sábado, 24 de junio de 2006

SANTA CRUZ DE TENERIFE, 23 Jun. (EP/IP) -

La cuarta jornada del congreso Surrealismo Siglo 21, que organizan la Viceconsejería de Cultura y la Universidad de La Laguna, tuvo como ponentes al pintor Jorge Camacho, que relató cómo llegó al surrealismo y la manera en que se relacionó con sus mayores cultivadores en París; Fernando Castro, que desgranó la influencia del humor y la metamorfosis en la obra de Óscar Domínguez, y José Pardo, que adscribió al surrealismo "a la tradición más poderosa de nuestra cultura, aquella que ha hecho de las relaciones entre poesía e historia uno de sus fundamentos de reflexión más relevantes y continuos".

El cubano Jorge Camacho recordó el modo en que, en La Habana de los años cincuenta, comenzó a interesarse por el movimiento surrealista, a través de la lectura de revistas y de los libros de Breton, Éluard o Péret, pero que lo determinante para decidirse por su vocación de pintor fue "la obra y la vida de Paul Gauguin", del que siempre ha pensado que fue "un surrealista en el color".

Sentó, además, su posición acerca de la enseñanza de las Bellas Artes, cuando hizo referencia a su decisión "de no ingresar en la Escuela de Bellas Artes de La Habana" y afrontar su aprendizaje de forma independiente: "Pensaba entonces y pienso aún que la mejor manera de progresar en el conocimiento del arte es observando y estudiando la obra de los grandes maestros. Esta convicción me llevó a emprender varios viajes al extranjero".

Ya fuera de Cuba, su primera escala fue el México de los muralistas, que por entonces gozaban de un gran prestigio en el mundo y una formidable influencia en el país, pero que a él sólo le produjeron desencanto: "Mi decepción al ver este arte extremadamente politizado fue grande. Pero sería aún mayor al saber, más tarde, que Siqueiros, un estalinista convencido, desarrollaba actividades policíacas y que incluso llegó a intervenir en uno de los atentados contra la vida de Trotsky. Por fortuna, encontré a otros pintores, como Rufino Tamayo y Carlos Mérida, que sufrían cierta marginación por su enfrentamiento con los muralistas y que me impresionaron vivamente".

La figura de Diego Rivera no evoca, en consecuencia, los mejores momentos de su crecimiento como artista: "Mi visita a Rivera fue breve y sin mayores consecuencias. El maestro -acentuó el tono irónico con que empleaba esta palabra- estaba, en esos momentos, pintando uno de sus cuadros murales más espantosos, sobre un problema político de Guatemala".

Su contacto in situ con el surrealismo -"el movimiento intelectual y poético más importante del siglo XX", según su definición- se produjo cuando en París tuvo "el inmenso placer" de conocer a André Breton, quien le animó a sumarse a las actividades de su grupo, algo que representó para su recorrido estético "el comienzo de una nueva vida artística e intelectual".

A años de aquello, Camacho ve al movimiento encabezado por Breton como influyente en todo, hasta en órbitas de "la vida social, como la publicidad y la moda". En un momento, se detuvo para marcar que la expresión "surrealista" se usa "hasta el abuso, para calificar situaciones macabras o insólitas", algo que "con frecuencia, hacen los políticos y periodistas de limitada cultura". "Dicho de otro modo, todo el mundo habla del surrealismo, pero son muy pocos los que lo comprenden", afirmó.

El automatismo, que junto con el poder del sueño y del subconsciente son los dos rasgos fundamentales del surrealismo según Breton, produjo pintores "como el chileno Roberto Matta, uno de los pocos en utilizar el automatismo de forma tan libre y espontánea". Es entre esos pocos que Camacho situó a Óscar Domínguez, que "valiéndose de las decalcomanías que inventó en 1935, llegó a hacer obras de un automatismo casi puro".

Fernando Castro, catedrático de Historia del Arte Contemporáneo de la Universidad de La Laguna, citó como determinantes en la producción iconográfica de Domínguez "cinco categorías estéticas que reflejan el modo surrealista de concebir la vida". Ellas son "el deseo, la muerte, el juego, el azar y el humor".

Los surrealistas, "como oráculos de un mundo regido por el poder incondicionado del deseo", trabajan las imágenes de su pintura para "dislocar" la realidad a través de "la intervención revolucionaria del humor". Aquí encuentra Castro Borrego el eje medular de la poética de Domínguez, "un eje que recorre sus múltiples etapas y dota a sus creaciones de un sentido unitario que va más allá de las relaciones formales o las estrategias icónicas, un concepto de representación que supone la negación de la realidad como algo dado".

Así, cuando Breton comenzó a pensar, en 1946, que la pintura estaba volviendo "a la senda manida de la imitación del mundo exterior" -el rechazo al realismo era para él "un mandamiento moral que el surrealismo tenía que acatar"-, al deplorar la desviación de muchos antiguos camaradas que habían vulnerado este mandamiento, hizo una distinción. "Quiero hacer una excepción resonante en favor de Brauner y Hérold y otra en favor de Domínguez", dijo. Para el catedrático de La Laguna, "Domínguez no se había pasado a las filas del realismo, ni había hecho concesiones a lo que Breton llamaba el misticismo-estafa del bodegón".

Tras la Segunda Guerra Mundial, Domínguez se acercó "a Paul Éluard y a Pablo Picasso, dos comunistas", que, en el caso del primero, "había abandonado la disciplina surrealista para comprometerse plenamente con las tesis oficiales y el realismo socialista preconizado desde Moscú", lo que le enfrentaba al surrealismo, "que mantuvo su indeclinable defensa de la libertad creativa".

La relación entre Domínguez y Picasso no deja de ser un juego de admiración y oposición a la vez, en el que el malagueño representaba una "nefasta influencia" en palabras de Breton, por su "enamoramiento de la realidad, aunque fuese para someterla a crueles deformaciones". Si bien Castro Borrego indica que Domínguez "cayó en sus redes", su obra creativa a partir de 1945 "no fue sino una forma de resistir a Picasso, donde el humor y las metamorfosis tienen un papel clave".

lunes, 19 de junio de 2006

IVETTE LEYVA MARTINEZ
Especial para El Nuevo Herald
GABRIEL FUENTES, un joven arquitecto nacido en los Estados Unidos de padres cubanos, ganó un premio por su proyecto para La Habana.
PEDRO PORTAL / El Nuevo Herald
GABRIEL FUENTES, un joven arquitecto nacido en los Estados Unidos de padres cubanos, ganó un premio por su proyecto para La Habana.

Para el joven arquitecto Gabriel Fuentes, la reconstrucción de La Habana debe conjugar historia y modernidad, como en un tapiz donde no se pueden advertir las costuras.

Esa visión ya ha sido premiada por dos de las asociaciones de arquitectos más importantes del país.

Su diseño de un moderno centro cultural de concreto, madera, vidrio y acero en la Plaza Vieja de la capital cubana obtuvo el Premio de Honor de la Sociedad de Arquitectos de Boston, el reconocimiento más importante en Estados Unidos a los proyectos no construidos.

El mismo proyecto ganó también el Premio de Honor al Diseño No Construido que otorgó en mayo la sección de Florida del Instituto Estadounidense de Arquitectos.

Fuentes tiene sólo 25 años y no fue uno de esos muchachos que creció soñando con ser arquitecto. Ni siquiera se considera un gran dibujante: ''Todavía estoy aprendiendo a dibujar personas'', confesó riendo durante nuestro encuentro en el downtown de Miami, no lejos de Zyscovich, la firma para la cual trabaja.

Por consejo de su novia -ahora esposa- Yeila, tomó una primera clase de arquitectura en el Miami-Dade College, y le bastó para decidir su destino.

''La creatividad y la pasión son las cualidades más importantes para el arquitecto de hoy'', aseguró. ``Y estar vinculado a las artes ayuda: el arquitecto es también un artista''.

De padres cubano-americanos, Fuentes nació en Oklahoma. Desde los cinco años vive en Hialeah y se convirtió en el primer miembro universitario de su familia. Pudo financiar sus estudios gracias a un préstamo, al apoyo financiero de su madre y a su trabajo como empleado de Home Depot. Recientemente terminó su Maestría en Arquitectura.

Un curso de historia impartido por el prestigioso arquitecto cubano Nicolás Quintana durante la carrera en la Universidad Internacional de la Florida (FIU) despertó el interés de Fuentes por la ciudad donde nació su madre.

``Sentí que si iba a ser arquitecto en Miami tenía que conocer la cultura dominante aquí. Un arquitecto debe conocer para quién trabaja, para quién está diseñando", reflexionó.

Visitó La Habana en el 2004 con respaldo financiero privado, y durante 10 días estuvo recorriéndola. Cuando caminó por primera vez por las calles de La Habana Vieja, sabía perfectamente adónde lo llevaban sus pasos: se había aprendido de memoria el mapa de la ciudad.

''De alguna manera conocía la ciudad pero no la sentía. Es diferente cuando se tiene una relación más directa, más íntima: cuando se puede tocar los edificios, percibir la escala en que están hechos, eso es muy importante para un arquitecto'', comentó.

Fuentes pudo observar las labores de reconstrucción del casco histórico habanero, pero no comparte el criterio usado por los restauradores cubanos.

''Buscan dejar los edificios iguales a como fueron construidos originalmente, pero sin los materiales apropiados. Por ejemplo, donde había piedra usan concreto, eso les da una apariencia falsa'', consideró. ``Hay otra manera moderna de hacerlo: mirando hacia el pasado pero también hacia el futuro''.

Su proyecto de edificio en la Plaza Vieja formará parte de La Habana y sus paisajes, un ambicioso proyecto de la Escuela de Arquitectura de FIU, dirigido por Quintana y el decano Juan Antonio Bueno. El proyecto es financiado por el prominente urbanizador Sergio Pino y la compañía constructora Lennar Homes, que administra en Miami-Dade Anthony Seijas.

Fuentes, quien también enseña Arquitectura en FIU, recibió este año otro galardón: el Premio de Mérito por un proyecto para el sitio arqueológico Chan Chan de Perú convocado por la sección de Florida del Instituto Estadounidense de Arquitectos, y prepara un proyecto de museo y puente para Venecia que presentará en una competencia similar.

Al joven arquitecto le gustaría diseñar proyectos culturales para Miami, donde considera que hay grandes oportunidades para los diseños creativos.

''Sin embargo, creo que la mayoría de los proyectos constructivos actuales prestan poca atención al entorno, al espacio urbano. Muchos ignoran la calle, el ambiente. Hay una tendencia a construir más unidades de vivienda en detrimento de los espacios abiertos'', opinó.

Fuentes sueña con un espacio donde no existan frenos a la creatividad. ''Un ambiente estilo estudio o taller, dedicado al buen diseño'', dijo. ``Eso me gustaría mucho''.


G.HEDGECOE/Especial para TMH
MADRID
LOS HIJOS de los comandantes de la Revolución Cubana, Ramiro Valdés y Juan Almeyda, viven en españa, al igual que otros descendientes de la clase dirigente de la isla.
JORGE REY / Getty Images
LOS HIJOS de los comandantes de la Revolución Cubana, Ramiro Valdés y Juan Almeyda, viven en españa, al igual que otros descendientes de la clase dirigente de la isla.

Son los hijos y las hijas de la clase dirigente de Cuba, viven en España, pero mantienen una vida discreta para que el gobierno de Fidel Castro los deje regresar y visitar a sus familiares.

Se les conoce como quedaditos, es decir que su vida se desarrolla en la sombra para evitar comprometerse con una posición de disidencia que podría afectar su decisión de vivir fuera del sistema comunista.

''Si uno dice algo aquí, en Cuba lo sabrán y nunca más uno verá a la familia'', dijo una abogada cubana de treinta y tantos años que reside en Madrid. 'Por ejemplo, si usted publica mi nombre en el periódico y cita que yo dije `Cuba es un país de porquería', me llaman y me dicen: 'Después de haber declarado eso, no volverás más a Cuba' ''.

De modo que los quedaditos tratan de vivir una vida tranquila, y permanecer bajo el anonimato, fuera de los otros cubanos que se encuentran en su misma situación.

Algunos critican al gobernante cubano Fidel Castro. A otros lo único que les interesa es alejarse de la intensidad de la vida política de la isla. Otros, quieren hacer negocios, sin tener que sufir los controles draconianos cubanos. Sin embargo, para todos, a diferencia de Miami, vivir en España no significa adoptar de inmediato una actitud de disidente, y por lo tanto enfrentarse a la posibilidad de no visitar más la isla.

Entre ellos está el hijo de Eusebio Leal Spengler, el historiador de la Ciudad de La Habana. Javier Leal tiene una agencia de viajes y una galería de arte en Barcelona.

Emma Alvarez-Tabío, la hija de Pedro Alvarez-Tabío, director de la Oficina de Asuntos Históricos de Cuba, está casada con un diplomático español y trabaja en Madrid como consultora de inversiones en Cuba.

Enrique Alvarez Cambra, hijo de Rodrigo Alvarez Cambra, un médico que es uno de los hombres de más confianza de Castro, y que en una ocasión operó al ex presidente iraquí Saddam Hussein. Enrique es director de una clínica médica en Santander.

También está Antonio Enrique Luzón, hijo del ex ministro de Transportes cubano del mismo nombre. El hijo vive en Madrid y tiene un negocio de importación y exportación.

En el 2002, El Nuevo Herald publicó un reportaje sobre la presencia en España de tres nietos y de la ex nuera del propio Fidel Castro, dos nietos de su hermano mayor Ramón, y un hijo del Juan Almeida, uno de los hombres más cercanos a Castro.

Durante décadas, los cubanos arribaron a España con el fin de comenzar una nueva vida. Algunos llegaron como exiliados del regimen de Castro, otros se casaron con españoles, y otros obtuvieron pasaportes españoles bajo el argumento de la ciudadanía española de sus padres.

No obstante, luego del desmoronamiento de la Unión Soviética y sus enormes subsidios a Cuba, este nuevo tipo de inmigrante empezó a llegar, un grupo privilegiado que con frecuencia estaba conectado a los círculos más altos del gobierno cubano.

Entre las personas que no conocen ni confían en ellas, este grupo suele defender el regimen de Castro o simplemente no hablar de nada, según afirman otros cubanos que viven en España, pero entre amigos revelan niveles diferentes de insatisfacción.

''No creo que ninguno esté a favor del regimen'', dijo la abogada, que pidió no se revelara su nombre para evitar así ser identificada y tal vez castigada por las autoridades de La Habana. Sin embargo, agregó ``muchos de nosotros no queremos enredarnos en asuntos de política por temor a nuestras familias''.

Después de la caída del Muro de Berlín y del colapso de la economía cubana, el gobierno de la isla aflojó un poco su política de inmigración, toda vez que los envíos de dinero que los que viven en el extranjero mandan a sus familiares representan una importante fuente de ingreso.

''Desde que la economía empezó a tener serios problemas, el regimen ha sido más flexible en este campo'', dijo Carlos Cabrera, ex periodista de La Habana que se mudó a Madrid en 1991. 'Todavía más, quieren despolitizar el fenómenos de la emigración, de manera que están muy contentos de llamarlo `emigración económica' ''.

De cualquier modo, es muy difícil catalogar a muchos de los quedaditos como emigrantes económicos. Muchos son profesionales, hijos de padres a favor de Castro a quienes la revolución les ha dado vidas con un bienestar relativo.

Este tipo de cosas ocurre porque todos los cubanos que viven en el extranjero que quieren visitar su país primero deben obtener del gobierno cubano el llamado Permiso de Residencia en el Extranjero (PRE), una licencia muy difícil de conseguir que les da la posibilidad de regresar a menudo de vacaciones.

''La persona solicita el permiso y el gobierno se lo entrega o no'', dijo Julián Mateos, abogado español que representa a los cubanos en España y a firmas españolas en Cuba. ``El proceso lleva una larga investigación; analiza el barrio donde vive, si tiene antecedentes penales y cosas así''.

Según Mateos, hasta 200,000 cubanos viven en España, y de ellos alrededor de 60,000 han obtenido la nacionalidad española. El gobierno español y la embajada cubana en Madrid no quisieron ofrecer cifras ni tampoco comentar sobre este informe.

Waldo Díaz-Balart, que en 1959 se fue de Cuba y nunca ha regresado, admite que la situación es muy delicada para los quedaditos. Tras haber vivido aquí durante muchos años, conoce bien a la comunidad exiliada de Madrid, y a Castro de primera mano, pues estuvo casado con su hermana Mirta. Sus sobrinos Lincoln y Mario Diaz-Balart representan al sur de la Florida en el Congreso norteamericano.

''La vida para esta gente es tremendamente difícil'', dijo Díaz-Balart. ``Muchos están muy confundidos. Este asunto de ir a Cuba y luego regresar a España es algo muy delicado, ya que el control del régimen va más allá de sus propias fronteras''.

Otros exiliados, sin embargo, critican a quienes califican como ``exilados de terciopelo''.

''Desde un punto de vista político, me parece algo obsceno'', dijo Orlando Fondevila, quien se fue de Cuba en 1997 y trabaja en la revista trimestral Revista Hispano Cubana, que se edita en Madrid. 'Viven aquí, que se supone es el lado `malo', el lado capitalista, y al mismo tiempo (públicamente) defienden al régimen de Cuba. Es vergonzoso. Si de verdad piensan que Cuba es un paraíso, deberían vivir allí''.

Por su parte, otros piensan que los quedaditos están, de hecho, haciendo una declaración política simplemente por vivir fuera de Cuba.

''El que ellos vivan aquí refleja un cierto alejamiento del sistema'', expresó Pío Serrano, escritor cubano exilado que dirige una casa editorial en Madrid.

''Para algunos, uno tiene que estar completamente en contra de Castro y no hay nada más que decir, pero no puede decirse que todo el mundo está en la misma situación'', dijo Serrano, observando que algunos de los quedaditos que conoce no se esconden en privado para expresar todo lo que detestan al gobierno de Castro.


Lunes, 1 de mayo de 2006 - 18:37 GMT

Matías Zibell

BBC Mundo, Miami

Las marchas por los derechos de los hispanos en Estados Unidos, la polémica por las banderas ondeadas por los manifestantes y las reacciones dentro de la sociedad estadounidense han vuelto a poner al día el viejo tema de la identidad.

Las banderas de México, El Salvador y Ecuador que se vieron en las calles de Los Ángeles, Boston y Phoenix, entre otras, renovaron antiguos interrogantes, algunos válidos, algunos malintencionados.

¿A dónde pertenece uno en esta sociedad globalizada, al país donde nació o a la nación donde escogió vivir? es una pregunta que pertenece al primer grupo (preferimos ahorrarles las del segundo).

Dentro de Estados Unidos, la comunidad cubana -la tercera en número luego de mexicanos y puertorriqueños- es una de las más particulares, debido a su condición de exiliada política, los beneficios que goza a diferencia de otros grupos de hispanos y su rápida adaptación.

Para preguntar a los cubanos a dónde pertenecen, si se consideran cubano-americanos como los trabajos estadísticos los han bautizado o si han elegido una de las dos orillas, no encuentro mejor lugar que la calle 8, tan cubana como el malecón de La Habana.

Las dos orillas

En su tienda de habanos, que tiene la bandera cubana y estadounidense en la vidriera, Carlos Coba suspira cuando le pregunto hace cuánto llegó de la isla.

"¡Uh! Hace rato. En el año 53. Tengo 80 años. He vivido más aquí que en Cuba".

Carlos Coba recuerda que -cuando él llegó- en la calle 8 sólo había fincas y descampado.

Entonces qué se siente. ¿Cubano, estadounidense o cubano-americano?

"Uno no se olvida de la patria de uno, pero uno tiene que jalar más pa' aquí que pa' allá, porque has vivido más aquí que allá", me responde mientras me invita con un cigarro.

"Así que como aquel que dice, tengo dos patrias", remata.

Un solo lugar

Pero a pocas cuadras de la tienda de habanos, en la confitería Reyna que se encuentra en la 11 y la 8, escucho otra historia.

Benito Oyanis interrumpe su almuerzo -una tentadora sopa de pollo- para contarme que él dejó Cuba 28 años atrás.

Benito Oyanis no quiere saber nada del país que dejó.

"Yo me siento americano completo. Cuba no me interesa para nada".

Me cuesta creerle, debido al escenario en donde nos encontramos. Justo en ese momento yo estoy tomando una colada, ese maravilloso café cubano con más azúcar que café.

"Yo prefiero la comida americana", me dice como adivinando mi desconfianza, mientras se enfría su sopa de pollo sobre el mostrador.

Cuando apago el grabador me cuenta que en Cuba se quedó su único hijo -que no quiso dejar la isla con él- y sus dos nietos que sólo conoce por fotos.

Identidad exiliada

Camino un poco más por la 8 y llego a la plaza del dominó, lugar tradicional de la comunidad cubana en Miami.

Aquí las fichas caen del lado opuesto a las de Benito.

En la plaza del dominó, las fichas nunca se detienen.

Me abalanzo sobre una mesa antes de que comience una nueva partida y pregunto a los gritos sobre el sonido de los dominós sobre la identidad de los jugadores.

"Yo soy cubano hasta el día último de mi existencia brother, y soy ciudadano americano, pero mi patria no me la quita nadie, ni Fidel me la ha podido quitar", me responde uno de los jugadores, con el asentimiento de los otros.

¡Fidel Castro! Ya me parecía extraño que nadie lo nombrara a esta altura del reportaje.

Como lo indica un ensayo del Instituto de Estudios Latinos de la Universidad de Notre Dame, Indiana, EE.UU., "los cubanoamericanos se diferencian de otros grupos nacionales de origen latino porque han desarrollado un conjunto de instituciones políticas y culturales basadas en su identidad de exiliados".

Es decir que, a diferencia de otros latinos empujados por las necesidades económicas, son las motivaciones políticas las que han impulsado las olas migratorias de esta comunidad y sus avatares en el país elegido.

Pero el mismo estudio indica que algunas cosas están cambiando con los que han llegado recientemente.

"Salimos echando"

Gloria también trabaja en la calle 8, en un locutorio al que asisten decenas de latinos por día para hablar con sus países.

Ella llegó hace un año y 10 meses a EE.UU., por lo que le pregunto si fueron las condiciones políticas las que la motivaron a dejar la isla a ella y a otros jóvenes que viajaron a su lado.

Gloria llegó hace poco más de un año y dice que sólo volverá a Cuba "a pasear".

"Más el tema económico que el político. Los jóvenes no pensamos en nada de eso (el exilio político). Lo de nosotros es que salimos echando porque si no hay comida, si no hay esto si no hay lo otro".

Esto acercaría un poco más a los cubanos con otros latinos que tratan de cruzar la frontera todos los días. Pero algo aún los diferencia. Si los cubanos llegan a territorio estadounidense reciben automáticamente asilo, los otros latinos no.

Esa diferencia, que no es pequeña, tal vez haya influido en el hecho de que la marcha por los derechos hispanos que se realizó en Miami fue una de las menos concurridas de todas las que se celebraron en este país.

Sobrenombres

¿Pero qué pasa con la segunda generación? ¿Los que nacieron aquí?

De acuerdo al censo del año 2000, los cubano-americanos (otra vez este término) no nacidos en Cuba constituyen el 31,5% de la población cubana de EE.UU.

Me contacto con Marcos, de padres cubanos pero nacido en Miami 23 años atrás. ¿De dónde se siente él, de allá o de acá?

"Me siento de los dos. Me siento orgulloso de ser cubano y también americano".

¿Alguna vez viajó la isla?

"Nunca he ido a Cuba. Y no voy hasta que caiga Fidel", me dice con una sonrisa.

Marcos ama la música cubana -sobre todo la instrumental- pero se siente más cómodo hablando inglés que español. Me dice que ha tratado de tomar lo mejor de los dos lados.

Pero Susana, otra de mis entrevistadas, creer que lo mejor está de un solo lado, de esa isla donde nacieron sus padres y que ella visitó fascinada en el año 2000.

¿Cómo si hubiera nacido allá? le digo

"Y, a mí me dicen 'balsa'".

Humo

Cuando dejo la calle 8 me pongo a pensar en todos ellos. En los que están partidos, en los que son de donde eligieron vivir y los que pertenecen a donde no nacieron.

Pienso que siempre es difícil tratar de entender cuál es nuestro lugar de pertenencia cuándo tenemos dos casas en lugar de una.

El escritor austriaco Stefan Zweig, quien vivió la mitad de su vida en el exilio, escribió:

"La emigración, sea del tipo que sea, provoca por sí misma un desequilibrio (...) y eso hace falta haberlo vivido para comprenderlo".

Cada uno lidia con ese desequilibrio como puede, con su bandera, con el olvido, con la nostalgia, con internet.

Yo tengo el cigarro de Carlos Coba, cuyo tabaco tiene un origen y su humo un destino que el cigarro desconoce.


CON OJOS DE LECTOR

Son esas las tres marcas principales del personaje protagónico de 'El horizonte de mi piel', la novela autobiográfica de Emilio Bejel.

Carlos Espinosa Domínguez, Nueva Jersey

lunes 19 de junio de 2006 6:00:00

En las palabras que se reproducen en la contraportada de El horizonte de mi piel (Editorial Aduana Vieja, Cádiz, 2005) se definen las tres marcas principales de su personaje protagónico: es cubano, exiliado y homosexual. Es, pienso, un modo atinado de resumir los hechos esenciales que conforman la trayectoria vital que Emilio Bejel (Manzanillo, 1944) narra en esta novela autobiográfica, que en realidad participa más del segundo género literario que del primero.

En todo caso, al apuntar esto último quiero decir que El horizonte de mi piel no participa de lo novelesco en la misma medida en que lo hace Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas, obra a la cual algunos niegan su condición de memorias, debido a que no siempre se atiene a los hechos reales y a que alcanza en muchos momentos las proporciones delirantes de la ficción en estado puro. Bejel, sin embargo, tampoco ha querido redactar una obra autobiográfica al estilo tradicional, como lo puede ser Confieso que he vivido, de Pablo Neruda. Para ello, se vale precisamente de un tratamiento del material y de unos recursos literarios que remiten de modo inequívoco a la narrativa. Hay además en las primeras páginas del libro una dedicatoria que conviene atender: "A todos los personajes, reales o ficticios de esta narración".

El horizonte de mi piel está construido a partir de capítulos o segmentos más o menos breves (la extensión promedio es de cuatro páginas) que tienen entidad en sí mismos, pero que a la vez van armando un hilo argumental similar al de las novelas. A través de éste seguimos la trayectoria vital del narrador/ protagonista, desde su niñez en Manzanillo hasta algunas décadas después, cuando acepta un puesto como profesor de literatura hispanoamericana en la Universidad de Colorado en Boulder. Pero al igual que ocurre en tantas obras de ficción, los hechos no siempre se atienen a la linealidad cronológica: en algunas ocasiones el narrador vuelve atrás en el tiempo o bien adelanta sucesos que tendrán lugar después. Están, por otro lado, los siete poemas que se incorporan al texto, y que se refieren, desde otra perspectiva, a personas de las cuales se habló en ese mismo segmento. Asimismo está el sueño con Ava Gardner que se cuenta casi al final del libro. En fin, son algunas —existen otras— de las estrategias literarias empleadas por Bejel.

Pero al lado de esos artificios tan legítimos, El horizonte de mi piel acumula una considerable cantidad de elementos que invitan a que se le lea como algo más que una obra de ficción, a la que no cabe aplicar aquello de que "cualquier parecido con personajes y hechos reales es pura coincidencia". No es posible pasar por alto que el narrador/ protagonista se identifica como Emilio Bejel, ni que lo que cuenta coincide con bastante exactitud con las vivencias del autor. Están además las noticias de los periódicos que se reproducen, y en las cuales se puede seguir un incidente real que se suscitó alrededor de la concesión de la permanencia a Bejel cuando era profesor en la Universidad de la Florida. Insisto sobre este aspecto porque, a mi juicio, es precisamente en el cual el libro consigue sus valores más significativos, sin que con ello desmerezca sus méritos literarios.

En un contexto como el nuestro, una obra como El horizonte de mi piel resulta además especialmente saludable en el doble sentido del término, es decir, sana y cuya salida es digna de ser saludada. En Cuba, y en general en toda la literatura en lengua española, escasean los libros autobiográficos, los deslindes de la intimidad. Como he expresado en otra ocasión, los autores prefieren imitar al calamar y arrojar tinta para borrar sus huellas. A este desértico panorama, Bejel viene a aportar un ejercicio de memoria, en el que rememora su existencia con fruición, mirada serena, suave humor y honestidad.

Los primeros capítulos corresponden a los recuerdos de la infancia en Manzanillo del narrador, cuya familia pertenecía a la clase media. Al triunfar la revolución, le tocó ser testigo y partícipe de las divisiones que empezaron a crearse dentro de muchas familias cubanas. Su mamá y su madrina simpatizaban con el nuevo gobierno, aunque también eran muy católicas; algunos de sus primos y tías eran "fidelistas", pero no comulgaban con la religión. El narrador participaba de ambos bandos, mas cuando llegó el momento de tomar partido por uno, expresa que se encontraba "más del lado de la iglesia que del gobierno". De aquellos primeros años recuerda con horror los juicios y fusilamientos transmitidos por la televisión. "Tanto mi familia como yo todos éramos antibatistianos furiosos, comenta, pero no estábamos preparados para aquella carnicería". Y señala que su toma de posición al lado de la iglesia acaso tuvo que ver con "estos fusilamientos y otros abusos que comenzaron muy temprano una vez que la revolución arribó al poder".

Se aleja del catolicismo y descubre su sexualidad

Aunque al salir hacia Estados Unidos tenía ya dieciocho años, es aquí donde empieza su verdadera etapa de formación. En ésta, el narrador protagonista va descubriendo y delineando su personalidad, sobre todo en lo relacionado con los criterios políticos y la sexualidad. Hijo único de una mujer divorciada, había vivido hasta entonces sin preocuparse de cómo se gana el dinero. Él mismo se describe como "un niño mimado por no decir malcriadísimo". Al llegar a Miami, tuvo que aprender a administrar los sesenta dólares mensuales que le daba el gobierno. Y ante la imposibilidad de subsistir con tan escasos recursos, se vio obligado además a buscar por primera vez empleo.

El inicio de los estudios universitarios contribuyó a que comenzara a cambiar sus ideas sobre cuestiones como la religión. La lectura de filósofos como Sartre, Unamuno, Hegel, Kierkegaard y Schpenhauer lo fueron alejando de las concepciones inculcadas por el catolicismo, hasta casi convertirlo en ateo. Por otro lado, su postura ante la guerra de Vietnam se modificó, y a medida que avanzaba el conflicto fue radicalizándose, y de manera tangencial participó en actividades estudiantiles para protestar contra lo que consideraba una monstruosidad.

Para mediados de los años setenta, su visión de la realidad cubana también había cambiado. Aunque rechazaba la falta de libertades civiles, le impresionaba positivamente el que los cubanos contaran con escuelas y asistencia médica gratuita, que las diferencias sociales se hubieran reducido, que existieran leyes que condenaban el racismo. A través de Lourdes Casal se vincula al Grupo Areíto, y se convierte en un miembro activo en "la causa por mejorar las relaciones entre los cubanos de la isla y los del exilio". Viaja con el colectivo a Cuba, se reencuentra con su familia, y en los años siguientes regresa en varias ocasiones. Una de ellas coincide con el éxodo masivo posterior a los sucesos de la Embajada de Perú, período durante el cual afloraron de nuevo las tendencias homofóbicas más extremas. Lo que entonces vio lo hace anotar que esa vez se sintió "mucho más americano que cubano".

El otro aspecto que se va definiendo a lo largo del libro es el de la sexualidad del protagonista. Su atracción por las personas de su mismo sexo se manifiesta ya desde la adolescencia. Recuerda que durante la lucha contra Batista, su Madrina ocultó a un rebelde herido. Al narrador le pareció "el hombre más bello y sexy del mundo", y cuando su novia fue a visitarlo sintió unos "celos enardecidos" que no se supo explicar. Durante varios años luchó con aquel sentimiento y las dudas no dejaban de asaltarlo: "¿Seré yo maricón?". La universidad también lo ayudó a aceptar su homosexualidad y a salir del armario. Descubrió allí que varios de sus compañeros eran abiertamente gays, y aquello le pareció fascinante. Por mediación de un amigo comenzó a visitar después los sitios nocturnos de Nueva York, y con la sinceridad con que aborda este y otros temas, confiesa que en los primeros años de los setenta llevó "una vida extremadamente promiscua". En el capítulo final cuenta que al mudarse a Boulder en 1991 conoció a su pareja actual. A esta relación, sin embargo, le dedica sólo unas líneas y explica por qué: "Pienso que no debo contar nuestra vida porque de tan buena puede parecer aburrida, aunque no lo es".

Acerca de este último punto, pienso que resulta pertinente destacar que El horizonte de mi piel no incurre en la imagen canonizada del homosexual como personaje maldito (Marlowe, Genet, Fassbinder, Pasolini, Arenas), ni en la de las "parejas ideales" de la mitología gay, dos aspectos que como bien señaló Terenci Moix han perpetuado, sin pretenderlo, la idea de lo excepcional. Bejel tampoco utiliza el libro para ejercer la militancia ni hacer labor de proselitismo. Para él su escritura significa un modo de trazar su autodescubrimiento, su trayecto formativo. Y aunque lo que realiza es, ante todo, un itinerario hacia el fondo de sí mismo, no puede escapar a las circunstancias orteguianas. Su historia personal se articula así a la de los dos países en donde ha vivido, lo cual le da matices de retrato generacional.

Eso no me hace olvidar, sin embargo, la perspectiva singular que le da al libro el hecho de referirse a las vivencias de un exiliado cubano que ha asumido su homosexualidad y cuyos criterios políticos además resultan discordantes en el discurso que domina en la diáspora. Algo que como se relata en El horizonte de mi piel le ocasionó al narrador algunos problemas. El más grave fue la oposición de un grupo de estudiantes de la Universidad de la Florida a que se le otorgara la permanencia como profesor, bajo el argumento de que era un izquierdista que apoyaba al régimen cubano. Ese incidente, por cierto, es contado con objetividad e inteligencia. Bejel no da cabida a los descalificativos, la maledicencia o el resentimiento. Aparte de dedicarle un capítulo, reproduce los artículos publicados en la prensa local, permite a éstos hablar por sí solos, y de ese modo deja que sea el lector quien valore los hechos y determine de qué lado estuvo la razón.

Quiero anotar, por último, que pese a haber sido escrito por un profesor y ensayista a quien se deben obras tan imprescindibles como Gay Cuban Nation, el libro objeto de esta reseña no es solemne ni petulante. Todo lo contrario, al novelar su existencia Emilio Bejel ha apostado por la sencillez confesional, la claridad estilística, la tersura comunicativa. Emplea también un humor que contagia pero no hiere, y que le sirve para humanizar y desacralizar al narrador/ protagonista. Y en resumen, quienes busquen un texto cercano y cálido tienen en El horizonte de mi piel una opción muy recomendable.


19 de Junio del 20

El PEN Internacional celebró su Congreso número 72 en Berlín, entre el 22 y el 28 del pasado mes de mayo, y como delegados del PEN de Escritores Cubanos en el Exilio, asistieron el poeta y ex preso político Ángel Cuadra, y el poeta desterrado Armando Álvarez Bravo, actual presidente de la institución.

En un artículo publicado en el periódico Diario Las Américas, en Miami, Álvarez Bravo se refiere a la eficaz labor contra la censura del PEN Club, que constituye a nivel internacional un respetado factor en la defensa de los escritores víctimas de la represión de los regímenes tiránicos.

Explica el escritor que la existencia del totalitarismo castrista en Cuba determina que no exista en la Isla una filial del PEN, pero desde hace siete años, se estableció un PEN de Escritores Cubanos en el Exilio, que participa activamente en las labores del PEN Internacional.

Álvarez Bravo afirma que el PEN funciona en Miami como un centro de confluencia de los escritores exiliados, y está volcado en la defensa de la libertad de expresión en Cuba. Eso se traduce esencialmente en un enérgico y constante apoyo a los escritores que son víctimas del castrismo.


By JOSE ANTONIO EVORA
El Nuevo Herald

Tomás Esson y Yamel Molerio son dos artistas cubanos llegados a Estados Unidos en momentos muy diferentes de sus vidas. El primero era ya un artista reconocido cuando se radicó en Nueva York en 1990. Molerio tenía apenas nueve años cuando vino en 1980; creció y se educó aquí, y aquí ha llegado a hacerse profesor del New World School of the Arts.

En algo se parecen, sin embargo: ambos dibujan, y sus trabajos no tienen nada de convencionales. Por eso Alonso Art los ha reunido en la exposición The Unconventional Drawing. Volume I, que permanecerá abierta hasta el 29 de julio en la galería de la calle 36 del NW.

Cuando se habla de la llamada Generación de los 80 en la pintura cubana, el nombre de Tomás Esson tiene que estar ahí. Aquel grupo tuvo la osadía de usar lo aprendido dentro del sistema de educación artística de la isla para decir lo que pensaba, primer síntoma de una herejía cuyo diagnóstico definitivo firmaron colectivamente los insubordinados al radicarse en masa fuera de la isla.

Hubo un cuadro de Esson, expuesto en una céntrica galería habanera, que usaba la imagen emblemática de Ché Guevara como fondo de una escena de dos monstruos fornicando, y otro de Fidel Castro con un grotesco tabaco eyaculante. Ni corta ni perezosa, la censura se puso a trabajar en seguida, porque aquello era un atentado a la moral pública. Que el disgusto de las autoridades viniera más por el uso de las figuras-fetiche de la revolución que por la descarnada elocuencia sexual, da una idea de cómo ciertos leit-motivs de la cultura cubana merecían ser ventilados en actos sacrílegos para desmantelarse en toda la dimensión de su hipocresía.

Entonces la política era a menudo parte inseparable de las recreaciones que hacía Esson de los atributos sexuales. Desde hace algún tiempo esos signos andan muchas veces solos, ajenos a monstruos y a figuraciones de todo tipo, y solos han llegado a armar un ente inédito, que es la suma de vaginas, penes, senos, anos, bocas y ombligos, con los cuales el artista se dispone a hacer también dibujos animados. Aunque se vea en ellos la consumación de la mirada lasciva de Esson, el ente en cuestión no es más que una nueva Jungla, como alguien le dijo y él repite sin asombro. Su propio orden de esencias, representado con la pleitesía que dan la virtud de poder dibujar bien y la capacidad de ser original. Véase Ya comenzó la fiesta (2006) para comprobarlo.

Es la persistencia de la mirada irreverente sobre los símbolos de cualquier jerarquía lo que le ha llevado a usar las banderas cubana y estadounidense para poblarlas de sus signos. En lugar de estrellas, ambas muestran el amuleto de Esson, tan recurrente en toda su obra y que él se hace reproducir incluso en trabajos de joyería. Este amuleto, semejante a la cornamenta de un toro, tiene su propia historia, que puede consultarse en el sitio de internet www.tomasesson.com, donde también abundan las reproducciones de obras antiguas y recientes suyas y mucho material sobre su carrera artística.

La educación y la vida en Cuba vacunaron a Esson contra el mesianismo, al punto de que cree profundamente en Dios, pero no reconoce intermediarios. Desconfía de los enviados ansiosos por dictar pautas, a despecho de la naturaleza humana. Esas banderas y flags, series llamadas así, en español y en inglés, y con cada pieza diferenciada por un número romano, son sólo una prueba. Lo que distingue a la irreverencia de la profanación es el vínculo emocional del autor con los elementos que usa para parodiar el signo. Una bandera cubana puesta a ondear en un acto político segregacionista representa menos la idea de Cuba que cualquiera de estas banderas de Esson.

Si sus trabajos recuerdan la caricatura en alguna medida, los de Molerio entran casi de lleno en ese campo. El primero se vale de lo que ha llamado wet drawing y wet painting (dibujo mojado y pintura mojada, con obvias connotaciones sexuales), que formalmente lo distancian de aquella técnica, aun cuando use la plumilla. Molerio, en cambio, rasga la superficie negra del scratchboard y saca sus trazos en blanco, pero el resultado es un primo hermano del dibujo humorístico, acaso con un fondo mucho más denso y entrañable.

Por haber llegado acá siendo aún niño, Molerio no recuerda muchas cosas y ha dejado de vivir otras en su país natal. Lo impresionante es cómo las memorias de la infancia parecen haberlo afinado en una dirección: la de reparar en el lado significativo de expresiones cuya riqueza pasa inadvertida para otros cubanos; los que las usan, precisamente.

Otra vez estamos ante la experiencia de cómo, al distanciarse, gana el individuo en capacidad de observación, porque repara hasta en las cosas más sencillas. Hay aquí una indiscutible devoción afectiva que Molerio ha sabido dosificar para evitarse melodramatismos y dejarlo todo en el plano creativo-referencial. De entre la aparente simpleza de su dibujo brota el ingrediente imaginativo de los dichos populares como algo pasado por alto, y en cuyo rescate viene alguien que lo echa de menos. Porque no son propiamente las frases las que le seducen, sino el brillo que esconde tantas cosas detrás de ellas, desde una calle y un olor hasta los ecos de voces desconocidas, pero jamás olvidadas.

jevora@herald.com

'The Unconventional Drawing. Volume I', exposición de 'Banderas, Flags y Wet Drawings' de Tomás Esson, y 'Dichos', de Yamel Molerio. Alonso Art, 181 NW 36 St., Wynwood Art District. De martes a viernes, entre 10 a.m. y 5 p.m. Hasta el 29 de julio. (305) 576-4142.


viernes, 16 de junio de 2006

Crítica literaria

Publicado el 16 de junio de 2006 a las 04:04 horas.

'El nido de la serpiente', de Pedro Juan Gutiérrez

Gabriel Ruiz-Ortega

Cuando hablamos de realismo sucio pensamos en los padres de las irreverencias que han forjado toda esta onda narrativa que ha sabido captar muchos adeptos, estos letraheridos forajidos vienen a formar un triángulo nominal, y dejo al criterio del lector la preferencia que pueda tener: Henry Miller, Charles Bukowski y John Fante. En Latinoamérica y España tenemos ejemplos que nos dan luces de que el realismo no sucio sigue más fresco que nunca. Vale decir que esta vertiente narrativa ha sido muy atacada, pero muchos de estos ataques no han logrado salir del terreno del prejuicio y la estolidez.

Pedro Juan Gutiérrez nació en Matanzas, Cuba, en 1950. Desde que tenemos conocimiento de su producción hemos sido testigos del torrente verbal con el que nos ha sabido envolver en sus historias. Este escritor tropical nos ha dado una imagen clara y desgarradora de lo que para muchos es el verdadero rostro de la Habana. La pobreza, la corrupción, el trago y el sexo han sido los motores temáticos que lo han terminado ubicando como el mejor representante del realismo sucio hoy en día en las letras castellanas.

Su obra referencial es Trilogía sucia de la Habana, la misma que lleva más de ocho ediciones. Es a partir de la lectura de los relatos que conforman este volumen lo que nos permite buscar y hurgar en la obra de Gutiérrez. Sin embargo, su última novela, El nido de la serpiente, sirve como extraordinario prólogo al Ciclo de Centro Habana, conformado por Animal tropical, El insaciable hombre araña, la ya citada Trilogía sucia de La Habana, Carne de perro y El Rey de La Habana.

Ni bien empezamos a recorrer las páginas de esta novela nos topamos con un Pedro Juan Gutiérrez que tiene quince años pero que debido a su talla y físico desarrollado, da la apariencia de tener veinte años. Vemos a un joven que busca hacer algo con su vida, o darle un sentido en medio de un ambiente marcado por la pobreza. Esto se hace patente desde la primera frase de la novela: " Yo quería ser alguien en la vida y no pasármela vendiendo helados" La vida de este personaje es marcada desde el momento que conoce a Dinorah, una vieja puta que marcará la vida del joven Pedro Juan, quien descubre el sexo y no duda en entregarse a él en plenas eclosiones hormonales que salpican semen en casi todas las páginas de esta novela. Pero esta historia narrada en un tono desgarrador y parco es también una crítica rotunda a los acontecimientos políticos que se estaban dando en la isla en la década del sesenta del siglo pasado. Ni bien el protagonista recibe la noticia de enrolarse al servicio militar obligatorio, lo cual es visto con excesiva preocupación por la madre de este, pero que el ya anárquico Pedro Juan lo toma como algo que ni le va ni le viene, es el conducto por el cual el narrador nos da una imagen pocas veces leída de lo que acaeció políticamente en Cuba. Vale anotar una de las escenas que está llena de humor, que indudablemente quedará en la memoria de la legión de lectores de este autor, en la que el protagonista, ayudado por un personaje secundario a quien se le llama el Gomo, fingen un caso de sonambulismo. Pero el Nido de la serpiente es más que una novela de aventuras picarescas, es también una novela de aprendizaje, y es a mi entender la búsqueda de una vocación la que nos permitirá entender el crisol en el que este referente narrador ha esgrimido una obra a la que siempre se tiene que seguir con atención. Nombres de escritores que son devorados por el joven protagonista, a quienes admira con desborde y compromiso, y que lleva en contubernio con el silencio, como muy bien lo podemos leer en esta conmovedora declaración: "La vida que me apasionaba era territorio oculto y prohibido para los demás. Era mi vida secreta".

Es menester mencionar las influencias estilísticas que están presente en esta novela. No es nada raro afirmar que el escritor Pedro Juan Gutiérrez sigue siendo tributario de sus maestros Hemingway y Capote, la precisión para las frases proviene de la parcela del periodismo. Y el mérito de este cubano está en haber asimilado dicha influencia para crear una propia, como tiene que ser.

En una entrevista realizada para este medio, Pedro Juan Gutiérrez declaró que le deja indiferente que lo cataloguen como el Bukowski tropical, y no puedo dejar de expresar mi extrañeza al ver que El nido de la serpiente arranca con un epígrafe del autor de La senda del perdedor. Pero seamos justos y claros, no caigamos en temores, hay que reconocer lo que es bueno siempre, y en mi caso personal, luego de haber leído casi toda la obra de Gutiérrez y Bukowski, puedo decir con conocimiento de causa de que el cubano se sitúa por encima del entrañable narrador norteamericano.

El nido de la serpiente no solo es una precuela del Ciclo de Centro Habana, es a mi entender, junto a El Rey de La Habana, lo mejor que Gutiérrez ha entregado a las imprentas.


miércoles, 14 de junio de 2006

SUJETO

By MADELINE CAMARA
Especial/El Nuevo Herald

La palabra poética del escritor cubano Manuel Díaz Martínez desborda el poema. Como otros grandes de la poesía hispana, pensemos en Machado o Darío, Díaz Martínez ha sido un lúcido cultor del ensayo. El que hoy comento tiene además un interés especial pues está concebido como una autobiografía del poeta. Acompañando, y definiendo al título: Sólo un breve rasguño en la solapa, encontramos entre paréntesis la palabra (recuerdos). Me detengo en ella porque la considero clave en la naturaleza autobiográfica del relato que la casa española AMG editor, en Logroño, tuvo la feliz iniciativa de publicar.

Hay seres que se realizan entregándose, compartiéndose con los Otros. Y cuando uso la mayúscula, significo lo que bíblicamente llamamos el prójimo. Manolo, como le llamamos los amigos, pertenece a este tipo especial de persona. Por lo tanto su biografía es un recuento de hechos de vida que nos lo muestran siempre en relación con su entorno, con los que amó y también con los que odió, o le odiaron, aunque a ellos les dedica mucho menos espacio.

Como le ha tocado vivir a través de tres momentos candentes de nuestra nación: república, revolución y exilio, las páginas del libro son lecciones de intrahistoria, permítaseme el uso del término unamuniano. Al mismo tiempo, son también lecciones de estética: sus definiciones de poesía, en especial las condensadas en las páginas 86-87 que cito de modo fragmentado por razones de espacio, son preciosas tanto para el especialista como para el iniciado.

``Ni la creacion ni la interpretación de un poema son actos gratuitos, incausados no hacemos ni leemos la poesia, ella nos hace y nos lee. Escribirla es el artificio de que disponemos para que quede un testimonio más o menos fiel de los abisales momentos en que somos poseidos por la realidad de realidades --realidad estrictamente humana-- que es la poesía''.

Perteneciente él a la llamada generación de los años 50, los recuerdos de Díaz Martínez sobre sus intercambios con el grupo deben formar parte de una historia alternativa de la literatura cubana, más detenida en vínculos humanos y literarios que en rupturas ideológicas, para la que traza pautas el celebrado congreso de la Universidad de Canarias, en homenaje a Díaz Martínez, Señales de vida. De estos segmentos del libro, aprecié enormemente sus memorias de un poeta ''maldito'', hoy casi olvidado en todas partes: José Alvarez Baragaño.

Como no es Manolo ni patético ni chismoso, pero sí sensible y ''dicharachero'', el relato se estructura alternando delicadas anécdotas sobre su familia y amigos cercanos, con otras de filoso contenido crítico sobre algunos personajes y momentos significativos de la vida intelectual cubana. Por la modestia y probidad que le caracteriza, para estas partes, por la que nos enteramos de escenarios inéditos del ''Caso Padilla'' o de la ''Carta de los Diez'', Manolo prefiere citar cartas, o recortes periodísticos, dando al lector información de primera mano que documenta el discurso de la represión y la respuesta del reprimido.

Muy distinto es el lenguaje para nombrar a los seres queridos: los padres, la bellísima esposa, Ofelia, las hijas, su amigo más entrañable, el poeta andaluz Fernando Quiñónez. Sólo la metáfora nos puede transmitir el amor, parece comprobarse aquí. Por eso recomiendo para completar estas vivencias del poeta la lectura de los poemas que a estas personas dedica en su antología personal Un caracol en su camino, publicada sobriamente por Aduana Vieja. A través de la imagen, al modo de Lezama, se comprenderá como el poeta ha sido mediante de la vivencia del amor en todas sus manifestaciones.

Ha advertido con razón el crítico Virgilio López Lemus que 1967 es un año que muestra un cambio en la poética de Díaz Martínez con su adscripción a la corriente conversacional. No es este el lugar para establecer una valoración comparativa entre este poeta y otros compañeros suyos de generación, la llamada de los años 50, que también practicó esa tendencia estilística. Pero quiero enfatizar que lo que distingue el coloquialismo en Manuel es una búsqueda existencial del sí mismo en el Otro mediante el diálogo.

Por eso en los momentos del desamparo total del exilio el poeta busca la plática con los que aún siguen acompañandole, con los Otros que amó y le amaron, pues ellos le permiten revelar poéticamente un ser que pareciera estar amenazado por la soledad, por las jugarretas que la incertidumbre de futuro nos juega a todos.

Emmnuel Levinas, empeñado en salvar la filosofía contemporánea de la crisis ética en que se encuentra, nos recuerda algo que halla eco transparente en la poesía que discutimos: ``Es banal decir que existimos en singular. Estamos rodeados de seres y cosas con las cuales mantenemos relaciones. A través de la vista, el tacto, la simpatía y el trabajo en común somos con los otros. En principio el YO no se crea a través de la primera persona, sino que se apoya para su existir en el mundo''.

Si aceptamos esta intención, digamos más bien justificación profunda, de la necesidad del conversar como un alcanzar al Otro en el Uno, se entiende el refinamiento estilístico de la lírica de Díaz Martínez que nunca carenó en el uso facilista del lenguaje popular que permite el coloquialismo.

Quien alcanza a ser en el Otro puede habitar de modo más pleno esa difícil circunstancia de ''la Intemperie'' que diría María Zambrano es todo exilio. ¿Será ese quizás el secreto que le ha permitido a Manuel Díaz Martínez hasta hoy vivir su exilio en España sin mostrar más que ``un leve rasguño en la solapa''?


By WILLIAM NAVARRETE
Especial/El Nuevo Herald

'Passe reecompasse I'

'Passe reecompasse I'

Desde 1960, año de su salida de Cuba, el pintor Joaquín Ferrer (Manzanillo, 1929) vive y trabaja en París. En la capital de Francia ha concebido lo esencial de su obra y un excelente muestrario de la misma que abarca el período 1970-2006 se exhibe hoy bajo el título de Parcours, en la galería parisina Les Yeux Fertiles, del barrio de Saint-Germain.

A lo largo de todo este período el arte de Joaquín Ferrer, ni heterogéneo, ni uniforme, expresa mediante una secuencia de indicadores visibles lo que permite definir su estilo personal y auténtico. Uno de esos indicadores permanentes es la estructura misma de las formas que se asemejan a laberintos lúdicos a la vez que dotan al todo de una simultaneidad de planos superpuestos en los que interviene la nitidez del color. Esos laberintos, similares a lingotes, barras, arcos en tensión, incluso a erupciones telúricas, son la caja de resonancia del fondo infinito, casi siempre dotado de la plenitud de un tono en apariencias sereno.

Las estructuras alambicadas se mueven dentro del espacio o quedan fijadas, como sucedería con la visión de un campo labrado desde las alturas, según se coloque el espectador. Entonces, se produce la fusión, deudora del arte de Ferrer, de expresión lírica y geometría espacial, en perfecta comunión y exquisito equilibrio.

Tal vez haya sido la presencia de esas formas racionales y espectrales a la vez lo que instara al artista Max Ernst a prologar y presentar, en 1968, bajo el signo de lo auténtico, la primera exposición personal de Ferrer en la galería parsina de Le Point Cardinal. Desde entonces no han faltado al artista las perspectivas críticas, donde cunde el entusiasmo, de parte de escritores franceses de renombre: Alain Bosquet, Lionel Rey (autor del libro Joaquín Ferrer: L'imaginaire absolu, publicado en las Ediciones Palantines, Quimper, 2001), Claude Bouyeure, y Jean Paget, entre otros.

La exposición retrospectiva en la galería Les Yeux Fertiles permite apreciar asimismo las obras más recientes del artista, entre las que se destaca la serie Passé recomposé que iniciara a partir de 2005. En ella, la renovación visible de la expresión plástica de Ferrer, ha hecho que el crítico Serge Fauchereau sitúe al artista en la estirpe de los grandes visionarios de la arquitectura espacial, donde no falta la invocación del maestro Piranesi.

Y es que a diferencia de obras como La nube ultrajada (2003) o Paisaje inspirado de una historia verídica (2004), en las que las figuras emergen para lanzarse a la conquista del espacio, en la reciente serie mencionada, el espacio, al igual que la arquitectura interior de un templo de la metafísica, ha invadido el lienzo para expresar la profunda reflexión en que se sumerge el arte del creador. Digamos, para entenderlo mejor, que Ferrer ha logrado adentrarse en el laberinto de sus formas misteriosas y sólo un hilo de Ariadna podría guiar al espectador por las múltiples galerías que como lazos se anudan y retuercen para formar un caleidoscopio de ideas, una revisión de todo lo que hasta hoy ha inspirado su arte.

Con Parcours queda la satisfacción del recuento de casi cuatro décadas de consagración a la pintura y un salto que hacia el futuro, como los conquistadores infatigables del espacio, sin importarle las barreras de la tierra, el mar o el cosmos, ha dado Joaquín Ferrer, para afirmarse, una vez más, como uno de los artistas cubanos de importancia capital para el entendimiento de arte mundial del siglo XX.


martes, 13 de junio de 2006


Foto: Héctor Gabino / El Nuevo Herald Posted by Picasa

Posted on Sun, Jun. 11, 2006.

IVETTE LEYVA MARTINEZ
Especial para El Nuevo Herald

Alejandro Chediak, el nuevo presidente de la Academia Americana de Medicina para el Sueño, es descendiente de una familia cubano-libanesa de prestigiosos médicos.

En los pasillos de su moderno Centro de Miami para Trastornos del Sueño cuelgan fotos del Laboratorio de Investigaciones Clínicas ''Chediak'' que tenía su familia en La Habana. El padre, Moisés, fue uno de los descubridores de una rara enfermedad de la sangre, el síndrome Chediak-Higashi.

Alejandro Chediak tiene vagos recuerdos de su infancia en la capital cubana: llegó a Miami en 1961 con cuatro años. Creció en Coral Gables, donde todavía vive, y estudió el bachillerato en un colegio americano en Suiza, complaciendo el deseo paterno de que recibiera instrucción en Europa.

A los 15 años ya había decidido ser médico. ''Antes quería ser ingeniero eléctrico'', recordó. ``Creo que al final he logrado unir ambas vocaciones, porque en la especialidad de trastornos de sueño se analiza la actividad eléctrica del cuerpo humano''.

Cursó estudios de medicina en la isla caribeña de Dominica, en la Universidad Estatal de Louisiana y en la Universidad de Miami, donde concluyó las especialidades en neumología y cuidados intensivos.

Mientras estudiaba se relacionó a un laboratorio montado por el Departamento de Neumología del hospital Mount Sinaí, dirigido a monitorear la respiración y analizar su relación con el sueño, algo muy novedoso para la época.

''Si ese laboratorio no hubiera existido, quizás no me habría especializado en trastornos de sueño'', consideró.

``Aprendí que la forma en que respira la gente ayuda a diagnosticar qué está ocurriendo con el sueño. Hoy se sabe que el mal dormir provoca disfunciones cardiovasculares y aumento de peso. Es un campo de la medicina relativamente nuevo, y es una invitación a estudiar, porque hay mucho por conocer todavía", agregó.

En 1989 Chediak se convirtió en el Director del Departamento de Trastornos de Sueño de Mount Sinaí. A fines de junio dejará sus obligaciones como neumólogo del hospital para dedicarse completamente a los pacientes con problemas para dormir.

En el 2004 abrió junto a la doctora Esparis el Miami Sleep Disorders Center (Centro de Miami para Trastornos del Sueño) en South Miami, en una antigua casa con patio interior, completamente remodelada.

Tiene cuatro habitaciones con baño que nada parecerían de un hotel de lujo, a no ser por la cámara de video que se usa para monitorear y analizar el sueño de los pacientes.

El trastorno de sueño más común en los pacientes de Chediak es la apnea, seguida por el insomnio y la narcolepsia. Para el especialista, el insomnio es el problema más difícil de tratar.

``A veces con cambios simples se puede lograr una mejoría, pero es un trastorno por lo general resistente, que obedece a factores múltiples. Se necesita conocer bien a los pacientes para poderlos ayudar. En ocasiones hay que remitirlos a otros especialistas, como sicólogos o siquiatras", comentó.

Después de 17 libros y monografías sobre los trastornos de sueño, el doctor Chediak tiene un interés especial en la educación médica.

El grupo que encabeza es el único acreditado en la Florida para formar a los nuevos especialistas de Trastorno de Sueño, y el médico considera que debe haber supervisión para determinar si se han logrado las metas de la enseñanza tanto a técnicos como a profesionales.

Una de las principales preocupaciones del nuevo presidente de Academia Americana de Medicina para el Sueño (AASM, por sus siglas en inglés) es que los centros dedicados a esa especialidad no necesitan estar acreditados para ejercer la práctica.

''La evidencia médica indica que los resultados son mejores en los pacientes que reciben tratamiento en los centros acreditados por la Academia Americana de Medicina para el Sueño'', afirmó. ``Para confiar en los resultados de un estudio es necesario tener bien definidos todos los parámetros de este, algo que la Academia hizo tiempo''.

Cuando el año próximo asuma su cargo al frente de esa institución, el doctor Chediak buscará convencer al gobierno federal y a las compañías de seguro sobre la necesidad de acreditación por la AASM y de mayores fondos para las investigaciones sobre los trastornos de sueño.

En el aspecto académico, el doctor Chediak considera que el principal reto consiste en cómo introducir más información sobre la especialidad en el currículo de los estudiantes de Medicina.

''Cada vez hay más información disponible, y a la vez queda mucho por investigar'', afirmó. ``Es una especialidad todavía joven y muy prometedora''.

IvetteLeyva@yahoo.com


Posted on Sun, Jun. 11, 2006

CARLOS RIPOLL

Cumple años en estos días de junio un histórico árbol de Miami. Con tierra de varios estados de este país, y la de varias naciones, lo sembró un grupo de mujeres de las Daughters of the American Revolution y miembros de la American Legion. Es la acacia que está en un parque de Coral Gables. Lo llamaron Arbol de la Amistad (Friendship Tree). Cuba fue el primero de los países amigos que trajeron tierra para la siembra, y la seguían China, Inglaterra, Francia, y México.

Al parque entonces lo llamaban Young Memorial Park. Ahora es la Castile Plaza, en la esquina de Granada Boulevard y la avenida Castile. Una placa de bronce recuerda allí la noble y olvidada ceremonia a la que asistió numeroso público. Se fueron nombrando los estados y los países que colaboraban en el acto, y la persona designada llevó un puñado de su tierra hasta el cantero de la siembra. Hubo discursos en favor de la ''unión de todos los pueblos de la tierra'', se cantó el himno America, se hizo una invocación religiosa y se leyeron versos.

Los Estados Unidos sufrían entonces momentos difíciles de la administración del presidente Herbert Hoover: el desempleo, la caída en la Bolsa de Valores a fines de 1929, la quiebra de los bancos. Era necesario fortalecer el patriotismo para evitar luchas sociales, que se mantuviera la fe en el sistema democrático. Fue por eso que trajeron tierra de Nashville, donde está enterrado el presidente Andrew Jackson; del Independence Square, de Filadelfia; y del Cook's Bridge, de Delaware, donde por primera vez se luchó por la libertad al amparo de la bandera americana. Como el Arbol de la Amistad quiso estimular la concordia, se regó la tierra de aquellos lugares con agua del río Jordán, símbolo de lo que hermosea y purifica. Bien entendida la amistad no es sólo el vínculo que une a personas que se conocen y quieren, es asimismo el que las une ante un problema común. Así tres bancos de piedra que parecen invitar a la meditación, y por ella a la fraternidad, rodean la acacia.

Al día siguiente, el domingo 15 de junio de 1930, The Miami Herald dio cuenta del acto con fotos de la concurrencia. En el mismo periódico aparecía la noticia de que 300 maestros cubanos se disponían a visitar varias ciudades de los Estados Unidos. Y toda una página estaba dedicada a promover el turismo de la isla: la encabezaba un titular en el que se leía: ''To Havana, the Ideal Summer Trip!'', y anuncios de hoteles, restaurantes y comercios: el Hotel Lincoln, ''muy céntrico, en Galiano esquina a Concordia''; el Hotel Isla de Cuba, con ''100 cuartos y 100 baños''; The Royal Palm, con habitaciones ''entre 2 y 3 pesos diarios''; el Astor, ''In the Heart of Havana''; el Bristol, con un ''Roof Garden with a Panoramic View of the Town, Harbor and Sea''. Y restaurantes: el París, en O'Reilly entre San Ignacio y Mercaderes; el Frascati, en Prado 91; el Parque Central, en la calle Zulueta: ''The Coolest Restarant''. Y tiendas: El Encanto, ''The Largest and Smartest Department Store in Havana''; Cuervo y Sobrinos, ''The Tiffany of Havana''; La Casa Quintana, ''A Veritable Museum of Art''; La Casa Grande, con ventas de ''Shawls, Perfums and Spanish Linens''. La fábrica de tabacos Partagás. La Optica El Almendares. El cine Prado, con ''Vitaphone and Movietone''. Y el anuncio de la Compañía Nacional de Aviación ofreciendo vuelos por $10.00 para ver La Habana desde el aire. Cuba y la Florida, hoy en unión de nostalgias y penas, estaban entonces unidas por lazos de amistad, fuertes como los brazos de piedra que las unen bajo la corriente del Golfo.

El árbol de Coral Gables, con parte de su raíz en tierra nuestra, parece taciturno y mohíno por la tragedia cubana. Un día, sin embargo, como alegres brazos al aire se han de alzar en prodigio sus ramas cuajadas de flores. Anunciará entonces la amistad que los tiempos exigen entre los Estados Unidos y Cuba, la amistad respetuosa y sincera entre sus pueblos.

A la acacia la llamábamos en Cuba ''piñón amoroso'', por la solidez de su semilla, el perfume de sus flores y la sombra de sus ramas. Sobre el puñado de tierra cubana debe hacer pronto su obra de amor ese árbol enteco y triste de Coral Gables.

sábado, 10 de junio de 2006


SALTILLO, COAH. JUNIO 9, 2006 (VANGUARDIA).- Un espectáculo que combina la danza clásica con la danza tradicional, el ejercicio metódico del ballet con la algarabía de los ritmos cubanos, y el gusto del baile con la historia de un pueblo, fue presentado por la Academia Cuba Dance en el Teatro de la Ciudad.

Para cerrar un ciclo, que inició el año pasado, Adrián Puig, creador de esta coreografía, presentó una propuesta que dio a conocer al público los orígenes de Cuba y la danza que caracteriza a la isla.

“El proceso de montaje lleva tiempo de maduración, primero surge la inspiración y la idea, después de eso viene escoger música y diseñar toda una secuencia de baile para que se narre una historia. En esta ocasión, el espectáculo contó a través de la música y la danza el desarrollo de la historia cubana”, precisó el también bailarín profesional.

“Entonces, mostramos el desarrollo del pueblo cubano desde la época precolombina, y a modo de introducción se presentó una pieza que narra cuando Colón llega a la isla”, comentó Puig.

Pero para el coreógrafo, el reto consistió en realizar un ensamble que mostrara los dos lados del baile, en uno, el rigor del ballet clásico, y en el otro, la calidez del baile cubano.

“Participaron alrededor de 60 bailarines; en primer término actuó la compañía de ballet clásico de la universidad, que contó la historia de la música cubana con pasos de ballet clásico y la academia Cuba Dance contó esta historia a la manera de Cuba, con los ritmos de los bailes tradicionales”, dijo entusiasmado.

Agregó que esta idea nació después de buscar propuestas innovadoras y, principalmente, para crear un público conocedor, “un público que con gusto asista a este tipo de eventos”.

Si bien la Academia Cuba Dance tiene poco tiempo, cerca de un año, Puig enseña ritmos cubanos desde hace ocho años.

“Con las señoras y los señores de Cuba Dance hicimos el montaje en un mes y con los muchachos de ballet clásico tomamos más tiempo, cinco meses”, precisó el cubano.

El estreno de este espectáculo fue el año pasado, en el Festival Internacional de las Artes 2005.

“De hecho, me tocó inaugurar el primer festival de las Artes con una coreografía basada en la música del Huapango de Moncayo”, recordó el coreógrafo.

Pero en esta ocasión, la presentación fue completa y ofreció al público una coreografía distinta en donde el público pudo disfrutar la conjunción de lo clásico con lo tradicional.

“Mi idea es que se apreciara un concepto donde aparecen el bailarín clásico y el tradicional, de tal modo que el público se puede identificar con el espectáculo y pueda pensar que también es capaz de bailar eso”, agregó.

Un espacio para distintas inquietudes

Adrián Puig comentó que la academia que él dirige ofrece un espacio para distintas inquietudes, tanto para quienes desean aparecer sobre el escenario, como para aquellos que desean ejercitarse a través del baile.

“El objetivo de Cuba Dance es brindar un espacio para que todo tipo de persona, no importa la edad, pueda ejercitar su cuerpo mediante un programa innovador que he implementado, que consiste en hacer ejercicio a través del baile, de los ritmos cubano”, precisó Puig.

Agregó que gracias a su formación de bailarín clásico, ha hecho una combinación de los ritmos cubanos con ejercicios. De tal manera que al mismo tiempo que la persona aprende a a bailar, está haciendo ejercicio y desarrollando la coordinación.

“Si alguien quiere participar en un espectáculo lo vamos hacer una o dos veces al año como el resto de las academias en Saltillo, pero si lo que desean es aprender a bailar, divertirte y hacer ejercicio, de forma diaria lo hacemos en la academia”, aclaró el cubano.

En cuanto a los pequeños, la academia tiene un espacio para los niños de cuatro años en adelante.

“La técnica que se imparte es la técnica cubana de ballet que actualmente es una de las mejores del mundo, y el termómetro para medir esto es que los bailarines que participan en concursos a nivel internacional como el de Jackson, Missisipi o Nueva York los han ganado cubanos. Actualmente dos de los mejores bailarines del mundo son cubanos, Carlos Acosta y José Manuel Carreño”, consideró Puig.

Respecto al panorama de la danza en Saltillo, Puig considera que existe un crecimiento palpable, pero que hace falta que las autoridades se involucren con las cuestiones artísticas.

“Llegué en 1994 a Saltillo y desde ese entonces, se ha dado un enorme salto, aunque todavía falta un poquito más de sensibilidad hacia el arte en aquellos que manejan todos los espacios culturales”, consideró.

“En la medida que nuestros gobernantes sean sensibles al arte, abran nuevos espacios y otorguen más apoyos a la cultura, el pueblo va a ser más culto, un pueblo libre”, finalizó.

viernes, 9 de junio de 2006

El Nuevo Herald


Eva Mendes
ARCHIVO. Eva Mendes
Posted on Fri, Jun. 09, 2006

By CHARLES COTAYO
El Nuevo Herald

La talentosa cubanoamericana Eva Mendes será la coestrella de Nicolas Cage en otra película basada en un personaje de los comics Marvel. Se trata del thriller fantasmagórico Ghost Rider, pautado para su estreno en el 2007, sobre un motociclista que permuta su alma por poderes sobrenaturales. Peter Fonda encarna al diabólico Mephisto. Mendes también forma parte del elenco de otra cinta en producción, We Own the Night, drama de crimen cuyo título huele a film noir, protagonizado por Joaquín Phoenix y Mark Wahlberg.

UP & DOWN

La taquilla está muy predecible últimamente: nada se mantiene en primer lugar por mucho tiempo, un indicador muy claro de la calidad del actual menú cinematográfico. No sorprendió que con todo el alboroto The Da Vinci Code se colocara en el primer lugar su primer fin de semana de estreno, ni que bajara rápidamente al segundo escalón la semana pasada, con el estreno de X-Men: The Last Stand, o que ésta ''superproducción'' fuera a su vez tumbada al segundo puesto el pasado weekend por la nueva comedia de Jennifer Aniston, The Break-Up, que ahora corona la lista de las Top 5 en Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, hoy llegan el dibujo animado computarizado Cars y el remake The Omen a los cineplexes. Podemos estar casi seguro que The Break-Up (#1), X-Men (#2), Over the Hedge (#3), The Da Vinci Code (#4) y Mission: Impossible III (#5) descenderán de sus ubicaciones.

REINA ELIZABETH

La actriz cubanoamericana Elizabeth Peña nació en Elizabeth, Nueva Jersey y se crió en Nueva York. Una de sus primeras películas fue la comedia independiente El super en 1979 y desde entonces no ha dejado de darle un toque de calidad y prestigio a todo lo que hace. Recientemente la vimos en un cameo en The Lost City, en la que interpreta a una miliciana que le prohíbe al personaje de Andy García usar un saxofón en su cabaret habanero. El año pasado su interpretación de la psicóloga Margaret en Transamerica, junto a Felicity Huffman, demostró el impacto que puede tener un papel pequeño interpretado por una eminente actriz. Pronto regresa en la aventura de ciencia ficción D-War, basada en una leyenda coreana sobre guerras con dragones, y en los filmes Goal! 2: Living the Dream y Goal! 3, junto al mexicano Kuno Becker, los próximos capítulos de la trilogía Goal! sobre el logro de sueños por medio del deporte.

EN GIRA

La mexicana Ana de la Reguera estuvo en el sur de la Florida esta semana promoviendo su primera película en inglés, Nacho Libre, una comedia en la que interpreta a una monja, junto a Jack Black (King Kong). La actriz nos contó en entrevista en el hotel Mandarin Oriental en Brickell Key cómo logró el codiciado papel de la Hermana Encarnación y el objetivo ideal de su creciente carrera artística, entre otros temas. Después de Miami, entre sus próximas paradas promocionales figuran las ciudades de Dallas y Houston, en Texas.

LOS TIEMPOS CAMBIAN

Hace 50 años, la película número uno en la taquilla nacional fue la muy reverente epopeya The Ten Commandments (1956), con Charlton Heston, dirigida por Cecil B. De Mille, sobre la vida del profeta judío Moisés y la liberación de los israelíes esclavizados por los egipcios. Hace 40, la cinta que más dinero recaudó en el box office estadounidense fue una épica versión del Génesis titulada The Bible (1966). Hace 30, la más taquillera fue el drama de boxeo Rocky (1976), con Silvester Stallone. Hace 20, el number one hit fue Top Gun (1986) con Tom Cruise, un drama de acción sobre pilotos chic. Hace 10, el campeón fue Independence Day (1996) sobre extraterrestres terroristas. ¿Cuál será el blockbuster del 2006?

ccotayo@herald.com


martes, 6 de junio de 2006

Posted on Mon, Jun. 05, 2006

ELENA KENNY

El Nuevo Herald

Después de ver el boom inmobiliario que generó Disney World en sus alrededores, la idea de un negocio de bienes raíces ''comenzó a rondar en la cabeza'' de Pedro Martin.

Corría el año 1971, y Martin era en ese entonces ingeniero industrial de la compañía Martin Marietta Corporation en Orlando, hoy Lockheed Martin, pero decidió que ese no era el mejor momento para realizar su sueño.

''Mis tres hijos estaban pequeños y tenía muchas obligaciones familiares'', contó Martin, hoy el presidente y director ejecutivo de Terra Group.

Tras graduarse en ingeniería industrial de la Universidad de la Florida (UF), Martin obtuvo su maestría en administración de empresas con honores en el Rollins College. Luego, se graduó en derecho con honores de la UF.

A Miami se trasladó en 1978, para unirse al reconocido bufete Greenberg Traurig, una firma que le abrió las puertas a los bienes raíces. En sus 28 años como abogado ha representado legalmente a grandes inversores inmobiliarios, desde desarrolladores de proyectos de Ritz Carlton y un grupo de banqueros españoles hasta Quik Park Joint Ventures en millonarias adquisiciones en la Ciudad de Miami y constructores de grandes proyectos de condominios en el sur de la Florida. Martin se separó de Greenberg Traurig por unos años, pero regresó en 1994.

El auge de los negocios inmobiliarios de los últimos años, ''que afectan a toda la economía, desde el sector construcción hasta la industria bancaria'', convenció a Martin que había llegado el momento de fundar su propia firma de bienes raíces. Y hace tres años fundó la empresa, inicialmente llamada Terra ADI.

Su primer proyecto fue Nautica, un complejo de 33 condominios de lujo en Miami Beach. La segunda apuesta fue al sur del condado Miami-Dade, pero esta vez se asoció con la empresa Archiplan, de Chile.

Juntos se propusieron desarrollar los dos primeros rascacielos de Kendall, el mayor dormitorio de Miami-Dade. En conjunto las torres Metrópolis I y II, construidas por la compañía Turner, suman 700 unidades, que a precios de preconstrucción costaban entre $170,000 y más de $400,000.

''Todo salió bien'', afirmó Martín.

Actualmente, ''estamos haciendo los cierres'' en Metrópolis I, para que sus futuros propietarios puedan ocupar los condominios en las próximas semanas, mientras Metrópolis II estará disponible en julio.

Para el abogado y contratista, el mayor atractivo de Metrópolis es que se puede ir a muchas partes caminando, por estar ubicado a corta distancia de Dadeland Mall, Publix, bancos, oficinas y metrorail. Además, no muy lejos se está construyendo lo que será el futuro downtown de Kendall.

La compañía, bajo el nombre de Terra Group y sus socios sudamericanos, también llevan grandes proyectos de condominios en el centro de la Ciudad de Miami: Quantum of the Bay, de 52 pisos --que esperan finalizar en el verano del 2007--, y 900 Biscayne Bay, previsto para el 2008.

Pero quizás los dos últimos proyectos de Terra Group son los que más han sonado en Miami-Dade.

Uno de ellos es el complejo de condominios de 62 pisos junto a la histórica Torre de la Libertad. La edificación construida en 1925 y sede por 35 años del extinto periódico Miami News, fue bautizada la Torre de la Libertad cuando, de 1962 a 1974, más de 400,000 refugiados cubanos, a su llegada de la isla, recibieron ahí comida, cuidado médico y ayuda para asimilarse a la cultura estadounidense.

Terra Group adquirió la Torre de la Libertad de la familia Mas, y desde que presentó su propuesta a la Ciudad de Miami para construir la torre de condominios encaró una fuerte oposición de la comunidad, especialmente de conservacionistas históricos como el Dade Heritage Trust. Pero, luego de donar la Torre de la Libertad al Miami Dade College y modificar el diseño del proyecto residencial, la Ciudad de Miami le dio la luz verde a comienzos del pasado diciembre.

En unos dos meses, Terra Group tendrá que presentar a la Ciudad uno de sus más ambiciosos proyectos de uso mixto, que planea realizar en 10 acres de terreno que rodean el edificio de Miami Herald Media Co., al lado del Centro de Artes Escénicas.

El grupo compró la propiedad por $190 millones a Knight Ridder, la casa matriz de The Miami Herald y El Nuevo Herald.

''Sobre este proyecto no puedo hablar mucho'', explicó Martín al referirse a la presentación pendiente ante la Ciudad de Miami.

En la búsqueda de otras oportunidades de crecimiento, Terra Group también unió fuerzas con la familia Mas para llevar a cabo una obra de 325 townhomes en el área del Doral, en la avenida 107 y la calle 74 del NW, cuya construcción comenzaron hace dos meses.

Martin, de origen cubano, se siente satisfecho con los logros obtenidos por Terra Group y de contar con un excelente equipo integrado por unos 60 colaboradores, entre quienes figuran ingenieros, administradores de construcción y contadores. Según el empresario, él y dos de sus hijos, que son ejecutivos de la compañía, han trabajado duro para lograr que los empleados se sientan también como parte de la familia.

''Mi hijo David es el director general y mi hija Annette es la directora de mercadotecnia y ventas'', dijo.

Con proyectos que suman unos tres millones de pies cuadrados, Martin cree que Terra Group tendrá suficientes negocios en marcha en los próximos dos años, aunque elude dar detalles financieros, mientras ``miran oportunidades para el futuro''.

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