Por Julio Estorino
Dos eventos recientes, aquí en Miami, le han puesto a lo cubano, de forma prominente, el tono doloroso de la añoranza. La exhibición de la película "The Lost City", de Andy García, y la exposición anual Cuba Nostalgia permearon de morriña cubana los últimos días de mayo y las dos excelentes muestras de nuestra cultura, que para algunos pudieran quedarse en lo evocativo, para otros plantean, además, serias cuestiones de identidad y compromiso.
Esto se me hizo patente en la propia Cuba Nostalgia, precisamente, mientras compartía con oyentes y visitantes el espacio que allí tenía Radio Paz, la emisora donde trabajo. Dos parejas -después supe se trataba de un matrimonio cubano, algo entrado en años, con su hijo y la novia de éste, ambos nacidos en Miami- se me acercaron. La señora mayor preguntaba por nuestro "mapa de huracanes", e inquiría por el padre Alberto. Le entregué el mapa, y su esposo -enguayaberado y almidonado como domingo en pueblo de campo- tras amables comentarios sobre nuestros programas, me mostró orgulloso un peso de plata cubano, un "peso macho", que acababa de adquirir en uno de los muchos puestos de ventas de la exposición. Me recordó la solidez de la moneda nacional en los tiempos anteriores al castrato... "¡Imagínese Ud., que teníamos paridad con el dólar!...-" ¿Ya vio Ud. la película de Andy García? -me preguntó a continuación, mientras acariciaba su recién adquirido tesoro. -"Sí -le contesté- me pareció muy buena".. -"¡Muy buena! -terció el hijo, enguayaberado también-yo los llevé a verla, y tuve que echar mi lagrimita también"... El padre se quedó unos segundos en silencio mirando la hermosa estrella de cinco puntas que brillaba en la redondez de la moneda y tras un corto y apenas audible suspiro, exclamó: "¡Para esto nos hemos quedado... para recordar nada más!"...
"Bueno, pero recordar es volver a vivir" -dijo la señora en tono de consolación y, después de despedirnos, los cuatro siguieron su camino.
¿Para eso nos hemos quedado?... ¿Para recordar nada más?... La pregunta es más seria de lo que parece a simple vista y más nos vale que la pensemos.
Lo que retrata la película, la Cuba de los 50 y los tiempos iniciales de la revolución, es, al mismo tiempo que evocación dolorosa, la punzante historia de nuestros fallos como nación en ese entonces, por los motivos que fuesen, y un horror que continúa todavía. Lo que presenta Cuba Nostalgia es el producto de la excelencia del talento cubano, la historia de nuestros éxitos como nación, en Cuba y en el destierro. Lo que captó el celuloide es lo que tenemos que superar; lo que muestra la exposición es lo que tenemos que re-crear en una Cuba liberada.
El cómo es la cuestión. El cómo debiéramos planteárnoslo en toda su urgencia y gravedad. Aún a los más indiferentes en cuestiones puramente políticas debiera interesarles que los cubanos todos podamos cumplir el destino de los pueblos libres, prósperos y en paz. Saber que terminó esa pesadilla, que podemos regresar o no, según nos venga en ganas; que terminaron el despotismo, la miseria apabullante, el primitivismo ambiental y la decadencia moral que nos sentimos obligados a remediar y pesan en nuestro ánimo, queramos o no, a pesar de la distancia y del tiempo.
Materia prima existe. Existen en Cuba descontento y oposición, y pudiéramos desde aquí ayudar más efectivamente a los de allá para que lo primero desemboque en lo segundo. Aquí, por otra parte, la cubanía está viva y anhelante. Existe en esos millares de cubanos y cubanoamericanos jóvenes, que llenan las salas donde se exhibe "The lost city" y llenan, año tras año, los quioscos de Cuba Nostalgia, jóvenes que por un milagro espiritual y telúrico al mismo tiempo sienten nostalgia de lo que nunca vivieron. Existe, a no dudarlo, en los que sí vivimos lo que añoramos y nos negamos a morir en el destierro.
Los obstáculos para que esa nostalgia deje de ser algo estéril y pueda convertirse en acicate dinamizador de las energías liberadoras son los de la naturaleza humana y los de los intereses rastreros: divisiones, personalismos, ambiciones de mando, rencillas políticas que debieran haber perdido su filo ante la urgencia del deber por cumplir, patrioterismo.... partidismos ajenos al problema nacional, interferencias extrañas. Nada que el patriotismo sincero no pueda superar. Nada que el talento cubano no pueda vencer.
¿Dónde están nuestras fuerzas cívicas, las que están más allá de toda politiquería? ¿Dónde están nuestros hombres y mujeres con espíritu de nación? Sé que existen en la dispersión, unos más visibles que otros. Hora es de despertar, organizarse y actuar, antes de que la nostalgia de Cuba sea para siempre. Antes de que la ciudad perdida, se nos convierta en la patria perdida... sin remedio. ¿Lo permitiremos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por su comentario. Le agradecería que facilitara una dirección de correo electrónico válida en el caso de que necesite alguna precisión. Gracias.