Martes 08 de enero de 2013
09:47 pm - Luis Lemus: redaccion@laprensa.hn
Para los cubanos, Honduras es un país de libertades, adonde pueden disfrutar y decir lo que quieran; allá no.
La Ceiba. Honduras. Ahogarse en el mar y ser comido por los tiburones, antes que morirse de hambre en su país, prefiere todo cubano que sale huyendo de esa tierra que los vio nacer, cuyo régimen obliga a tomar esta decisión donde las libertades humanas y de expresión son restringidas, y las oportunidades a tener un mejor nivel de vida sigue siendo una utopía dentro de la isla.
Muchos cubanos salen de su patria buscando libertad, deseo que ni el inmenso océano Atlántico se lo impide. “Salimos buscando libertad, todo cubano eso es lo que desea, y no nos importa morir con tal que lleguemos a otro lugar que no sea Cuba”, dice Mario Amaya, uno de los 21 balseros que recientemente llegaron al territorio hondureño, y que en su natal Cuba quedó vendiendo dulces en un puesto callejero luego de quedar sin empleo a raíz de los masivos despidos que inició el régimen cubano hace más de un año.
“No podía sostener a mi familia y las ventas eran pocas, por lo que tuve que salir”, dice con tono nostálgico este hombre de mediana estatura y padre de cuatro hijos, con quienes desde hace un mes no se comunica.
Odisea
La familia es lo que más recuerdan por lo general los cubanos cuando salen de su tierra, “es lo único que nos recuerda y que nos hace llorar cuando miramos atrás; lamentablemente no tenemos libertad, allá no puedo comprarme una necesidad personal, a menos que sea de afuera”.
Son frases de impotencia que lo diferencian cuando sus sentimientos están en Cuba; pero su reacción cambia cuando se da cuenta que ahora está en otro escenario.
Salir de esa tierra a merced de las olas del mar, y con el temor no de las aguas o los tiburones, sino de la guardia costera de Cuba, es una odisea al que pocos deciden a aventarse a pesar de que un 70% de los cubanos no están contentos con la forma en que viven.
“Allá todo el que trabaja roba, es una realidad que todos los sabemos y que tenemos que hacerlo para sobrevivir”, señaló.
Con un sueldo de apenas 10 dólares mensuales, estos balseros tuvieron que ahorrar desde hace tiempos y pedir ayuda a familiares en el extranjero para cubrir los gastos de la construcción de la balsa, “donde gastamos unos 50,000 pesos cubanos, equivalentes a unos mil dolares, con los cuales pudimos comprar los materiales y la alimentacion para poder salir”, explicó Amaya.
Emprenden el viaje
Para construir una balsa, los cubanos que toman esta iniciativa deben tener el cuidado al comprar el material, ya que esto los puede delatar y no cualquiera lo tiene. “Es prohibido comprar recina, fibra de vidrio y formica, estos materiales son casi la materia prima para proteger la embarcación”, comentó.
Las balseros salieron el 16 de diciembre desde la ciudad de Manzanillo, en la provincia de Gramma. Su salida llevó varios días de planificación.
Para construir esta balsa que los llevó mar adentro necesitaron de una lancha de plástico, la cual fue modificada con madera, “la partimos por la mitad y la ampliamos con madera, la cual la atornillamos”, comenta el que la construyó, y quien no quiso brindar su nombre.
Para mover la misma le adaptaron un motor de un viejo vehículo alemán, “con el cual pudimos navegar cinco días corridos en alta mar, y nos permitió llegar a aguas hondureñas, adonde fuimos rescatados por un barco langostero”, relató.
Refrescos, galletas y carnes enlatadas fueron sus alimentos durante la travesía.
“Comíamos y bebíamos de tal forma que nos ajustara hasta llegar a tierra, la provisión era poca, pero gracias a Dios logramos sobrevivir y llegar a salvo”, dijo con una mirada hacia abajo y de brazos cruzados José Estrada Rodríguez, uno de los balseros.
Este grupo que salió unido de la isla se dispersó al llegar al territorio honduraño. Su obetivo es llegar a Estados Unidos.
El grupo era de 21 cubanos cuando fueron rescatados en alta mar por un barco pesquero, luego que la balsa en que salieron de Cuba se le terminó el combustible.
“Quedamos sin rumbo, creímos que hasta ahí sería nuestro final, pero gracias a Dios que pasaba un barco y nos rescató”, cuenta Estrada Rodríguez.
De este grupo que fue rescatado y dejado en Roatán, Islas de la Bahía, solo 16 fueron trasladados a La Ceiba, adonde ese mismo día en que llegaron, cuatro de ellos emprendieron su objetivo de llegar a Estados Unidos.
“Aquí hay libertad, podés comer y comprar lo que querás, allá no tenemos esa libertad, ni las condiciones para hacerlo”, expresó con gran libertad Rodríguez.
Los balseros cubanos que han llegado en los últimos meses ya no son aquellos que antes llegaban y compartían sus odiseas; “mira, si dices algo de lo que hicimos y lo miran allá por Internet, cuando lleguemos vamos a tener problemas, tú sabes cómo es el régimen ahora, y no quiero pasar 20 años en la cárcel”, advertía a lo lejos otro de los balseros en tono molesto.
Mientras otro grupo de cubanos que permanecen en el Cuerpo de Bomberos de La Ceiba, desde hace meses, intentaban meterse en el diálogo. Y los temores y las restricciones con que viven en ese país están presentes en cada expresión que sale de cada uno.
Tomado de: La Prensa.hn
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