Nora Gamez Torres
Publicado el sábado 13 de septiembre del 2014
Foto: Roberto Koltun / El Nuevo Herald
Un hombre en una celda de una prisión circular no sabe si un guardia armado lo está observando, desde su puesto en una torre situada en el centro del edificio. Este es el panóptico, una construcción ideada por el inglés Jeremy Bentham en el siglo XVIII y copiada por el dictador cubano Gerardo Machado para construir un Presidio Modelo en Isla de Pinos, en las primeras décadas del siglo pasado. Un modelo perfecto de poder disciplinario, en palabras del filósofo Michel Foucault.
En 1962, Ricardo Vázquez, un joven estudiante encarcelado por conspirar contra el gobierno instaurado en Cuba en 1959, desafía esa sensación de perpetua vigilancia para llevar a cabo una riesgosa misión en la cárcel-panóptico de Isla de Pinos: tomar las fotos de las cargas de dinamita que habían sido colocadas en la planta baja de cada uno de los cuatro edificios circulares que albergaban prisioneros políticos como él.
Eran los días cercanos a la Crisis de los Misiles, en octubre de 1962, y los presos habían constatado con horror que los hombres trabajando con martillos neumáticos estaban horadando las paredes y colocando cargas de dinamita, un colchón de explosivos para evitar que los contrarrevolucionarios tomaran la cárcel, en caso de una nueva agresión imperialistatrabajo inútil si estallaba una guerra nuclear primero.