The Associated Press
Foto de Daniella Zalcman
Tocó con Arsenio Rodríguez, Machito y Beny Moré, y compartió escenarios con Dizzy Gillespie. Ha actuado en 76 países a lo largo de más de 60 años de una trayectoria que continúa y a sus 85 sigue tocando y bailando, y dice que aún se siente como un niño. Es el trompetista afrocubano Alfredo Chocolate Armenteros, considerado el Louis Armstrong latino.
Me consideran así desde que fui a un festival de jazz en Suiza cuando tocaba con la banda de Machito, recuerda el músico durante una entrevista reciente en su casa en el barrio neoyorquino de Harlem. Al darme allí mi distintivo para tocar vi que en él ponía Chocolate, el Louis Armstrong latino. Yo decía que me llamaba Chocolate Armenteros, pero ellos me pusieron el Louis Armstrong latino .
Armenteros explica el porqué de su apodo: Una muchacha me confundió con el boxeador Kid Chocolate y luego se me quedó ese nombre.
En su apartamento, forrado con fotografías suyas y de su familia, de otros músicos y celebridades, resalta una imagen de Celia Cruz, con quien el músico tenía una gran amistad. Otra muestra a Bill Cosby, cuando este le invitó a su show televisivo.
El alegre octogenario, de carácter jovial y bromista, se mantiene activo y en buena forma y no ha dejado su ritual diario de fumar puros y tomarse un coñac, algo que, recuerda, también hacía su madre, quien murió de mayor. Dice que come sano y fresco y que cocina él.
El encuentro es antes del mediodía y Armenteros, sentado en un cómodo sofá, se deleita con su cigarro y su copita, mientras escucha jazz y por un momento incluso se para a bailar unos pasos de salsa.
En el pecho, luce un colgante de oro en forma de trompeta, instrumento que para él es pareja de vida.
Es mi novia; es mi alma, mi vida, mi corazón, dice mientras señala un maletín cercano donde guarda su trompeta de plata, la misma que toca desde hace 61 años y con la que se deja fotografiar durante la entrevista.
Su relación con la música empezó a los 12 años, cuando el maestro de la banda municipal de su pueblo, la localidad cubana de Ranchuelo, fue a la escuela a preguntar quién estaba interesado en estudiar música.
Yo fui uno de los que levanté el brazo porque mi padre fue músico también, relata. Empecé a estudiar porque siempre me gustó la música, de cuando oía tocar en la radio a las bandas cubanas. Nací con el instinto de tocar mi música, desde el montuno, a la guajira o el bolero.
Con 19 años grabó su primer disco, como componente del conjunto René Alvarez y Los Astros, y dos años más tarde realizaba uno de sus sueños: tocar con la banda de Arsenio Rodríguez, músico cubano al que se le atribuye haber sentado las bases de la salsa actual.
Un día estábamos tocando con René Alvarez en unos merenderos en La Habana, recuerda Chocolate. Arsenio tocaba en un salón y nosotros estábamos en otro. Cuando Arsenio terminó de tocar, vino donde estábamos, se paró frente al grupo y les dijo que me presentara.
Muchacho, ¿tú quieres empezar conmigo?, me dijo. Yo di un brinco y dije: Bueno, ¡ya! Ese era mi delirio. Y al otro día empecé. Era mi sueño, yo tenía 21 años, relata. Arsenio me enseñó a frasear, a hacer el fraseo como cantaba el cantante. Me salvó que le gustaba a la gente lo poquito que yo hacía con mis solos.
Así fue desarrollando su carrera y sus habilidades improvisando piezas cubanas con la trompeta. Para él improvisar es algo natural: Es un don que da la naturaleza; es como un cantante que sabe improvisar, eso no se puede escribir jamás en la vida. Eso es el momento.
Y añade: Yo no puedo hacer un doblaje mío. Aunque toque el mismo número, siempre lo toco diferente. Dependiendo del clima, del público que hay, uno se siente de una manera u otra.
Además de tocar con Rodríguez, Armenteros realizó otro de sus sueños: Creé la banda más bailable de Cuba con mi primo Beny Moré.
Tras trabajar con Moré entre 1953 y 1956, pasaría a formar parte de la banda de la radio televisión cubana CMQ. Otro anhelo mío, dice el músico.
Luego, Machito le ofreció tocar con su orquesta en Nueva York, y así fue como dejó Cuba y se instaló en esta ciudad en 1957, continuando con su prolífica carrera musical.
Cuando he grabado sin cantante le llaman a mi música Latin jazz porque es solo instrumental, pero es música cubana, apunta Armenteros, quien nunca más volvió a Cuba.
Lo más, más, más grande de mi vida fue cuando toqué con Arsenio, cuando logré hacer la mejor orquesta bailable de Cuba, cuando llegué aquí [Estados Unidos] y toqué con la mejor banda aquí, la de Machito, y cuando luego hice el grupo mío con cantantes hasta que me cansé y dije que me iba a dedicar a grabar, dice el artista, que desde hace 25 años se dedica a tocar como invitado.
Una de sus colaboraciones más recientes fue con el grupo neoyorquino Aurora y Zon del Barrio, cuyo próximo disco, Zon de Chocolate, está dedicado al trompetista, quien interpreta un solo en una de las canciones. A finales de agosto Armenteros también tiene previsto viajar a San Francisco para participar en un homenaje a Arsenio.
La música todavía lo hace sentirse como un niño, asegura Armenteros a sus 85 años.
Con la trompeta siempre me siento que estoy en el kindergarten. La música es tan extensa que todos los días se aprende algo. •
Tomado de: El Nuevo Herald
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