Jueves, 10 de agosto de 2006
Luis Díez
Anochecía cuando en el domicilio de Mirtha Díaz-Balart Gutiérrez, en la calle de Alonso Cano de Madrid, sonó el teléfono. Al otro lado de la línea, Fidelito, desde La Habana, le pedía que fuera a visitarle. Ella quería quedarse en Madrid, pues su segundo marido, enfermo de alzheimer, se encontraba bastante mal, después disfrutaría de unos días de vacaciones con su hija, que es profesora de la Universidad Complutense, y tal vez al final, sí, acudiría a visitarle.
"No, no, mamá, el tiempo apremia; tienes que venir cuanto antes", le dijo Fidelito con voz imperativa. Aquel mandato le extrañó. "Es necesario que vengas", le repitió el hijo, de 57 años, sin aportar más detalles, pues todo en Cuba –sobre todo, las líneas telefónicas- está controlado.
Mirtha, ya con 78 años, entendió el mensaje, modificó sus planes y aceleró los preparativos de su viaje a Cuba. Eran los primeros días del caluroso mes de julio en un tórrido Madrid. Formalmente, iba de vacaciones a ver a su hijo.
Tres semanas después, el martes, 1 de agosto, el mundo entero conocía la noticia de la abdicación de Fidel Castro en su hermano Raúl, jefe del Ejército Revolucionario, cinco años menor que él, a causa de una enfermedad muy grave que le obligaba a ser intervenido urgentemente en una clínica. De sus dolencias nada se sabe por mor (motivo) de la imposición del ‘secreto de Estado’, pero "es posible que tenga cáncer de estómago en fase de metástasis", señala una fuente próxima a la familia.
Entre tanto, mientras ella estaba en La Habana y por una de esas paradojas de la vida, Emilio, el segundo marido de Mirtha, con el que ha convivido más de 45 años y tenido dos hijas, moría de repente en una residencia del norte de Madrid, en la que se encontraba ingresado y había superado una afección pulmonar.
Mirtha Díaz-Balart, la primera y única esposa con la que Fidel Castro se casó por la Iglesia, fue una de las primeras personas en enterarse de la enfermedad del dirigente cubano y en viajar desde España, donde reside desde 1968, para estar al lado de la familia del comandante.
Ha podido visitar a su ex marido con las debidas reservas para no levantar suspicacias y conocer personalmente su mal estado de salud. En los momentos decisivos, cuando uno se despide de la vida, la familia y los amigos, se olvidan las diferencias y para el comandante sólo cuenta el cariño y la querencia, dice un conocedor de la familia del dirigente cubano.
Ella, de familia rica; él, un dirigente estudiantil
La principal disputa entre Fidel Castro Ruz y Mirtha Francisca de la Caridad Díaz-Balart Gutiérrez se produjo a causa de su hijo. Se habían conocido en la Universidad de La Habana cuando estudiaban Derecho. Ella pertenecía a una familia rica e influyente y él daba sus primeros pasos de dirigente estudiantil. Era el año 1948. Se enamoraron, se casaron, disfrutaron su luna de miel en Miami.
El 1 de septiembre de 1949 nacía su hijo Fidelito. Ella abandonó los estudios para cuidarlo. Pero Fidel seguía su camino, intervenía en la revuelta contra el dictador dominicano Trujillo, participaba en el ‘bogotazo’, organizaba el asalto al cuartel de Moncada el 26 de julio de 1953. Vino el fracaso, la cárcel, la medida de gracia del dictador Fulgencio Batista y su salida hacia México. En 1955, Mirtha se divorció de él.
Pero cuando Fidel se enteró de que se disponía a casarse de nuevo con Emilio Núñez Portuondo, un chico de derechas, hijo del embajador cubano en la ONU, consiguió, gracias a su hermana Lidia, amiga de la madre, que le enviara al niño a México, y allí lo retuvo en casa de unos amigos. Mirtha consiguió rescatarlo gracias a la intervención de la policía mexicana el 9 de diciembre de 1956. Unos días antes, Fidel, Raúl, Ernesto Che Guevara y otros 79 guerrilleros habían desembarcado en el Granma para guerrear contra el ejército de Batista.
Aquella disputa es agua pasada y, según fuentes de la familia, tanto Mirtha como Fidelito, que es ingeniero nuclear, sólo viven pendientes del desenlace del viejo. Sobre la gravedad de su enfermedad nada pueden comentar. Sobre la apertura democrática del régimen, fuentes cercanas a ellos señalan que "será gradual" y explican que "el Ejército Revolucionario controla el país y defenderá las conquistas sociales y la continuidad del régimen frente a la voracidad del capitalismo salvaje de los sectores más radicales de Miami".
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