Posted on Fri, May. 19, 2006
By JOSE ANTONIO EVORA
El Nuevo Herald
El mal humor es lo que abunda. Pero el bueno nunca está de más.
De hecho, hace mucha falta. Ojalá creara adicción y fuera tan contagioso como las ganas de reír.
Seguro que Yes es un programa relativamente nuevo en la televisión local. No son Time Warner, DreamWorks y Walt Disney Studios los que están invirtiendo dinero en producirlo. Tampoco parece ser el fruto de un plan ultrasecreto y fríamente calculado para cambiar la imagen de la televisión en español de Miami. Sin embargo, mucho de esto último viene ocurriendo desde que sale al aire en el Canal 41-América TV.
¿A qué se debe?
La culpa, ya lo sabemos, la tiene el comediante Alexis Valdés, a quien no se le puede hacer un cuento sin que él haga tres. En auxilio de su indudable talento histriónico, el anfitrión de Seguro que Yes derrocha algo que les produce urticaria a los frívolos: agilidad mental. Le sobra chispa. Aun así, no es suya toda la culpa. Aquí pasa algo más, y tiene que ver con el flanco generalmente débil de la mayoría de los restantes espacios humorísticos.
Se llama guión. El combustible necesario para que la chispa siempre prenda.
El hecho de que Valdés encabezara su cuerpo de guionistas con Ramón Fernández Larrea y El Pible estableció un presupuesto de rigor. Ambos son humoristas de bien ganado prestigio, capaces de crear situaciones de comedia con al menos un mínimo de elaboración, que es en definitiva la mejor forma de hacer reír. Los chistes fáciles son eso, fáciles, lo cual quiere decir que, si dan risa --en el mejor de los casos--, se disipan con la misma rapidez con la que aparecieron. El buen chiste, aunque sea fugaz, lo deja a uno pensando, porque es una mezcla de comicidad y observación. No hay que ponerse pedante, pero tampoco dejarse morder todos los días por el mismo perro con diferente collar.
Lo que está demostrando Seguro que Yes es que la inversión en buenos guionistas se revierte a la larga en beneficio económico del productor. Hasta ahora prevalecía en los feudos de la televisión y la radio una fórmula tácita --más bien, disimulada-- de que el beneficio intelectual del espectador no implicaba necesariamente ventajas para el productor. Al contrario: gastando poco en bufones dispuestos a escandalizar todo el tiempo, se ahorra dinero y se da por descontada la ganancia. Por delante se adula al televidente y al oyente, y por detrás se le subestima y desprecia.
Alexis Valdés y su equipo empiezan a probar que sí, que en estos medios la calidad genera prosperidad; que, además de fatigarse hasta el agotamiento, la fórmula de explotar incesantemente las burlas y los chismes tiene alternativas rentables, y que en todo gran comediante el respeto al espectador empieza por el aprecio de sí mismo.
No pierdo de vista que la fórmula de Seguro que Yes se parece bastante a las del Late Show de David Letterman y el Tonight Show de Jay Leno en los canales CBS y NBC, respectivamente: un anfitrión muy jovial que entrevista a invitados notables, asistido de vez en cuando por la banda de músicos que toca en vivo en el estudio (y la de Seguro que Yes, por cierto, lo hace requetebién). Alexis se distingue de aquéllos al aprovechar su talento como actor, que Letterman y Leno explotan poco o nada, y en la incursión de personajes como Mónico Pino y Carlos III. En cualquier caso, sin embargo, la comparación no le resta grandeza a Seguro que Yes, considerando que se trata de un formato cuya probada eficacia en la televisión estadounidense ha marcado pautas para bien, y no para mal. Tampoco estamos ante una copia al calco: las virtudes del programa del Canal 41 se basan más en actuaciones de comedia o farsa, y en desdoblamientos del anfitrión (en el trespatinesco Cristinito), que en las anécdotas contadas por las superestrellas que lo visitan.
En lo que sí se parecen los tres es en el rigor de los libretos: hay mucho material, filtrado y cocinado a fuego lento antes de servirlo para comenzar el festín. Son guionistas que desdeñan la grosería fácil, apuestan por la sabiduría del espectador y trabajan en función del carisma y el timing del conductor del programa.
Ojalá que, entre nosotros, Seguro que Yes sea sólo el principio de otra abundancia.
jevora@herald.com
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