún nuevo proyecto?

—Recién he terminado una novela que se titula Cueros contemporáneos y es una historia que puede definirse desde amor hasta de denuncia, pero sin la intención del panfleto. Cuenta una realidad que de por sí es subversiva. Le escuché a alguien decir una vez que en Cuba con nada más que poner una cámara y filmar una esquina cualquiera de La Habana, la realidad que iba a descubrirse era contrarrevolucionaria; pues mi novela sólo cuenta esa realidad desde Cienfuegos, La Habana y Miami, por supuesto desde la perspectiva de un individuo que se siente solo, triste por haber dejado a sus hijos y mujer en Cuba al no tener otra alternativa. Y por tanto miedo a esa soledad vive en Miami con su primer amor que antes del ochenta fue una lesbiana prostituta que lo sedujo cuando tenía catorce años. En fin, una historia como muchas que vino a nacer por la sugerencia de una amiga de que hiciese largo un cuento.

DelapazL@aol.com


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