DANIEL SHOER ROTH
DSHOER@ELNUEVOHERALD.COM
En 1961, Luis León salió de Cuba a Miami sin sus padres. Sólo tenía 11 años, un cepillo de dientes, una muda de ropa y $3 en el bolsillo. Pero también traía un corazón que décadas después lo llevaría a dirigir una iglesia histórica aledaña a la Casa Blanca conocida como la iglesia de los presidentes.
El próximo lunes, aquel joven que formó parte de la Operación Pedro Pan recitará la bendición en la ceremonia que investirá por segunda vez a Barack Obama como presidente de Estados Unidos. Y encarnará el espíritu de lo que significa ser un ciudadano de este país, así como de los valores de diversidad e inclusión que representa el presidente reelecto.
Es un honor ser parte de un hito de la historia estadounidense, puesto que todas las investiduras presidenciales lo son, y es un honor especial por ser un inmigrante en este país, el único país donde un hecho como éste puede suceder, afirmó León el miércoles en una entrevista telefónica con El Nuevo Herald desde la Iglesia Episcopal St. Johns, en Washington. Siento que de cierta manera estoy representando a la comunidad hispana de Estados Unidos. Somos una parte importante de este país.
El Día de las Elecciones, Obama cimentó su victoria en el fuerte respaldo de los latinos.
León no será el único representante de sangre cubana en la ceremonia de asunción, que tendrá lugar en el National Mall a partir de las 11:30 a.m. Obama también eligió personalmente al poeta Richard Blanco, criado en Miami de padres cubanos, quien declamará un poema original para el juramento. Blanco es el primer poeta hispano y el más joven que participa en la investidura de un presidente.
Como ministro de St. Jhons desde 1995, León ha aconsejado desde el púlpito a tres líderes de la nación que le abrió los brazos cuando el gobierno comunista de Cuba descarriló su vida: Bill Clinton, George W. Bush quien organizó una fiesta en la Casa Blanca para celebrar el vigésimo quinto aniversario de su ordenación en la Iglesia Episcopal , y Obama.
Fue en el 2005, durante la ceremonia de asunción del ex presidente Bush, que León ingresó a los anales de la historia nacional como el primer hispano en ofrecer la bendición inaugural. Y la semana próxima, la vida le concederá el privilegio por segunda vez.
Durante los tres minutos en que será el foco de atención de millones de ciudadanos alrededor del mundo, se centrará en el tema del diálogo y la reconciliación.
Mi preocupación es que no estamos hablando unos con los otros, explicó León, de 63 años. Creo que cuando Dios nos bendice, Dios nos llama a dar lo mejor de nosotros; a conversar y relacionarnos unos con otros.
El pastor nació en el área cubana de Guantánamo en 1949, hijo de Luis y Concepción Concha León, que profesaban la fe católica. La madre trabajaba en la única escuela episcopal de Guantánamo y se sintió atraída hacia esa denominación de origen anglicano. Su esposo siguió sus pasos y ambos fueron recibidos formalmente en la Iglesia Episcopal, cuya presencia en Cuba data del siglo XIX, cuando se fundó una capellanía para atender a los ingleses y norteamericanos que vivían en la isla en tiempos de la Colonia.
Al volver de distantes tierras, cubanos exiliados en Estados Unidos que más tarde participaron en la guerra independentista contra España trajeron consigo la Iglesia Episcopal pero con un sentido criollo, que establecieron en comunidades como Morón, Matanzas y Guantánamo. Se habían unido a esta tradición cristiana en el destierro, debido a que relacionaban a la Iglesia Católica con los aliados de la Corona Española, apuntó el obispo Leo Frade de la Diócesis Episcopal del Sureste de la Florida.
Luis León creció sintiéndose una minoría religiosa pero a la vez prominente, porque la inteligencia de Guatánamo consideraba al colegio de la Iglesia Episcopal como el mejor colegio del área cubana de Guantánamo, dijo Frade, amigo personal de León por muchos años.
A comienzos de la década de 1960, los padres de León temieron que el gobierno de Fidel Castro lo desarraigara de su hogar para internarlo en una escuela de adoctrinamiento comunista. En 1961, lo enviaron rumbo a Miami como parte de la legión de 14,048 menores de la Operación Pedro Pan, en la que también participó la Iglesia Episcopal.
Es una experiencia que define el resto de tu vida, expresó. A temprana edad aprendes a asumir mucha responsabilidad.
Luis Palomares, un primo hermano de León en Miami que se crió junto a él en Cuba y también es Pedro Pan, recordó el reencuentro de ambos el día de su octavo cumpleaños durante una celebración en un parque de Coconut Grove. León, entonces de 12 años, llegó con una pierna enyesada.
Estaba jugando pelota y la bola cayó en el techo de una casa. Subió a buscarla y los amigos lo retaron a saltar, recordó Palomares. El se eleva a cualquier reto en todo momento y no defrauda a nadie.
En Miami, el pequeño Luis residió algunas semanas en un orfanato y luego fue adoptado por una familia de crianza, Malcolm y Virginia McNaughton, vecinos de South Miami. Asistió a la Escuela St. Stephens, en Coconut Grove, y, posteriormente, la Escuela Intermedia Palmetto.
No fue hasta cinco años después, mientras estudiaba en la Academia Berry, en Georgia, que se reencontró con su madre. A su padre nunca lo volvió a ver; había fallecido en 1963.
Después de college, sintió el llamado a servir a Dios e inició sus estudios sacerdotales y posterior carrera como pastor, primero en Carolina del Norte y luego en St. Johns donde durante la Guerra Civil, el patriarca Abraham Lincoln entró a rezar.
Uno de los fieles que a menudo visitaba la iglesia, y se sentaba a orar nueve filas detrás del altar, en una banca especial designada para los presidentes, fue George W. Bush. Este forjó una amistad especial con León: conversaba con él después de los servicios dominicales, lo invitaba a cenas en la Casa Blanca y le pidió que bendijera su investidura.
Durante su primer mandato, Obama y su famila también participaron en los servicios litúrgicos de St. Johns en numerosas ocasiones.
León resaltó que ambos presidentes conocen su historia, le han hecho preguntas al respecto y él hasta les ha presentado a la familia adoptiva.
Ellos conocen mi historia pero no es lo que define nuestra relación, que es como debe ser, aseveró. No me identifican como el clérigo cubano, sino como el clérigo de la iglesia.
Sin embargo, cuando suena la campanada del cambio de año, León, su esposa Lu, sus hijas Sofía y Emilia, de 26 y 23 años, las tres nacidas en Estados Unidos, degustan las 12 uvas de la tradición española y latinoamericana, como símbolo de prosperidad, para dar la bienvenida al Año Nuevo.
Yo cocino un buen plato de frijoles negros, plátano maduro y lechón con mojo, confesó el pastor. Mis hijas están muy conscientes de su herencia cubana.
Tomado de: El Nuevo Herald
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