Por Luis de la Paz
Diario Las Américas
Testigo excepcional de las reuniones en la Biblioteca Nacional, en junio de 1961, el escritor Matías Montes Huidobro rememora aquellos momentos y señala las consecuencias que la tristemente célebre frase: “dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución nada”, significó para el movimiento cultural en la isla.
1.—¿Qué estaba pasando en el ambiente social y cultural cubano, en los meses previos a las reuniones en la Biblioteca Nacional?
—Tan pronto triunfa la revolución se inicia un proceso de cambio acelerado y contagioso pensando que todo sería por el bien colectivo y que incluiría reformas sociales, económicas y culturales, en particular de justicia social, sin determinarse específicamente en qué consistirían A pesar de los juicios sumarios, que cada cual justificaba a su manera, salvo aquellos vinculados al batistato de una forma o la otra, o alguna minoría que, con mayor perspicacia política e histórica, fue capaz de anticipar lo que iba a suceder posteriormente; el clima era favorable al proceso revolucionario. El ambiente cultural era muy positivo para las nuevas generaciones de escritores, aquellos que aproximadamente entre los veinte y treinta años, encontraban vías de expresión en el arte y la literatura que no se habían abierto antes. Tal fue mi caso, y a través de Revolución y Lunes de Revolución participé activamente y con entusiasmo en el proceso cultural que se desarrollaba en aquel entonces. Mi amistad previa con Carlos Franqui y Guillermo Cabrera Infante facilitó que me integrara de inmediato a la vanguardia intelectual. No obstante ello, a mí el entusiasmo me duró menos de tres años, porque la libertad del escritor estaba en riesgo, sin contar otros derechos individuales...
1.—¿Qué estaba pasando en el ambiente social y cultural cubano, en los meses previos a las reuniones en la Biblioteca Nacional?
—Tan pronto triunfa la revolución se inicia un proceso de cambio acelerado y contagioso pensando que todo sería por el bien colectivo y que incluiría reformas sociales, económicas y culturales, en particular de justicia social, sin determinarse específicamente en qué consistirían A pesar de los juicios sumarios, que cada cual justificaba a su manera, salvo aquellos vinculados al batistato de una forma o la otra, o alguna minoría que, con mayor perspicacia política e histórica, fue capaz de anticipar lo que iba a suceder posteriormente; el clima era favorable al proceso revolucionario. El ambiente cultural era muy positivo para las nuevas generaciones de escritores, aquellos que aproximadamente entre los veinte y treinta años, encontraban vías de expresión en el arte y la literatura que no se habían abierto antes. Tal fue mi caso, y a través de Revolución y Lunes de Revolución participé activamente y con entusiasmo en el proceso cultural que se desarrollaba en aquel entonces. Mi amistad previa con Carlos Franqui y Guillermo Cabrera Infante facilitó que me integrara de inmediato a la vanguardia intelectual. No obstante ello, a mí el entusiasmo me duró menos de tres años, porque la libertad del escritor estaba en riesgo, sin contar otros derechos individuales...
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