miércoles, 10 de octubre de 2007

Novedades de Quintana Roo
Por Jaime Palomo


José Luis Sabater Torres, el balsero que narró su odisea, llegó a Miami para encontrarse con su familia, pero principalmente con la pequeña Gisel

El viaje fue largo y había muchos riesgos, incluso hasta podría perder la vida en el trayecto, o la libertad en una prisión mexicana. Sin embargo José Luis Sabater Torres, asumió el reto y dejó parte de su historia en Cuba para viajar a México en una balsa "hechiza" junto con 16 indocumentados más. En su trayecto pasó de todo, y al final consiguió su objetivo, estar con su hija en Miami.

Novedades de Quintana Roo, el único medio local en seguir la ruta de un balsero desde su salida de La Habana hasta su llegada al vecino país del norte, vuelve a tener comunicación con Sabater, quien finalmente logró el sueño tan anhelado.

El viaje lleno de peligros y aventuras sin igual, tuvo una escala en Isla Mujeres, a donde arribaron para luego ser trasladados a la ciudad de Cancún ya que fueron puestos a disposición de las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM).

Los balseros fueron asegurados por elementos de la Quinta Región Naval el viernes 28 de septiembre, en la playa que se localiza frente a las instalaciones del Colegio de Bachilleres, en el municipio Isla Mujeres.

Un día después las autoridades de la ínsula informaron que las personas fueron ubicadas entre los matorrales de la playa oriente, después de que la embarcación de manufactura casera -de unos tres metros de eslora- tocara tierra en el litoral.

Entre los viajeros se encontraba José Luis. En una charla recordó que hace unos cuatro meses, tuvo una plática con unos amigos y entre todos planearon salir de Cuba, unos porque no soportaban más el tipo de vida, y otros por llegar con familiares ya establecidos en Estados Unidos de Norteamérica.

Inicialmente era un grupo de siete personas, pero conforme pasaron los días otros se unieron a la organización, y al final 16 cubanos comenzaron el plan de fuga. Por medio de aportaciones compraron madera y comenzaron a construir una embarcación, luego se hicieron a la mar.

Terminó el viaje

Sabater salió de Cancún la tarde del pasado 3 de octubre en el vuelo 428 de Aeroméxico con destino a la ciudad de Matamoros, en el fronterizo estado de Tamaulipas, con una escala en la Ciudad de México.

El cubano llegó a ese punto y ahí fue donde tuvo un mal momento. Según comentó ayer desde la casa de sus familiares en Miami, cuando llegó a una estación migratoria dijo que pidió asilo político.

"Ya me encontraba en este país (USA) cuando les dije que yo quería pedir asilo, porque no me gustaban las leyes de mi país ni el régimen que lo gobernaba. Entonces mostré la documentación que llevaba. Un pasaporte y el oficio de salida que me dio migración en Cancún", dijo.

Antes de encontrarse con personal del vecino país, fue entrevistado por elementos del INM en Matamoros. Ahí un agente le dijo que el oficio de salida, con número de folio INM/DRQR/SDR/2085/2007 era falso. Le dijeron incluso que si se lo comprobaban iba a pasar cinco años en prisión.

"Les dije que no era de ninguna manera falso. Que estaba legal y ni así me dejaron. Estuve toda la madrugada del viernes pasado en sus oficinas. Incluso llegó una pareja de cubanos con sus hijos y también los detuvieron pero no sé en realidad la causa", comentó.

Después de pasar la frontera abordó un avión que lo llevó a Houston y ahí fue a recogerlo un amigo que lo llevó a Miami, para encontrarse después de siete años con su hija Gisel. El encuentro fue único e inolvidable.

"Ya sabrás hermano. Abracé a mi hija, a mi esposa, a mis dos hermanos. Lloré de emoción. No hay palabras para describir lo que uno siente. Eran las 18 horas del sábado aquí en Miami cuando me encontré con mis seres queridos", apuntó.

La plática se prolongó hasta la madrugada del domingo, y ayer José Luis tuvo un tiempo para descansar, mucho más tranquilo para estar con su familia y contarles una aventura que viven miles de cubanos.

"Quiero legalizar mi estancia en este país, comenzar a trabajar, tener una nueva vida, ayudar a mi esposa e hija. Mi vida va a cambiar, creo que positivamente, espero algún día volver a saludar a mis amigos mexicanos que me brindaron su apoyo", asentó.

José Luis tuvo un viaje largo, su esperanza fue tan firme como la de un roble que ni la tempestad logró acabar con su sueño. Al final ya levantó la copa y brindó por su libertad, a fin de cuentas ya está con Gisel.


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