Cubanos sin Fronteras
Julio M. Shiling
jmshiling@patriademarti.com
Ya es oficial. Con mayoría unánime, la Organización de Estados Americanos (OEA) revocó la suspensión, de 1962, al gobierno cubano. Como miembro aceptado, puede volver cuando quiera sin ningún concreto condicionamiento. La dispositiva de ejercer ese cautivador concepto de “dialogar”, no le causará ningún inconveniente a la dictadura castrista. Inconsecuente con el romanticismo revolucionario, los regímenes y movimientos marxistas-leninistas han ganado siempre más sentados en la mesa de negociación, que bregando en los campos de batalla. Su secretario general, José Miguel Insulza, lideró esta campaña. El “panzer” (como le dicen los que lo conocen), la calculó bien para gestar su ataque. Con el mismo éxito que tuvieron los tanques panzers alemanes sobre la democracia europea, así también arrasó Insulza del seno del foro hemisférico, el principio político que Churchill llamó el “peor, exceptuando todos los otros”.
En la guerra el “timing”, dicen los expertos, es relevantísimo. Insulza, con cuatro años ya de jefatura del organismo continental, tuvo la ensombrecida astucia política para saber esperar el propicio momento. La responsabilidad de escarnecer los principios democráticos que había incorporado la OEA en sus estatutos por enmienda, cae, sin embargo, sobre muchos. Las consecuencias de esta lamentable ocurrencia destapa no sólo la complicidad (explícita o tácita), de supuestos líderes democráticos, sino hace más lúcida la agenda que busca los obvios conspiradores. Lo peor, es a lo que se expone todo el hemisferio por la irresponsabilidad histórica de algunos ilusos (en el mejor caso)...
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Julio M. Shiling
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