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domingo, 9 de marzo de 2014

Exhibición de artistas cubanos en Cayo Hueso genera duras críticas

Cammy Clark
CCLARK@MIAMIHERALD.COM
Publicado el domingo 09 de marzo del 2014

Fantastic Voyage to Key West
La obra 'Fantastic Voyage to Key West' del artista cubano Roberto Fabelo - Imagen tomada de Key West Diary

El renombrado artista contemporáneo cubano Roberto Fabelo contempló su cuadro en que dos mujeres desnudas montan un gallo de gran tamaño como si fuera un caballo.

“El gallo tiene esplendor, color, vitalidad y cierto grado de machismo, pero ahí están las dos mujeres controlándolo”, dijo, riendo. “Eso representa el lado fabuloso de la vida”.

La obra, Fantastic Voyage Key West, es una de tres piezas importantes que Fabelo trajo a Cayo Hueso como parte de la exhibición binacional “Una Raza/One Race.” Curadores de Cuba y Estados Unidos anuncian la exposición como pionera, el primer intercambio cultural entre instituciones artísticas de los dos vecinos políticamente hostiles en los 55 años transcurridos desde que Fidel Castro tomara el poder.

Pero, aunque la mayor parte de Cayo Hueso ha dado la bienvenida al contingente —incluyendo los sitios que sirven de sede al evento, como The Studios of Key West, Hemingway Home & Museum (Casa Museo Hemingway), Oldest House & Garden Museum (Museo la Casa y el Jardín Más Viejos), el Consejo de las Artes de la Florida y el Mel Fisher Maritime Museum (Museo Marítimo Mel Fisher)— la voz de una fuerte minoría ha criticado el intercambio desde un inicio.

Y brilla por su ausencia en la exhibición el Instituto San Carlos, centro de patrimonio fundado en 1871 por exiliados cubanos que vinieron a Cayo Hueso a planear la campaña de independencia de Cuba de España.

Rafael Peñalver, presidente del instituto, dijo que su edificio histórico —el cual representa un símbolo de esperanza por una Cuba libre— no legitimaría el intercambio ni permitiría que artistas como Fabelo, que cuentan con el apoyo del régimen totalitario de Castro, cuelguen su arte en las paredes del centro.

“La exposición Una Raza... es una aberración para el legado de la ciudad como bastión de los derechos humanos”, dijo un comunicado publicado por Peñalver, Elena Spottswood y otros siete prominentes ciudadanos de Cayo Hueso de ascendencia cubana.

“Con el pretexto de un ‘intercambio cultural’ ” continúa el comunicado, “se está usando a Cayo Hueso para promover la falsedad de que el régimen autoritario de Cuba respalda la libertad artística. Nuestra ciudad está recibiendo con todos los honores a un grupo de artistas cubanos, algunos de los cuales — por interés personal — eligen llevar anteojeras mientras que sus hermanos son golpeados y encarcelados en Cuba”.

Peñalver dijo que los perturbaba en particular la inclusión en la exposición de Fabelo, quien en el 2003 firmó una carta con otros 26 intelectuales cubanos condonando las “medidas enérgicas” que había tomado días antes el gobierno cubano. Dichas “medidas enérgicas” fueron la ejecución de tres jóvenes apenas nueve días después de haber secuestrado una lancha y tratar de desviarla a Cayo Hueso en busca de libertad. La carta fue el intento del gobierno cubano de acallar la indignación internacional que siguió a las ejecuciones.

La galerista de Cayo Hueso, Nance Frank, quien se define a sí misma como utopista y lleva años trabajando para conseguir que se lleve a cabo el intercambio cultural, y quien vende arte cubano, dijo que se debería dejar a un lado la política.

“El arte puede tender un puente en el mundo”, dijo.

La noche de la apertura de la exposición, The Studios of Key West estaba de bote en bote. La multitud vino a ver las obras de Fabelo así como las de Manuel Mendive, Rocío García y Sandra Ramos.

“Para Cayo Hueso, una parte muy importante de nuestra historia, cultura y tradiciones es nuestra relación con Cuba”, dijo Jed Dodds, director ejecutivo de The Studios. “Esto es un modo perfecto de fortalecer esos lazos y mantenerlos vivos, de traerlos de algún modo al presente”.

No ha habido demostraciones públicas de protesta, como ocurrió en Miami en 1988, cuando un ingeniero civil cubano pagó $500 en una subasta por una pintura de Mendive y luego le prendió fuego. El manifestante, uno de muchos que se opusieron a la venta de cuadros de “artistas cubanos pro-Castro” declaró que la quema había sido “un acto de repulsión en contra de la propaganda marxista-leninista”.

La exposición abrió el 1ro. de enero en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, con 30 tallas en madera del artista popular cubanoamericano Mario Sánchez, hijo de un tabaquero que nació en Cayo Hueso en 1908. El falleció en el 2005.

Fue la visión de la humanidad que tenía Sánchez —que se debía aceptar a todas las personas sin importar su raza, color o religión— lo que inspiró el intercambio cultural, dijeron los curadores de la exposición, Frank y Hortensia Montero del Museo Nacional de Bellas Artes.

“Mario hubiera estado dando saltos de cabeza con sus hermosas nubes”, dijo Frank, viejo amigo de Sánchez y experto y vendedor de su arte. “Mario y yo estuvimos hablando sobre hacer esto durante 10 años”.

Peñalver estuvo en firme desacuerdo, diciendo que él también conocía a Sánchez. “El era muy anticastrista, y se estaría revolviendo en su tumba si se enterara que su arte estaba siendo expuesto por Castro en su palacio nacional de bellas artes”.

El mes pasado, Cayo Hueso abrió su lado del intercambio cultural con más de 100 obras de nueve prominentes artistas cubanos y un artista cubanoamericano de Miami, Xavier Cortada.

Fabelo y los otros participantes cubanos contaron historias similares de que los artistas llevaban “vidas privilegiadas” en La Habana, con recursos, libertad artística y permiso para exponer y vender su obra en todo el mundo. Los artistas dijeron que tenían la esperanza de que su visita abra aún más las puertas para Estados Unidos.

Pero uno de los expuestos, Cortada, nacido en Nueva York, dijo que esa visión con anteojos rosados no era cierta.

“Yo me di cuenta que este intercambio tenía a un artista muerto expuesto en La Habana, y que tenía a artistas cubanos, quienes por definición tenían que estar aprobados por el gobierno cubano si iban a estar representando el museo cubano”, dijo Cortada. “De modo que pensé que había una voz que brillaba por su ausencia en lo que se suponía que iba a ser un intercambio enorme, el primero de su tipo en cinco décadas”.

Fue por eso que Cortada dijo que dejó todo lo que estaba haciendo en Miami para venir a Cayo Hueso a reemplazar a un trío de artistas llamado Stainless, quienes no pudieron participar a última hora porque dos de ellos no pudieron conseguir visas.

Entre bambalinas, dijo Cortada, él presionó a los artistas para que le hablaran de sus verdaderas libertades. El preguntó a Fabelo por qué había firmado la carta condonando las ejecuciones de los tres jóvenes que estaban tratando de conseguir su libertad.

“Pero no de un modo hostil”, dijo Cortada. “Yo le pregunté: ‘¿Te coaccionaron? ¿Te confundieron?’ El me respondió que la razón por la cual lo hizo es que lo engañaron... Cuando trató de echarse atrás, era demasiado tarde”.

En Cuba, si los artistas no siguen la línea del partido, es casi imposible conseguir materiales de arte y una educación artística, dijo Juan EGO (Eduardo García O’Farrill), quien pasó un año en la cárcel luego de ser capturado mientras trataba de huir de la isla a los 15 años. A su salida de la cárcel, se vio obligado a trabajar de mecánico hasta el éxodo de 1994. EGO volvió a escapar, esta vez con éxito, junto a su esposa y otras cinco personas en una balsa desvencijada. Se hizo de una nueva vida en Virginia antes de mudarse a Cayo Hueso hace tres años y medio para abrir dos restaurantes cubanos y trabajar como artista autodidacta.

Cuando el intercambio cultural se inauguró en Cayo Hueso, 28 pinturas y tallas de EGO ya estaban expuestas en Lemonade Stand Gallery en Bahama Village. Entre ellas había una colorida pintura en acrílico de ese cruce tempestuoso del Estrecho de la Florida, en la cual una lona que se suponía que fuera para protegerlos de la lluvia se convirtió en una vela que los puso en el camino de un barco de la Guardia Costera de EEUU, y, finalmente, a salvo.

EGO, de 61 años, también tiene una pintura que retrata a las “Damas de Blanco”, un movimiento por los derechos humanos en Cuba compuesto de esposas y parientas de disidentes encarcelados. El describió la pieza con pasión: “El único color presente es el de la sangre de su hijo, un preso político, quien murió en huelga de hambre en la cárcel”.

EGO dijo que él no está en contra de un intercambio cultural, pero dijo que el mismo debería incluir a artistas cubanos que viven en Estados Unidos a quienes se debería permitir libremente exponer su arte en La Habana.

“No creo que a mí me permitirían exhibir la pintura de las Damas de Blanco”, dijo. “[El gobierno cubano] controlaría lo que ellos muestran. No sería un intercambio libre. Siempre hay condiciones”.

La exhibición “Una Raza/One Race” estará abierta hastas el 14 de marzo en The Studios of Key West, 600 White Street. Para información, llamar a 305-296-0458 o visite www.tskw.org.

Tomado de: El Nuevo Herald

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