miércoles, 5 de agosto de 2009

Diario de Yucatán
Por MIRTA OJITO

Dominguez, un médico general en uno de los barrios más pobres de La Habana, compró un barco en 12,000 pesos (el equivalente a ahorrar todo su salario durante tres años) para escapar del Gobierno que lo capacitó para ser un doctor internacional.

El barco era viejo y se tuvo que equipar con la transmisión de un Ford 1952, uno de los muchos coches estadounidenses que aún circulan por las calles de La Habana. El mecánico le advirtió que no tenía reversa. El barco sólo podía moverse hacia adelante.

“Perfecto”, contestó Dominguez, ahora con 46 años. “No planeo regresar. A partir de hoy, sólo voy para adelante”.

Y, así, armado con la brújula de su abuelo, de la Segunda Guerra Mundial, salió de Cuba y llegó a Miami, remando las últimas siete horas cuando se acabó la gasolina. Tenía 28 años y estaba listo para reanudar su vida como médico...

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