domingo, 6 de enero de 2013

SUSAN MILLER DEGNAN
SDEGNAN@MIAMIHERALD.COM

Arturo Martínez era un muchacho que amaba los deportes cuando cursaba el noveno grado en el colegio jesuita Belén de Miami, en los estudios sacaba A y corría a campo traviesa y jugaba basquetbol, cuando de pronto los médicos le extirparon cerca de la mandíbula un tumor del tamaño de una pelota de golf.

Días después de la operación, el resultado de la biopsia fue devastador para la familia: linfoma Hodgkin de grado 4.

El cancer había invadido ambos lados del cuello, y Arturo tuvo que someterse a un brutal régimen de quimioterapia y radiaciones.

Martínez, entonces con 14 años de edad, sólo quería saber una cosa: “¿Podré todavía jugar basquetbol?”

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Cubanoamericano estudió en Belén, le ganó al cáncer y juega con los Fighting Irish CARL JUSTE / MIAMI HERALD STAFF

Seis años después de sobrevivir a tan crucial experiencia, Martínez, con 20 años de edad, 6.4 pies de estatura y 250 libras de peso, vestirá los tradicionales colores azul y oro de los Fighting Irish cuando Notre Dame, número uno en el ranking, salte a la cancha del Sun Life Stadium el lunes para disputar contra los Crimson Tide de Alabama el BCS National Championship, el partido máximo de football universitario en Estados Unidos.

Martínez es la historia más conmovedora de Miami en el juego por el título.

El cubanoamericano se ganó un puesto en el equipo de football universitario pese a no tener ninguna beca, después de jugar un año en high school. Y lo hizo con Notre Dame, un campus con mucha historia donde también un muchacho llamado Daniel “Rudy” Ruettiger hizo un camino similar.

En la versión cinematográfica, “Rudy” es alzado por sus compañero en una emotiva escena.

El lunes, sin embargo, Martínez no verá acción. El defensive end, quien es junior, no ha jugado aún en un partido oficial, pero si uno llega temprano a la cancha verá al número 86 trabajando tan duro como el resto de los Irish en los calentamientos.

“Son 20 minutos en los que soy como los demás jugadores”, dijo Martínez.

Quienes conocen a Martínez aseguran que se trata de un joven de extraordinario carácter: inteligente, caluroso, espiritual, trabajador, motivado, y además simpático.

Y como Ruettiger, Martínez es una figura que inspira.

“Lo llamo Rudolfo’’, dijo Arturo Martinez, Jr., el padre de Art. “El es nuestro milagro’’.

Ganarse un puesto en un programa de elite como Notre Dame es extremadamente difícil para un jugador no becado. Y si lo consigue, su principal responsabilidad es preparar a sus compañeros para cada partido imitando en las prácticas los esquemas y tendencias del próximo oponente.

Martínez y los otros jugadores no becados, algunos de los cuales ocasionalmente juegan en los partidos, deben seguir las mismas reglas y cumplir el mismo trabajo que los jugadores becados.

“Nuestra defensa no concede muchas yardas, y parte de la razón es que hay gente como yo que son martillados diariamente”, dijo Martínez, cuyo equipo es número 1 en el país en puntos permitidos y sexto en yardas concedidas. “Los titulares practican con gente como nosotros y lo hacen a la de verdad”.

Después de lo que sufrió cuando fue detectado con cáncer en su años en Belén, el martilleo en las prácticas probablemente es cosa leve para él.

Tomado de: El Nuevo Herald

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