Miles de personas recurren a redes del contrabando para alcanzar EE.UU. a través de México.
El Pais
JUAN JESÚS AZNÁREZ (ENVIADO ESPECIAL) - La Habana - 12/08/2007
Las personas con pencas de palma en la mano no eran católicos devotos del Domingo de Ramos, sino cubanos que emprendían una ilegal, peligrosa y costosa salida hacia Estados Unidos y Canadá, a través de México. Reunidas cerca del aeropuerto capitalino de Rancho Boyeros, ninguna conocía la identidad del guía que había de recogerlos. El nerviosismo de algunas era tal que llegaron sin la palma de la identificación, y debieron arrancarla de arboledas próximas. "Uno pasó a mi lado. Era vecino y yo sabía que se iba. Si le digo 'buen viaje', le da un infarto", recuerda un chaval del barrio de La Víbora. Las familias de los escapados pagaron a las mafias entre 10.000 y 12.000 dólares (7.300 y 8.700 euros) por pariente entregado contra reembolso, esto es, cuando alcanzaron el destino pactado.
La nueva ruta de los emigrantes, por tierra en lugar de por mar, esquiva los 145 kilómetros de tiburones del estrecho de la Florida y también a la Guardia Costera estadounidense, que devolvió a la isla a los 2.712 interceptados en el mar en 2006. Sus patrulleras acentuaron la vigilancia desde el 31 de julio de 2006, en que Fidel Castro delegó el poder en su hermano Raúl. Temían un éxodo masivo. Pero la ruta azteca aprovecha la Ley de Ajuste norteamericana, por la que todo cubano que pise suelo de EE UU adquiere la condición de refugiado político al considerársele fugitivo de una dictadura.
Cerca de 10.000 salieron por México entre el 1 de octubre y el 22 de julio de este año, y el número aumenta. México tiene 190 kilómetros de costa caribeña al suroeste de Cuba. El 89% de los emigrantes elige ahora las islas Caimán para alcanzar Centroamérica o el trayecto mexicano controlado por la mafia cubano-mexicano-estadounidense, según las estadísticas.
"Mucha gente pensaba que Raúl abriría la mano, pero como no ha sido así, y aquí se pasa mucho trabajo, perdieron la esperanza. De este barrio se han ido varios", dice un mulato del pueblo costero de Baracoa. El grupo de las palmas portaba maletas pequeñas y una de las chicas, ropa de domingo y tacones. El contacto de la mafia se enfadó: "¿Pero adónde te crees que vas? Búscate unas zapatillas y una mochilita". Tras llegar a Miami, la joven telefoneó a sus familiares en Cuba para relatarles su angustiosa peripecia.
Los habían recogido en unas camionetas para su traslado hasta Pinar de Río, a 175 kilómetros de la capital, desde donde partieron en lanchas rápidas hacia la península mexicana de Yucatán, a 225 kilómetros. El gracejo ya bautizó la travesía. "¿Dónde está Fulano? ¿Fulano? Se fue por la Terminal 3". La Terminal 3 es Pinar de Río y otros embarcaderos de la costa oeste. "Son bandas muy bien organizadas. Son un problema muy serio para los Gobiernos de México y Cuba", declaró el senador mexicano Carlos Navarrete, del opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD, izquierda), durante un viaje a Cuba.
Si los emigrantes se amontonan, una flotilla de yates carga la mercancía transbordada desde las lanchas rápidas, equipadas con motores capaces de desarrollar una velocidad inalcanzable. Poco después de llegar a México, los emigrantes son encaminados hacia la porosa frontera con EE UU, más de 3.000 kilómetros de larga, donde los polleros [guías] facilitan el cruce por mugas de California y Tejas. Los pasos de la desértica Arizona quedan descartados porque, durante años, deshidrataron hasta la muerte a cientos de ilegales mexicanos. Cuando los cubanos alcanzan suelo norteamericano termina el trato, y si después son detenidos por la Patrulla Fronteriza se declaran amparados por la ley que autoriza su ingreso en EE UU.
Jarisleidis tiene 28 años, un niño de tres, y es viuda de un esposo balsero, ahogado hace dos años en el estrecho de la Florida. "Se recuperó su cuerpo y lo velamos aquí. Entonces no se hablaba de México, pero es muy caro, ¿no? Además, no teníamos a nadie en el norte que pagara por nosotros".
La mayoría de los cubanos en el extranjero no son millonarios y el ahorro de 10.000 dólares consume tiempo y esfuerzo, o endeudamientos de usura. En ocasiones, son los propios isleños quienes consiguen el dinero con el alquiler de habitaciones a turistas o vendiendo clandestinamente langostas a los extranjeros residentes en Cuba. "Una pareja de pescadores me llamaba cada dos días para ofrecerme de todo", dice una española. "Tuve que decirles que no era ninguna trituradora, que no podía comerlo tan rápido. Parece que ahorraron lo suficiente porque me enteré de que se fueron del país".
Los emigrantes desembarcados en México son alojados provisionalmente en casas, antes de arrancar hasta la divisoria norteamericana. Los guías utilizan los derroteros de los indocumentados centroamericanos. Bandoleros mexicanos acechan sus desplazamientos para robarles lo poco que tienen. El impago de la cantidad apalabrada por los familiares de los cubanos, por imponderables de última hora, puede llegar a saldarse a la brava: su hijo, novia padre, madre o hermano deberán pasar a EE UU con un alijo de cocaína encima, según fuentes cubanas.
Los grupos del contrabando, cuyo cuartel general la policía sitúa en Mérida, capital del Estado de Yucatán, "pueden estar utilizando a los sicarios del narcotráfico conocidos como Los Zetas para algunos trabajos", según las declaraciones del fiscal de Quintana Roo, Melchor Rodríguez. Ocho personas vinculadas a esas redes aparecieron tiroteadas en Cancún.
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