13 de enero de 2007
Miguel Hernández/Corresponsal
La Habana, Cuba.- Tres campeones olímpicos de boxeo de este país desertaron en Caracas, en donde la selección nacional caribeña desarrollaba topes de preparación con púgiles locales de cara a las eliminatorias que se inician en febrero para el torneo de los Juegos Panamericanos de Río, trascendió aquí.
Se trata del superpesado, Odlanier Solís; el minimosca, Yan Bartelemí; y el pluma, Yuriorquis Gamboa. Los dos primeros, nativos de esta ciudad; y el tercero, oriundo de Guantánamo. Según rumores, podrían encontrarse en Miami. Hasta ayer se desconocían declaraciones públicas tanto de los púgiles que abandonaron el equipo como de funcionarios deportivos cubanos, a 72 horas de comenzar el campeonato nacional en la provincia de Sancti Spíritus, en el centro del país.
La selección nacional, compuesta por 12 boxeadores, estuvo encabezada por el único doble campeón olímpico en activo del boxeo no rentado, el gallo Guillermo Rigondeaux, proclamado el mejor deportista de Cuba en 2006 por su espectacular cadena de victorias seguidas -a punto de completar el centenar- y la conquista de varios torneos internacionales en la temporada.
Beisbolistas y boxeadores son los deportistas cubanos más asediados por los cazatalentos y promotores que los rastrean en cualquier sitio del planeta, ofreciéndoles jugosos contratos, en numerosas ocasiones vinculados a la "industria anticastrista" de Miami, han denunciado varias veces las autoridades cubanas.
"Aunque Cuba viviera una danza de los millones nunca podría confrontar a los americanos con dólares, así que hay que seguir confiando en los hombres", comentó un veterano entrenador en un pequeño gimnasio en el corazón de La Habana, mientras remendaba un par de guantes y una fila de seis niños de unos 10 años esperaban por subir al ring.
No obstante los continuos viajes al exterior y la constante presión de promotores e intermediarios, entre ellos algunos que se han aventurado a viajar a la isla en condición de turistas, no suelen ocurrir defecciones frecuentes entre los boxeadores, quienes en reiteradas ocasiones rechazan las ofertas a pesar de no estar exentos de limitaciones materiales.
En las contadas defecciones de seleccionados nacionales del boxeo cubano en más de 10 años, figuran la del crucero Juan Carlos Gómez (1994, en Alemania); el ligero, Dyosvelis Hurtado (1995, Miami); el gallo, Joel Casamayor; y el mediano, Ramón Garbey (1996, en Guadalajara); además de Joan Pablo Hernández (2004, Alemania). Casamayor fue campeón olímpico en 1992.
A pesar del contexto, las autoridades cubanas decidieron en marzo la asistencia de su selección al Primer Clásico Mundial de Beisbol organizado por las Grandes Ligas en EU, y el equipo antillano sorprendió con el segundo lugar, sin que ningún pelotero abandonara el plantel, no obstante el asedio de los scouts.
La deserción más sonada del beisbol ocurrió en octubre de 2001, en Saltillo, cuando el pitcher número uno del conjunto cubano, José Ariel Contreras, partió hacia EU con un contrato de 32 millones de dólares, para jugar con los Yanquis de Nueva York por cuatro temporadas, lo que algunos estimaron en ese momento como un fichaje sobredimensionado como "carnada" hacia otros serpentineros de la isla.
La pasada semana Contreras declaró que dejó en Cuba, específicamente en Las Martinas, una zona campesina en Pinar del Río, la más occidental de las provincias, a "una familia muy numerosa de la que siempre me voy a sentir orgulloso", de ocho hermanos, su madre, y 45 sobrinos.
Cuba no ha recibido nunca indemnizaciones a cambio de lo que sus autoridades consideran "robo" de sus deportistas, y aseguran que pese a la actitud de esos atletas, sus familiares en la isla no son discriminados de ninguna de las atenciones sociales gratuitas.
"Los peloteros y los boxeadores cubanos que llegan a Miami son como los tabacos, que todo el mundo los fuma, pero nadie pregunta quién los trajo", dijo un septuagenario que acababa de visitar a sus hijos en la Florida, mientras hacía ejercicios con otros abuelos junto a un edificio cercano al malecón habanero, aprovechando el sol veraniego que ha imperado en este invierno tropical.
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