Posted on Thu, Jun. 02, 2005
ANDRES REYNALDO
El Nuevo Herald
Alfonso Pérez Farfante, pediatra cubano con una eminente carrera en la isla y Estados Unidos, murió el jueves en su hogar de Coral Gables. Tenía 84 años.
Durante más de cincuenta años, Farfante, a quien tanto sus pacientes como sus amigos y familiares llamaban Popo, destacó por su profunda humanidad, sus amplios conocimientos de medicina y un particular don para tratar con los niños.
''Era increíble ver lo bien que se llevaba con los muchachos'', comentó el doctor Otto García, quien lo conoció desde sus tiempos de estudiante en la Universidad de La Habana.
Nacido el 24 de agosto de 1920, en Güira de Melena, comenzó a ejercer desde fines de la década de 1940 en el Hospital Municipal de Infancia de la capital. Por su entusiasmo y dedicación muy pronto se convirtió en uno de los pediatras más respetados del país.
En 1970, ya con 50 años, retomó su práctica en Miami. No tardó tampoco en establecerse como una figura admirada por pacientes y colegas. Silvia Muray, ex directora del departamento internacional de Miami Children's Hospital, precisó que todavía hoy Farfante es una presencia inspiradora para esa institución. Sirvió también como jefe del servicio de pediatría del Hospital Mount Sinai, de Miami Beach, y tuvo una trayectoria sobresaliente en el Mailman Center, del Hospital Jackson Memorial, en Miami.
Ya retirado, siguió brindando sus cuidados como voluntario en la clínica adscrita a la Iglesia de San Juan Bosco, en La Pequeña Habana. Monseñor Emilio Vallina, a cargo de esa parroquia, dijo que Farfante ofreció allí tanto sus inestimables saberes como su aporte económico.
''Para mí es una gran pérdida'', comentó Vallina.
Durante los últimos años, la salud de Farfante inició su declive. Al cabo de graves recaídas, el pasado martes decidió abandonar el Hospital Mercy, de Miami, y dejar de tomar las medicinas que ya no podían salvarle.
''Fue médico hasta el último día'', observó su sobrino, el arquitecto Raúl G. Pérez.
A las 9 a.m. del jueves, rodeado de familiares en una habitación iluminada por sus cuadros favoritos, y con media ciudad a la expectativa del teléfono, se apagó su existencia marcada por el afán de curar, la generosidad y la alegría.
Hombre de proverbial conversación, extensa cultura y destilada experiencia, Farfante fue médico de cuerpos y de almas, de chicos y de grandes. Hasta el momento final, la puerta de su casa se abría desde el amanecer hasta la medianoche. Para sus amigos, era una fiesta compartir la fulminante ironía, la minuciosa memoria y los exquisitos gustos de un carácter forjado en los contrastes de su demandante vocación y su heroica sed de vivir.
Le sobreviven, además de Pérez, su hermana Isabel Canet, de Key Biscayne, y sus sobrinos Carlos Pérez, en Cuba; Gerardo y Eduardo Canet, en Nueva York; y María Isabel y José Lanio, en Washington D.C.
Será velado hoy de 6 a 11 p.m. en la Funeraria Rivero, de la Calle 40 y la avenida 82, en Miami. Habrá una misa mañana sábado a las 11 a.m., en la Iglesia San Juan Bosco, en Flagler y la avenida 13 de La Pequeña Habana.
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