Marta Torres / Enviada especial
Miami- Directorio Democrático Cubano, Hermanos al Rescate, Raíces de la Esperanza, Acción Democrática Cubana, Movimiento Democrático, Partido Demócrata Cristiano de Cuba, Fundación Nacional Cubano Americana o Alfa 66 son sólo algunas de las organizaciones en las que se agrupan los cubanos de Miami, todas con un objetivo común: ver su país libre.
Juan Carlos Acosta, director ejecutivo de Acción Democrática, no oculta las tradicionales divisiones entre los disidentes cuando dice que «siempre ha habido planes cubanos, pero sí es cierto que los cubanos exiliados sólo están de acuerdo en una cosa, en la libertad de Cuba». Unos, como los que nacieron en la isla, llaman a la vuelta de forma inmediata para recuperar lo que les quitaron cuando se marcharon. Otros, como los de segunda generación, apuestan por dejar a los que se quedaron el timón del cambio.
Pero los exiliados alzan la voz para preguntar por sus muertos, sus presos, sus casas, sus propiedades. La mayoría se marcharon de Cuba con lo puesto. Incluso, algunos como la fallecida artista cubana Celia Cruz prendieron fuego con sus propias manos a sus hogares. Estos días muchos la recuerdan. En vida, ella sintió desde el principio de la Revolución lo que iba a ser de su querida Cuba a la que no pudo volver. En el cementerio del barrio del «Bronx» de Nueva York, fue enterrada con un pequeño saco con un puñado de tierra cubana. Poco después de estallar la revolución, la gran artista se marchó por cuestiones de trabajo a México, pero su corazón le decía que no le esperaba nada bueno a Cuba. Fue una de las primeras en abandonar. Fidel se lo permitió, pero no le dejó llevarse ningunas de sus propiedades. Lo mismo le ocurrió al resto de los cubanos que optaron por dejar la isla. Ella, como tantos otros, decidió quemar su hogar antes que entregárselo en bandeja al dictador.
El grupo Alfa 66 ya ha levantado la voz contra Jorge Mas Santos, presidente de la Junta Directiva de la Fundación Nacional Cubano Americana, el grupo de disidentes más influyente en Miami. Mas Santos, hijo de Jorge Mas Canosa, llamó hace pocos días en el Café Versailles al Ejército cubano a formar un Gobierno «cívico-militar». A su juicio, debía garantizar la seguridad nacional y el respeto a los derechos civiles de todos los ciudadanos, liberar a los presos políticos y convocar elecciones libres en un plazo prudencial. Dos días después, Pablo Correo, de Alfa 66, reconoció en el mismo escenario que «prefiero otros cuarenta años de dictadura que dialogar con cualquiera que estuviera con Fidel». También su compañero de grupo Fran Odontarza criticó el gesto de Mas Santos, que consideró una traición a «la memoria de Canosa (1939-1997)», reconocido como uno de los hombres más influyentes del exilio y estaba llamado a ser el presidente de una Cuba libre.
Cambio desde dentro. Mientras estos exiliados se han desplazado estos días al Café Versailles de la Calle Ocho, los cubanos de segunda generación miran cautos y recuerdan que tiene que ser los cubanos de dentro de la isla los que deben cambiar las cosas. Lorenzo De Toro III, vicepresidente del Directorio Democrático Cubano, explica que «aún no hay causa para la celebración», que, a su juicio, llegará cuando se produzcan «elecciones libres y haya una amnistía». De Toro III tiene muy claro que el papel de los cubanos de Miami debe limitarse a una función de apoyo a los de dentro.
La Casa Blanca no es ajena a lo que ocurre estos días. Sigue de cerca los movimientos en La Habana y en Miami, capital del exilio. La Administración Bush ha hablado a los dos lados. A los cubanos de la isla les ha pedido que comiencen a andar por el camino del cambio y la búsqueda de la democracia, pero desde casa. Además, les ha instado a no desplazarse a en masa a EE UU. Así, a los cubanos del exilio, les ha advertido ante las consecuencias de lanzarse también hacia Cuba desde Miami.
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