LUIS E. RANGEL
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La sonrisa de Ileana Rodríguez es su carta de presentación para enfrentar los retos de la vida / JOSÉ A. IGLESIAS
Su carcajada parece inacabable. Su chispa incombustible.
Ileana Rodríguez asoma su sonrisa en cada frase, sin importar si las palabras que salen de su boca hablan de una terrible enfermedad que a los 13 años la azotó, pero no la asoló, y por el contrario, pareció que le insufló aún más las ganas de vivir.
Aquella chica, que en seis meses pasó de hacer ballet a quedar postrada en una silla de ruedas, se levantó y le quitó el polvo a un deporte que practicó cuando era niña en su natal Cuba que le permitió vivir un sueño que jamás hubiese imaginado: vestir la camiseta de Estados Unidos en unos Juegos Paralímpicos.
Su historia empezó a gestarse en la ciudad de Matanzas, en la región central de la isla.
“Hacía natación desde que tenía siete años y luego me aburrí. Así que hice ballet por tres años que me quedé en silla de ruedas”, señaló Rodríguez, integrante del equipo paralímpico de natación de Estados Unidos que asistió a los Juegos de Londres.
Un día, mientras bailaba, sus profesores notaron algo anormal en su pierna izquierda.
“Empecé a perder fuerza y los profesores se dieron cuenta. Me llevaron a los médicos y me descubrieron una malformación arteriovenosa espinal. La enfermedad empezó a progresar hasta que me dejó sin caminar”, evocó.
Por aquellos días, descubrió que no había espacio para el lamento.
“Aprendí rápidamente que tenía dos opciones en la vida, o te quedas en tu casa, que en Cuba es muy común o aprendes que no eres diferente. Y ahí te das cuenta que o vives o te dedicas a hacerle un homenaje a la silla de ruedas. Así que decidí que yo controlaba la silla, no ella a mí”, explicó.
Dos años después, y en busca de mejores condiciones de su vida, su familia se trasladó al sur de Florida.
Se matriculó en la escuela Palmetto High School, y ahí, gracias a un profesor de educación física, volvió a vivir otra epifanía.
“Me dijo que si estaba interesada en hacer el equipo de natación de la escuela, porque yo le había contado que había nadado en Cuba. Yo me impresioné porque en la cultura nuestra es muy común que si no caminas, no puedes ser parte del mundo de los que caminan”, apuntó.
“Le dije que yo no caminaba, y él me dijo: Ileana, no te pido que camines, sino que nades. Ahí fue uno de los días que aprendí que los límites se los pone uno mismo”.
En la piscina no hubo límites. Pero sí en el trajinar de la vida.
“Seguí nadando en la escuela, pero para el 2003 tuve que dejar el deporte porque me fui a la Universidad, y no tenía ni tiempo, ni plata y tenía que dedicarme a estudiar”, señaló Rodríguez, quien se graduó como arquitecta en FIU en el 2007.
Ese año, impulsada una vez más por su familia, decidió volver a las piletas y lo hizo con un claro objetivo: asistir a los Paralímpicos de Beijing.
“Logré los tiempos para ir al clasificatorio de Estados Unidos, pero no hice el equipo porque no tenía el ranking”, admitió.
Pero, fiel a su carácter, decidió que no era el momento de ceder, sino de tomar impulso.
“Entrené dos años más, hasta que me seleccionaron para hacerlo con el equipo paralímpico de Estados Unidos en Colorado”, aseveró.
Allá, en el estado de las montañas rocallosas, concluyó su maestría, también de FIU, de arquitectura.
Y desde ahí se terminó de germinar su principal objetivo.
“Cuando me dijeron que había hecho el equipo me parecía mentira. Había luchado tanto”, rememoró.
Los tiempos que registró le permitieron integrar la escuadra estadounidense en Londres, en donde alcanzó la final de los 100 metros pecho y compitió en otras cuatro categorías.
Sus días en la capital inglesa los guarda como su tesoro más preciado.
“Lo mejor de aquello fue ver a mi familia entera en Londres, después de todo lo que habíamos pasado, desde mi enfermedad, la salida de Cuba y el poder vernos todos en Londres”, manifestó.
Ahora afronta la vida de nuevo, sin un panorama claro en su futuro, sobre todo, profesional.
Pero ¡cómo pensar que eso la amilanará!
“No estoy trabajando. ¡Ah! Bueno, pon ahí que estoy buscando trabajo”, y explota una vez más su contagiosa carcajada.
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Tomado de: El Nuevo Herald
Ileana Rodriguez en Cala-CNN En Espanol
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