Cubanos sin Fronteras
Julio M. Shiling
jmshiling@patriademarti.com
Se le acredita al Libertador, la idea de un panamericanismo funcional, en el Congreso de Panamá de 1826. La historia, política y experiencia le fueron dando forma concretizada a ese concepto. Para bien o mal, hoy, lo más aproximado a la noción de una unión hemisférica, institucionalmente, ha sido la Organización de Estados Americanos (OEA). Su actual Secretario General, José Miguel Insulza, quiera en la próxima sesión de la Asamblea General, anular una prohibición participativa, a un régimen, que este año cumplió medio siglo de ininterrumpida dictadura. El antiguo asesor de Salvador Allende (un “demócrata” que intentó instaurar otra dictadura proletariado), ofrece la argumentación que la resolución adoptada en Punta del Este en 1962, expulsando del foro multilateral al gobierno castrocomunista, esta “obsoleta”.
Dicha consideración no tiene ningún sentido jurídico, ni mucho menos moral. Cuba sigue siendo miembro de la OEA. Nunca lo dejó de ser. La patria de José Martí, su Estado y sus ciudadanos, nunca fueron expulsado del organismo hemisférico al cual en 1948, sus representantes, democráticamente elegidos, se subscribieron. Claro tiene que quedar: quien fue arrojado de la OEA fue el régimen castrista. Sí, ese mismo que sigue, represivamente, todavía aún en el poder.
La naturaleza existencial de la OEA, originario de las conferencias panamericanas comenzando en Washington en 1899 (Primer Conferencia Internacional de los Estados Americanos) donde se instituyó el precursor del actual organismo, la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas (cambiado en 1910 a Unión de Repúblicas Americanas y en 1948 al actual organismo), demostró una consistente proclividad de la manutención a principios que propiciaban una armonía hemisférica. Si bien la historia continental no siempre puramente desglosó constante modelos democráticos entre las repúblicas americanas, jamás se materializó una degradación tan abismal, como el ejercitado en Cuba comunista con su marxismo-leninismo conceptual y el totalitarismo operativo. El esquema de una imperfección tolerable, de las imperfectas repúblicas americanas, ya no admitía aceptación. El excepcionalismo practicado en Cuba, después de 1959, rompió el molde de tolerable imperfección...
Dicha consideración no tiene ningún sentido jurídico, ni mucho menos moral. Cuba sigue siendo miembro de la OEA. Nunca lo dejó de ser. La patria de José Martí, su Estado y sus ciudadanos, nunca fueron expulsado del organismo hemisférico al cual en 1948, sus representantes, democráticamente elegidos, se subscribieron. Claro tiene que quedar: quien fue arrojado de la OEA fue el régimen castrista. Sí, ese mismo que sigue, represivamente, todavía aún en el poder.
La naturaleza existencial de la OEA, originario de las conferencias panamericanas comenzando en Washington en 1899 (Primer Conferencia Internacional de los Estados Americanos) donde se instituyó el precursor del actual organismo, la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas (cambiado en 1910 a Unión de Repúblicas Americanas y en 1948 al actual organismo), demostró una consistente proclividad de la manutención a principios que propiciaban una armonía hemisférica. Si bien la historia continental no siempre puramente desglosó constante modelos democráticos entre las repúblicas americanas, jamás se materializó una degradación tan abismal, como el ejercitado en Cuba comunista con su marxismo-leninismo conceptual y el totalitarismo operativo. El esquema de una imperfección tolerable, de las imperfectas repúblicas americanas, ya no admitía aceptación. El excepcionalismo practicado en Cuba, después de 1959, rompió el molde de tolerable imperfección...
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Julio M. Shiling
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