El Pais
Juan-José Fernández 27/04/2008
Cuba también está en Miami- AFP
Miami es un país en pequeño. Un universo en un Estado. Lugar de encuentro y de paso de medio mundo, tanto latino como menos latino. Otra California. Se volvió a demostrar en las primarias a las elecciones de Estados Unidos. Pero, sobre todo, es cubano. En ningún lugar como en la ciudad más poblada de la Florida se puede sentir el laberinto exterior. Es también otro lugar minado. Libre, pero con otro tipo de doble moral a la de la isla. Desde los más retrógrados hasta los que aún espían. Con distintos raseros, fechas de llegada y comportamientos. Al final, sólo es la conducta lo que pone a cada uno en su lugar. Pero después de tantos años de diáspora el laberinto es muy complejo.
El éxodo ha sido continuo, pero para empezar a entenderlo, incluso la fama de ultraderechista muy bien ganada, es muy importante separarlo por etapas. De los llegados en la primera tanda, grupo que muchas veces se olvida, fue la primera gran culpa de que a todos los exiliados de Miami se les calificara bien pronto como gusanos. Para salvar claramente sus cabezas políticas o militares llegaron incluso antes que los empresarios ricos (pero no corruptos), y los que se hicieron después tras empezar desde bien abajo, fregando platos. Muchos de ellos también reforzaron el apelativo los años siguientes, pero previamente aterrizaron en Florida o llegaron por barco los esbirros de Fulgencio Batista, calificado por muchos como el más corrupto de los gobernantes que ha tenido Cuba y caldo de cultivo perfecto para que triunfara la revolución...
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