El Nuevo Herald
Rodeado de mapas, fotografías y maquetas que reproducen zonas de El Vedado y La Rampa, la esquina de Tejas y el casco histórico urbano frente a la bahía, el arquitecto Nicolás Quintana vislumbra apasionado La Habana del futuro.
''Este proyecto justifica mi propia existencia'', afirmó Quintana, profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Internacional de Florida (FIU). ``Lo importante es que estamos visualizando la ciudad hacia el futuro de una manera sostenible, sin perder sus tradiciones urbanas''.
Los 80 años han sorprendido a Quintana en una intensa etapa de trabajo, al frente del proyecto La Habana y sus paisajes, un ambicioso estudio que pretende establecer las bases para la reconstrucción de la capital cubana respetando sus valores arquitectónicos e identidad urbanística. La investigación se inició en septiembre del 2004 y debe concluir a mediados del próximo año.
El proyecto cuenta con un presupuesto de $325,000 --donado por los urbanizadores cubanoamericanos Sergio Pino y Anthony Seijas-- y ha involucrado a un equipo multidisciplinario de 25 especialistas, entre profesores y alumnos. Esta semana en un salón de la Escuela de Arquitectura, 17 estudiantes de Diseño desplegaron las seis maquetas elaboradas y explicaron sus conclusiones luego de un arduo semestre de ''inmersión'' en los espacios habaneros.
Las maquetas han seleccionado zonas como ejemplos genéricos que pueden aplicarse en otros sitios de la ciudad e incluyen tanto las estructuras actuales como las propuestas constructivas. Las zonas escogidas para el estudio son la esquina de Tejas y La Rampa; las calles Reina (de Fraternidad a Belascoaín) y Carlos III (de Belascoaín al Castillo del Príncipe); el área del Malecón comprendida entre el Banco Nacional de Cuba y el Parque Maceo; la Habana Vieja y una unidad vecinal del barrio de El Vedado, enmarcada entre las calles Línea y 23, y las avenidas de Paseo y G (Avenida de los Presidentes).
''En el grupo de estudiantes hay sólo cuatro cubanos, pero la mezcla de nacionalidades y perspectivas fue interesantísima, y todos se integraron al trabajo como una sola persona'', relató el profesor.
El investigador Manuel Lorenzo, quien ha contribuido en la información de satélite, asegura que su vínculo al proyecto ha tenido para él una particular significación.
''Es la primera vez que Cuba se me hace real'', confesó Lorenzo, quien nació en El Vedado y emigró de Cuba cuando tenía 5 años, en 1962.
Para Juan Antonio Bueno, decano de la Escuela de Arquitectura de FIU y codirector del proyecto en asuntos ecológicos, la experiencia le ha abierto ''un interés académico y profesional sobre La Habana, más allá de los vínculos sentimentales'' que lo unen a la ciudad que abandonó a los 13 años.
A pesar del reto que implica la realización del proyecto desde la distancia geográfica, Quintana explica que los diseños cuentan con la más acuciosa y actual información sobre La Habana. Las maquetas han sido confeccionadas con los planos geodésicos de la ciudad, información de satélite y fotos recientes de fachadas y manzanas que han sido enviadas desde Cuba.
''La colaboración que hemos recibido de personas amigas en Cuba ha sido fabulosa, y espero que algún día podamos agradecerla con nombres y apellidos'', señaló Quintana, que tomó el camino del exilio en enero de 1960 y nunca ha regresado al país natal.
Desde un comienzo, los promotores de La Habana y sus paisajes aclararon que el proyecto estaba abierto a la colaboración de profesores e individuos a título personal, pero no a las instituciones gubernamentales. La propuesta de reconstrucción aguardará por los cambios democráticos en Cuba tras la desaparición del régimen de Fidel Castro.
La respuesta no se ha hecho esperar: más de 400 fotografías --impresas o en discos compactos-- han llegado a las manos de Quintana utilizando las vías más impredecibles, además de otros documentos con valiosísima información para el estudio.
''Partimos de lo que existe para darle continuidad a una ciudad que ha estado paralizada en el tiempo'', aseveró Quintana, artífice del movimiento arquitectónico moderno que floreció en Cuba a mediados del pasado siglo.
Pero insiste en que no se trata de imponer soluciones, sino de brindar a los arquitectos y urbanizadores sugerencias de enfoque para que la reconstrucción de La Habana no se caotice con la proliferación de las autopistas, las comunidades cerradas y el crecimiento suburbano, como ha sucedido en Miami.
''No queremos que la reconstrucción sea una carga para las futuras generaciones'', agregó el arquitecto. ``La Habana debe crecer en cuadrículas urbanas al estilo de El Vedado, combinando corredores, edificaciones verticales y el modelo de distancias peatonales en los vecindarios''.
En enero comenzará la etapa final para sugerir diseños arquitectónicos en los derrumbes localizados dentro de la ciudad, al tiempo que concluyan los estudios ecológicos y sociopolíticos integrados en el proyecto.
Quintana planea hacer una presentación pública en ocasión del 20 de mayo, fecha del nacimiento de la república de Cuba.
Para finales del 2006 debe estar listo --primero en inglés y luego en español-- el libro resumen del estudio, con más de 400 páginas de textos e ilustraciones, y añadirá un CD que permita un recorrido virtual por la ciudad. Para ese volumen Quintana ha escrito una historia de La Habana en 16,400 palabras que resume su experiencia de 50 años de dedicación al urbanismo y la arquitectura.
''En los últimos seis meses nunca me he acostado una noche antes de las 2 de la madrugada'', contó Quintana. ``Para mí esto no es un pasatiempo, sino una razón de vida y un acto de amor por Cuba''.
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