Posted on Sat, Dec. 16, 2006
WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
Siete de los balseros del Puente de las Siete Millas agotaron su paciencia esperando por el permiso del gobierno cubano para retornar a Estados Unidos y se lanzaron nuevamente al mar.
Esta vez se aseguraron de llegar a una porción del territorio que fuera ''tierra firme'' sin lugar a dudas.
Casi un año después de que 15 personas fueran repatriadas a Cuba tras arribar a un pilote del viejo puente Flagler, en los cayos de la Florida, siete de ellas repitieron la travesía en una embarcación rústica con un pequeño motor y arribaron la madrugada de ayer casi por el mismo punto donde terminó frustrado el viaje anterior.
Al cierre de esta edición, el grupo permanecía retenido en la sede de la Patrulla Fronteriza en Pembroke Pines, adonde fueron trasladados para cumplir los trámites de rigor. Se prevé que sean liberados en la mañana de hoy.
''Están aquí, están aquí, llegaron a los Cayos'', exclamó emocionada Mariela Conesa, quien emigró por vía marítima a Miami en 1998. ``Es increíble que hayamos pasado tanto tiempo separados''.
En las primeras horas del viernes, Conesa recibió una llamada telefónica en su casa de Hialeah para informarle que su esposo Marino Hernández y el hijo de ambos, Osniel, de 14 años, estaban en territorio estadounidense.
Las autoridades del condado Monroe confirmaron que 16 cubanos arribaron cerca de las 3:30 a.m. por un punto en el extremo sur del nuevo Puente de las Siete Millas, a la altura de Cayo Marathon. Sin embargo, declinaron señalar si entre ellos viajaron integrantes del grupo que fue detenido por el Servicio Guardacostas el pasado 4 de enero y devuelto a Cuba cinco días después en medio de una encendida polémica en la comunidad.
El eje de la controversia fue si al llegar al viejo puente en desuso --paralelo a la moderna edificación vial construida en 1982-- podía considerarse que los balseros habían pisado tierra firme estadounidense.
El grupo repatriado --11 hombres, dos mujeres y dos menores-- hizo historia cuando a comienzos de marzo un juez federal dictaminó que la decisión de retornarlos a la isla había sido errónea, y ordenó a las autoridades estadounidenses hacer los mayores esfuerzos para que todos regresaran por vías legales.
El veredicto judicial sobrevino tras una demanda presentada por abogados locales ante un tribunal de Miami, estableciendo una victoria legal sin precedentes para los inmigrantes cubanos.
Pero entonces comenzó la odisea en tierras cubanas.
Desde el 28 de marzo, 14 de los repatriados habían cumplido los trámites de rigor ante las autoridades cubanas y la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana. Pero el gobierno cubano optó por retenerlos posponiéndoles el permiso de salida (tarjeta blanca), que es requisito indispensable para abandonar el país.
Uno de los integrantes del grupo inicial, Lázaro Martínez Jiménez, fue descalificado para emigrar legalmente por ofrecer falsos testimonios a los funcionarios estadounidenses. Los seis restantes poseen visas para ingresar a EEUU.
Según la información obtenida desde Cuba y ratificada por fuentes familiares en Miami, Martínez Jiménez se encuentra en el grupo que arribó ayer por los Cayos.
Los 14 balseros habían hecho gestiones al más alto nivel del gobierno cubano para obtener su salida. El último trámite oficial lo realizaron el pasado 1ro. de noviembre, cuando acudieron al edificio del Consejo de Estado en La Habana y presentaron su caso en la oficina del vicepresidente Carlos Lage.
''Nos dijeron allí que no existía en Cuba ninguna ley que pudiera retener a ciudadanos cubanos para no viajar al exterior y que nos darían pronto una respuesta'', relató Elizabeth Hernández en conversación telefónica con El Nuevo Herald. ``El pronto ha durado casi dos meses''.
Hernández, su esposo Junior Blanco y el hijo del matrimonio, John Michael Blanco, de 3 años, decidieron no sumarse en esta ocasión a la aventura marítima.
''Yo tengo un hijo pequeño y ya sé lo que es estar en alta mar'', relató la mujer en conversación telefónica desde el poblado de San Francisco, en la provincia de Matanzas. ``Si todo sale bien es una felicidad, pero si sale mal y a mi hijo le pasa algo, no podría vivir con ese cargo de conciencia''.
De acuerdo con testimonios familiares, en la lista de los siete ''balseros reincidentes'' se cuentan además Rosa Rodríguez, Ernesto Hernández, Tomás Perdomo y Hermes Hernández Pons. Todos residían en la provincia de Matanzas.
''El gobierno de EEUU hizo todo lo posible para que ellos vinieran de una manera legal y correcta, pero el régimen cubano se empeñó en no permitirles la salida'', declaró el abogado Willy Allen, quien representó al grupo en la demanda judicial. ``Y cuando uno se siente desesperado y sin escapatoria en Cuba, el mar es la única opción''.
wcancio@elnuevoherald.com
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