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NORWALK, Connecticut (AP) - Se sienta en un banco de madera junto a la puerta con las manos inquietas y la mirada contenta. Frente a él se encuentra el producto de su trabajo del día hasta ese momento: pequeños paquetes de cigarros con más de 50 Robustos, Churchills, Coronas y dobles Coronas.
Alberto Hernández toma una bolsa de la que extrae una hoja húmeda de tabaco nicaragüense. Extiende y aplana la delgada hoja y le corta las secciones que no necesita con una navaja pequeña en forma de media luna llamada chaveta.
"Me traje esto de Cuba. La tengo desde hace 10 años", dijo Hernández, de 65 años, en la Fábrica de Habanos de Handford Place, donde ahora es la principal atracción...
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