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viernes, 14 de julio de 2006

Alberto Hernández, genio oculto del ajedrez.


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ROBERTO KOLTUN / El Nuevo Herald
ALBERTO HERNANDEZ, un cubano de cuarenta años que trabaja como guardia de seguridad y es un figura en el ajedrez.
IVETTE LEYVA MARTINEZ
Especial para El Nuevo Herald

Quien eche un vistazo al currículo laboral de Alberto Hernández jamás descubrirá su verdadera vocación. Durante la semana el balsero de 40 años trabaja como guardia de seguridad en un edificio, y se le puede encontrar en las madrugadas de viernes y sábado en el club nocturno La Covacha laborando como asistente de administración.

La mayoría de las personas con las que se cruza a diario ignoran que Hernández es un maestro de ajedrez. Integra el equipo que durante cuatro años consecutivos ha colocado al Miami Dade College (MDC) entre los tres principales de la nación a nivel universitario, después de doblegar a los reyes de clubes como Harvard, Yale, Princeton y Chicago.

Hernández, estudiante de inglés del Miami Dade, es un ajedrecista nato que ha dedicado casi toda su vida al juego ciencia.

''Soy muy práctico, intuitivo, no me gusta estudiar mucho. Prefiero improvisar en la apertura y luego desarrollo el partido sobre la base de mis conocimientos de estrategia y técnica'', comentó.

A los nueve años un tío le enseñó a mover las piezas en su natal San Antonio de los Baños, y a los 11 entró en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE), donde comenzó a estudiar. Ganó medalla de oro en tres competencias escolares nacionales y llegó a integrar el equipo cubano de ajedrez.

En 1983 quedó en tercer lugar en el Panamericano Juvenil que se realizó en Lima, Perú, y entre los 10 primeros en el Mundial Juvenil celebrado en Finlandia ese mismo año.

Tras graduarse como Licenciado en Deportes en 1988 se dedicó a entrenar a ajedrecistas, entre ellos a la Gran Maestra Vivian Remón.

``Me gusta más entrenar que competir", confesó Hernández. ``Los resultados son más visibles''.

Además de participar en varias competencias internacionales, Hernández fue entrenador del equipo femenino de ajedrez de Venezuela, entre 1991 y 1992.

A su regreso del país sudamericano, ''mi vida empezó a cambiar'', relató. ``Sospecharon que me iba a quedar en el extranjero a la primera oportunidad. Gradualmente comenzaron a marginarme''.

En agosto de 1994, junto a varias personas, Hernández entró en un barco griego anclado en el puerto de El Mariel, con la esperanza de escapar de Cuba.

``Tres días después nos bajaron con chorros de agua", recordó. ``Los miembros del contingente Blas Roca nos estaba esperando con tubos para entrarnos a golpes, y si no lo hicieron fue gracias a la intervención de la gente del pueblo del Mariel, que impidió que nos tocaran".

Al mes siguiente Hernández se lanzó al mar en una balsa. Fue rescatado por un guardacostas norteamericano y llevado a la Base Naval de Guantánamo, donde pasó nueve meses y medio. Ni siquiera allí abandonó su pasión por el ajedrez.

''Para hacer las piezas derretíamos las cajas de plástico donde nos daban la comida, y usábamos el anillo de la lata de Coca Cola para diferenciar al Rey de la Dama, hasta que los guardias nos dieron juegos de plástico'', relató. ``También organizamos competencias entre los campamentos''.

Al llegar a Miami, Hernández trató de mantenerse como ajedrecista activo, pero no tenía dinero suficiente para costear la inscripción en los torneos. Tuvo que dedicarse a sobrevivir y sus vínculos con el ajedrez se limitaron a alguna que otra visita a la Academia Internacional de Ajedrez de la Calle 8, para jugar rapid transit y ver a los amigos.

En La Covacha, donde comenzó a trabajar como guardia de seguridad en 1996, conoció a Rodelay Medina, y gracias a esa amistad regresó al ajedrez.

''Nos poníamos a jugar partidas a ciegas, recitando el lugar de cada pieza en el tablero. Ese era nuestro entrenamiento'', recordó.

Medina fundó el equipo de ajedrez del Miami Dade College de manera fortuita: en el 2002 se enteró de que el Torneo Panamericano Universitario de Ajedrez se realizaría en esta ciudad, y convenció a Hernández y a otros dos ajedrecistas, también estudiantes del centro, para que se inscribieran junto a él como equipo del College.

''Rodelay nos avisó una semana antes, así es que no nos preparamos'', rememoró Hernández.

El cuarteto le quitó solemnidad al torneo. ''Los demás andaban con trajes, nosotros fuimos en shorts y camisetas, hasta en chancletas, parecíamos más un equipo de jugar bolos'', dijo Hernández.

El improvisado equipo quedó en tercer lugar, y Hernández incluso derrotó a Pawel Blehm, Gran Maestro de origen polaco y considerado uno de los mejores ajedrecistas juveniles del mundo.

Los deportistas recibieron el respaldo inmediato del Miami Dade College, que en el 2004 recibió el premio a la Universidad del Año otorgado por la Federación Estadounidense de Ajedrez.

Actualmente el equipo está integrado por Medina, Hernández, Charles Galofre y Reinier González, además de los suplentes Alexander Villafuentes, Gilberto Fuentes y Alejandro Allen bajo el asesoramiento del profesor René García.

Sólo dos equipos han superado al de MDC: el de la Universidad de Maryland en el condado Baltimore (UMBC) y el de la Universidad de Texas (UTD). Ambos centros reclutan jugadores y les ofrecen estipendios y becas de hasta $30,000 dólares, un lujo que el Miami Dade no se puede dar.

''Se supone que un ajedrecista entrene ocho horas diarias, pero nosotros no podemos'', comentó Hernández. ``Yo juego por la internet y trato de prepararme 15 días antes de la competencia. La preparación física es fundamental: hago cardiovasculares cuatro veces por semana''.

El deportista considera que al equipo del MDC le ha ido tan bien gracias a la base de conocimientos adquirida en Cuba y ``porque tenemos talento, que es una cosa innata''.

Hernández habla con entusiasmo del movimiento ajedrecístico que ha impulsado el éxito del equipo de MDC. ``Hemos organizado dos torneos de preuniversitario y también topes entre los recintos del college''.

Ahora que el estado de la Florida reconoció su título de profesor de Educación Física Hernández sueña con volver a entrenar ajedrecistas. ''Ya estoy buscando trabajo'', afirmó con optimismo.

IvetteLeyva@yahoo.com

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