Diario Las Americas
Por Armando Álvarez Bravo
Publicado el 18 de febrero del 2012
Desde hace 53 años, en que se impuso en Cuba el funesto totalitarismo castrista, los cubanos que amamos la libertad a ambos lados del mar no dejamos de pagar el más alto precio en todos los órdenes. Nuestra patria tiranizada está sumida en la más brutal represión, miseria y destrucción. En el exilio tenemos la posibilidad de elegir, en la isla esa posibilidad es un sueño. Muchos se han inmolado e inmolan por lograr que encarne, que sea realidad en que alienta la pendiente posibilidad cubana. En esa encarnación alienta el más de lo que se nos arrebató y lo mucho que podríamos ser y seríamos si nuestro pueblo disfrutase de la oportunidad de ejercer su creatividad, de entregar sus energías y capacidades en el logro del progreso y el bienestar que, con sus inevitables altas y bajas históricas, logramos hasta el desastre y la tragedia en que estamos sumidos desde 1959. No hay mejor exponente de ese signo creador de nuestra identidad fundamental que lo alcanzado por el exilio en Miami y en todos los sitios en que viven los cubanos desterrados.
En el exilio, a lo largo de varias décadas, se han distinguido por su amor a Cuba muchos cubanos que con su entrega, ideas y empeños no sólo han logrado verdaderos triunfos en la esfera de sus actividades y, tan importante, su entrega y contribuciones a la causa y el futuro patrios. Desgraciadamente, el implacable paso del tiempo va diezmando a figuras de ese rango. Personalidades que serían un valiosísimo factor de excepción en la ardua labor de la reconstrucción nacional en lo físico y lo espiritual cuando en nuestra triste tierra imperen la libertad, la democracia y la imprescindible justicia...
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