lunes, 9 de marzo de 2015

NORA GÁMEZ
TORRESNGAMEZTORRES@ELNUEVOHERALD.COM
03/07/2015 9:52 PM

No es usual encontrar a un oficial de la Guardia Costera de Estados Unidos en un evento académico, pero Fernando E. Pérez se acercó a la reciente conferencia de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos celebrada en Miami para aprender más sobre la realidad de una isla que conoce solo a través del testimonio de balseros que buscan llegar a suelo estadounidense.

“Soy lingüista para el Guardacostas y mi trabajo normal es escuchar las historias de los cubanos que tratan de venir a Estados Unidos. Nunca he pisado Cuba pero he sido parte del proceso por el que los regresan a la Bahía de Cabañas” –en la actual provincia de Artemisa– explica durante uno de los recesos del evento, en la Universidad Internacional de la Florida.

Según la actual política de “pies secos-pies mojados”, puesta en vigor a raíz de la llamada “crisis de los balseros” en 1994, los cubanos que intentan llegar a Estados Unidos por vía marítima y son interceptados por la Guardia Costera, son devueltos a la isla.

El trabajo de Pérez, una mezcla de traducción y asistencia psicológica, trata directamente con el drama humano de la inmigración ilegal a través del estrecho de la Florida e intenta abrir un canal de comunicación entre los guardacostas y los cubanos.

“Muchas veces los barcos guardacostas no tienen alguien que hable español. Ellos tienen que pasar allá a veces tres o cuatro días en nuestros barcos, en lo que tenemos la oportunidad de devolverlos y, durante el tiempo que están allí, hablo con ellos porque tiene que haber un cierto nivel de comunicación”, explica.

Sobre las operaciones de rescate de los guardacostas, explica que “en ocasiones los encontramos ya cuando están cerquita, llegando a tierra americana. A veces ellos mismos piden ayuda para el rescate, con luces, o amarran ropa para pedir auxilio porque su motor se rompió y ya no pueden seguir navegando”.

Gracias a su contacto frecuente con estas personas que arriesgan mucho para salir de Cuba, el oficial tiene información de primera mano sobre sus motivos para emprender tan arriesgada travesía: “Muchos de ellos salen en grupos de familiares, vecinos, gente del barrio”, dice.

Pero Pérez no se ve solo como un oficial o un experto que puede cooperar en las operaciones de rescate, sino como que intenta ser “como un pariente para ellos, para que no vean que el guardacostas está ahí solamente para recogerlos y mandarlos otra vez para Cuba” y añade:

“Yo solamente estoy ahí para escuchar sus historias y ser un poquito humano con ellos. Ellos ven a los guardacostas como si fueran policías, ‘esta gente nos recogió y nos van a llevar para Cuba’, piensan. Yo estoy ahí para hablar con ellos y decirles: ‘yo sé que esta situación es un poquito difícil pero tengan un poquito de fe”.

“Tengo fotos aquí en mi teléfono de una nena como de tres años que había tratado de cruzar ya como tres o cuatro veces con su mamá y su papá. Es triste, yo he llorado muchos días con estas historias”, recuerda.

Pérez, de 41 años, nació en Puerto Rico y lleva trabajando 22 años en la Guardia Costera. Aunque su posición oficial se encuentra en Virginia, viene hasta el sur de la Florida en períodos en que la Guardia Costera ya ha identificado como de mayor tráfico en las aguas del estrecho, sobre todo durante los meses del verano, en el que “históricamente los cubanos piensan que tienen más oportunidades de llegar porque no tienen que batallar con las condiciones del mar”.

En enero de este año, el Nuevo Herald reportó sobre el aumento de la inmigración de cubanos en 2014, la cifra más alta en una década, con más de 20,300 que intentaron llegar o arribaron a EEUU.

Tras el anuncio del 17 de diciembre, la Guardia Costera intensificó el patrullaje en las aguas del Estrecho de la Florida al notar un aumento en el flujo de inmigrantes y emitió una declaración para asegurar que la política de “pies secos/pies mojados” y la Ley de Ajuste Cubano, que permite a los inmigrantes cubanos obtener beneficios y residencia permanente de manera expedita, no habían cambiado a pesar de la nueva política hacia Cuba.

Pérez confirmó que ha encontrado grupos de cubanos que “se han tirado al mar porque pensaban que la Ley de Ajuste ya se había terminado”, pero una portavoz de la Guardia Costera informó a el Nuevo Herald de un descenso en el flujo migratorio desde mediados de enero, cuando los rumores sobre el cambio en la ley fueron más fuertes.

Desde el inicio del año fiscal en octubre hasta finales de febrero, la Guardia Costera contabilizó 1,573 cubanos que llegaron a EEUU, fueron interceptados por los escampavías o interrumpieron su viaje y retornaron a la isla, una estadística conocida como “flujo migratorio”.

Pero más allá de los rumores sobre la política migratoria, el anuncio del reestablecimiento de relaciones diplomáticas ha tenido poco impacto en los planes de quienes desean salir de la isla, según la información que Pérez recibe de primera mano.

“Yo les pregunto si han escuchado que las relaciones con Estados Unidos han mejorado y ellos dicen que sí, que eso se escucha en la isla pero que no les afecta su vida diaria y responden: ‘nosotros no vemos los beneficios económicos; muchas veces tenemos que escoger entre comprar unos zapatos o comer por una semana. Las relaciones entre Estados Unidos y Cuba nunca llegan a nuestro nivel así que nosotros vamos a seguir viniendo”.

Tomado de: El Nuevo Herald

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