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lunes, 15 de julio de 2013

‘La Guarachera de Cuba’ sigue construyendo su leyenda

Diez años después de su muerte, Celia Cruz sigue grabada en el imaginario latinoamericano • FOTOGALERÍA Diez años sin '¡Azúcar!'VIDEOGALERÍA Celia Cruz y y los diez éxitos con los que puso a bailar al mundo
YUMBER VERA ROJAS
15 JUL 2013 - 22:51 CET

Celia Cruz - Ampliar imagen
Celia Cruz, mito de la Habana exiliada a Estados Unidos que ganó cinco Grammys y firmó más de 800 canciones.

“Existen tres tipos de personas: aquellas que se preocupan hasta la muerte, las que trabajan hasta morir y las que se aburren hasta la muerte”. No obstante, Winston Churchill, el mentor de la célebre frase, nunca conoció a Celia Cruz, quien le hubiera demostrado que es posible disfrutar de la vida hasta el acabose. Además, en ese hipotético limbo de los encuentros nunca consumados, La Guarachera de Cuba seguramente le habría demostrado que ella también ostenta una expresión tan universal como la del estadista británico, aunque literalmente más dulce: “¡Azúcar!”. Hoy, a una década de su fallecimiento, aún se añora infinitamente a la cantante habanera, lo que es una sensación angustiosa, pues su legado no hubiera sido el heraldo del que goza actualmente la música popular ya no sólo del Caribe, sino de la América entera, sin esa personalidad tan propia del tempero tropical: avasallante, impetuosa, cándida, dramática y seductora. Un huracán devastador de corazones insulares, los mismos que luego de experimentar su vendaval sonoro descubrieron la alegría.

A pesar de la dicha que irradiaba, Celia Cruz era una superviviente, pues anteriormente tuvo una cita con una de las formas más agónicas de morir: el destierro. Como si se tratara de una paradoja del destino, el 15 de julio de 1960 la artista, cuya pasión por la música fue más poderosa que la decisión de su padre de que fuera maestra de escuela, salió de Cuba junto a La Sonora Matancera, la orquesta que la disparó hacia la popularidad, con destino a México, sin imaginarse que no regresaría nunca más a su terruño, ni para actuar ni mucho menos para enterrar a sus padres. Y es que meses antes, Fidel Castro puso en marcha la Revolución cubana, de la que la cantante fue adversaria hasta el fin de sus días. Lo más cerca que pudo volver a estar de su gente fue en la base naval de la bahía de Guantánamo, en 1990, donde al bajar del avión se arrodilló, besó tres veces el suelo, se acercó al alambrado que divide a la instalación del resto de la isla, cogió un puñado de tierra, la metió en una pequeña bolsa, y, a manera de último deseo, pidió que lo vertieran en su ataúd.

Así que la máxima embajadora musical de la mayor de las Antillas, quien vivió básicamente en el oscurantismo cultural de su país, en el que se aceptó recién en los ochenta su condición de exiliada, pudo escucharse nuevamente en las radios cubanas el año pasado, cuando el gobierno de Raúl Castro levantó el veto que pesaba sobre ella, al igual que en otros 49 exponentes. Durante todos esos años, sus compatriotas nunca se enteraron de sus cientos de giras alrededor del mundo, de que fue la primera hispana y negra en presentarse en el Carnegie Hall, de su intervención en Los Reyes del Mambo y otras tantas películas, de sus cinco Grammy, y del Récord Guiness que estableció en 1987 en el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, al convocar 250.000 personas, en el mayor concierto en una plaza abierta que se haya dado en la historia. O de sus colaboraciones con artistas que, pese a pertenecer a manifestaciones sonoras tan distintas, como Ricky Martin o Los Fabulosos Cadillacs, no podían disimular su admiración hacia su trayectoria.

Diez sones con mucho "¡Azúcar!"

  • Yerbero moderno (junto a La Sonora Matancera). Incluido en el disco Canta Celia Cruz (1956).
  • Burundanga (junto a La Sonora Matancera). Incluido en el disco Canta Celia Cruz (1956).
  • Ritmo, tambó y flores (junto a La Sonora Matancera). Incluido en el disco Mi diario musical (1959).
  • Quimbo Quimbumbia (junto a Tito Puente). Incluido en el disco Quimbo Quimbumbia (1969).
  • Gracia Divina (junto a Orquesta Harlow). Incluido en el disco Hommy : A Latin Opera (1972).
  • Quimbara (junto a Johnny Pacheco). Incluido en el disco Celia & Johnny (1974).
  • Bemba colorá (junto a Fania All Stars) Incluido en el disco Live At Yankee Stadium (Vol. 2) (1975).
  • Usted abusó (junto a Willie Colón). Incluido en el disco Sólo ellos pudieron hacer este álbum (1977).
  • A papá (junto a Willie Colón). Incluido en el disco Sólo ellos pudieron hacer este álbum (1977).
  • Nadie se salva de la rumba (junto a Ray Barreto y Adalberto Álvarez). Incluido en el disco Tremendo trío (1983).
  • Que le den candela. Incluido en el disco Irrepetible (1994).
  • La vida es un carnaval. Incluido en el disco Mi vida es cantar (1998).

Aunque es llamada La reina de la salsa, esta diosa del ritmo, nada más comparable en el mundo de la música con Ella Fitzgerald y Billy Holliday, por su registro vocal y su facilidad para adaptarse a otros estilos, no es propiamente hija del género. Sin embargo, su escuela bolerística y guarachera encontró refugio en la cadencia parida entre Nueva York, Puerto Rico y Venezuela en la década del setenta, luego de que Larry Harlow la invitara en 1973 a cantar en un tema compuesto exclusivamente para ella, Gracia divina, incluido en la primera ópera salsera: Hommy, adaptación caribeña del sensacional Tommy, con la que The Who ingresó en el cénit del rock. Desde entonces, la esposa y compañera eterna del cubano Pedro Knight, al que conoció mientras éste era trompetistas de La Sonora Matancera, en 1950, en un ensayo en Radio Progreso, formó parte del colectivo Fania All Stars, con el que no sólo viajó a África, para presentarse en la previa de la pelea de Muhammad Ali y George Foreman en Zaire, sino para colorear todo un caleidoscopio experimental.

Un año antes de morir, a los 77, en su casa en Nueva Jersey, debido a un tumor cerebral, Úrsula Celia de la Caridad Alfonso grabó La negra tiene tumbao, el último disco de estudio de una trayectoria compuesta por más de 70 producciones y 800 canciones. Un carrera que comenzó en 1950, cuando Celia registró las canciones el Cao Cao Maní Picado y Mata Siguaraya para un prehistórico 78 rpm. Si bien existió un proyecto en 2005 para llevar su vida al cine, en el que Whoppi Golber la encarnaría, éste no prosperó. Y es que es un tamaño problemón volcar en la pantalla grande una existencia más espectacular que lo que Hollywood podría manufacturar con todos sus millones y fantasías. Antes de despedirse de este mundo, secundada por su paisano y colega Compay Segundo días después, la reina de la rumba contaba en una entrevista que pocas veces se encontraba fuera de su casa, y cuando lo hacía era por trabajo. Lo que sí no estaba era para discotecas, porque allí es donde la gente se mata. Así es, Señor Churchill, en el Caribe la gente también encuentra la muerte bailando…

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Tomado de: El Pais.com

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