viernes, 10 de octubre de 2008

Julio M. Shiling
Cubanos sin Fronteras
Julio M. Shiling
jmshiling@patriademarti.com

Los fundamentalistas de la lucha de clases están estáticos. Así también los aduladores del Estado predatorio, e igual, insalvable abominadores del capitalismo. Pero antes de que se intoxiquen del opio delirante que cosechó el gurú del colectivismo, avecinando el cumplimiento de los pronósticos del terco comunista, paren la insensatez y desinformación. La actual situación financiera de los Estados Unidos se está reportando, llevado más por emocionalismo ideológico, que por objetivo y erudito examen.

La crisis tentativa es verdadera. Las recetas recuperadoras, amargas pero necesarias, han sido planteadas por la actual administración estadounidense. Están sobre la mesa legislativa, en debate, y si no son desvirtuadas por proyectos irrelevantes a la solución del problema, serán convertidas en ley por el Presidente Bush. Simultáneamente, la gran prensa, élites culturales y políticos están pintando un cuadro descriptivo del asunto, erróneo. El análisis que presentan es más misionero que empírico. La premisa que más circula está sustentada por una hipótesis, maliciosamente defectuosa. Omite, convenientemente, variables seminales. El elenco que están directamente culpando es el sector privado financiero, sus ejecutivos, la desregulación y el ocupante existente de la Casa Blanca. Pero el blanco primordial de esta cruzada estatista es el capitalismo, sus mercados y prácticas económicas libres y la corriente anti-gubernamental, prevaleciente en el Primer Mundo, desde los gobiernos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

Desglosaremos la temática, primero en general y luego, con más especificidad. Punto aclaratorio inicial: asuntos económicos son de carácter dinámico y no escapan la ley de causa y efecto. El agente tangible de la crisis financiera norteamericana se resume en una palabra: liquidez. Demasiado de la misma y después, muy poco. O sea, la capacidad de convertir activos (propiedades, acciones, instrumentos de capital, etc.) en dinero efectivo, fácil y sin perder valor, estuvo en bonanza y ulteriormente, se estancó. El problema mostró sus efectos, primero, en el sector inmobiliario, se regó hacia el crediticio y hoy abarca el sector financiero completo...

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Julio M. Shiling
http://www.patriademarti.com


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