WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
El periodista Fausto Miranda, una leyenda de la crónica deportiva cubana y uno de los fundadores de El Nuevo Herald, falleció ayer a los 91 años.
Con Miranda desparece la memoria viva de una época en la que el deporte emergió como factor de desarrollo social y modernidad, alimentado por mitos del esplendor de Kid Chocolate y Joe Louis, Juan Manuel Fangio, así como Babe Ruth y Lou Gehrig.
Y también un maestro de la estampa costumbrista, género que cultivó con pasión hasta los últimos momentos de su decursar profesional.
"Fausto Miranda fue uno de los grandes cronistas deportivos cubanos y de América Latina", comentó Roberto González Echevarría, catedrático de la Universidad de Yale y autor de La Gloria de Cuba. Historia del béisbol en la isla (2004). "Era un periodista que escribía con vigor, gracia y agilidad; muere un hombre bueno y dedicado, generosísimo a la hora de compartir sus testimonios, documentos y fotografías".
El académico recomendó que "alguien debía recoger sus columnas y hacer un libro para preservar algo de sus vastos conocimientos y opiniones". Miranda nació el 4 de julio de 1914 en el Central Chaparra, en el oriental poblado de Puerto Padre, donde transcurrió su infancia. Soñaba con ser abogado pero se vio obligado a dejar los estudios de bachillerato para comenzar a trabajar en el ingenio azucarero del pueblo por 30 pesos mensuales durante la época de zafra.
En el Chaparra fue estibador y pesador de caña, primeros oficios de un hombre que nunca escatimó esfuerzos para ganarse la vida, en Cuba o en el exilio, y supo desempeñarse también como vendedor ambulante, escribiente de notaría, guardia de prisión, trompetista, manager de orquesta, portero de edificio, mozo de limpieza, crítico de música americana, cronista social y reportero policial.
Aun sin cumplir los 20 años y por un golpe fortuito, Miranda comenzó a escribir en el Diario de Cuba, en Santiago de Cuba. Actuaba como anotador de un juego de béisbol y le llevó sus notas al corresponsal de ese periódico, Emiliano Espinosa, para que las incluyera en un reportaje.
Pero Espinosa lo instó a que escribira la crónica y la firmara como Fausto Miranda, Especial para Diario de Cuba, y así se publicó al día siguiente. "La noche que llegó el periódico y vi la crónica del Diario de Cuba con mi nombre, no dormí", recordaría Miranda años después.
En 1933 se trasladó a La Habana, donde sobrevivió ejerciendo disímiles oficios antes de instalarse en el periodismo, a inicios de la década de los 40. Su firma comenzó a cobrar notoriedad mediante la columna "Polvo de Estrellas", que le abrió una virtuosa carrera como cronista en las páginas de los diarios El Crisol, Información, Diario de la Marina y Alerta.
"Tengo un recuerdo muy especial de Fausto Miranda, porque lo conocí el primer día que asistí al estadio de La Tropical en La Habana [en 1945]'', contó el veterano narrador deportivo Felo Ramírez, miembro del Salón de la Fama del Béisbol de Cooperstown. "Desde entonces me abrió sus brazos con absoluta sencillez y nos hicimos amigos".
Ramírez expresó que Miranda fue "un pilar de la crónica deportiva cubana de todos los tiempos" y "un conocedor enciclopédico de béisbol".
Cuba era entonces una plaza orgullosa de la mejor crónica deportiva en el hemisferio, con nombres de la talla de Eladio Secades, Jessie Losada y Pedro Galiana. En 1948, Miranda fue nombrado director la sección deportiva de Alerta, al frente de la cual permaneció por 11 años. Simultáneamente, figuró como comentarista de la popular emisora radial COCO.
Siempre le gustó practicar deportes. Corrió los 100 metros planos, practicó la natación, jugó basquetbol y béisbol, pero confesaba que "era muy malo... muy malo en todo". La estrella de la familia fue su hermano Willy Miranda (1928-1996), quien jugó en Grandes Ligas e integró el equipo de los Yankees de Nueva York en las temporadas de 1953 y 1954. El destino lo situó como testigo de varios acontecimientos históricos en el deporte, desde el espectacular secuestro de Fangio en La Habana en 1958 hasta las memorables peleas de Mohamed Alí o el juego perfecto de Don Larsen frente a los Dodgers de Brooklyn en la Serie Mundial de 1956.
Miranda estuvo entre los contados periodistas hispanos que estaba en el Ebbets Field el 15 de abril de 1947 reportando el debut de Jackie Robinson como el primer pelotero negro admitido en las Grandes Ligas.
Fue justamente en la primavera de 1947 que Miranda asistió por primera vez a un juego en el Yankee Stadium de Nueva York, sede del equipo que admiraba desde su niñez. Un "flechazo definitivo" que evocaría en su libro de memorias beisboleras Yankees, en Nueva York y en todas partes, publicado en 1997.
En Cuba, además de cubrir las temporadas de béisbol amateur y profesional, Miranda perteneció a la Asesoría de Béisbol Amateur de la Dirección General de Deportes. A la hora de abandonar la isla, en 1960, figuraba como presidente de la Asociación de Cronistas Deportivos de Cuba, entidad desmantelada por el régimen revolucionario. Al llegar al exilio en Nueva York -donde vivió por 15 años- trabajó de portero antes de reintegrarse a las labores del periodismo como cronista del diario La Prensa. En esa ciudad trabajó además en el Canal 47, Radio X, la revista Gesto y la Agencia Noticiosa Francesa (AFP).
En 1975 se mudó a Miami, y un año después, el 15 de marzo de 1976, fundó las páginas de deportes de El Miami Herald, el antecesor de El Nuevo Herald. Entre las credenciales para obtener el empleo presentó fotos suyas con Joe Louis y con los célebres peloteros Stan Musial y Jackie Robinson. En esta ciudad también laboró como comentarista deportivo de WQBA-La Cubanísima.
Tras dirigir por casi 20 años oficialmente en 1995, aunque su laboriosidad periodística no se detendría. Cada semana su popular sección "Usted es viejo, pero viejo de verdad" continuó deleitando a los lectores de este diario con remembranzas de la Cuba republicana.
"Es algo que escribo con absoluta espontaneidad", relataba el cronista. "Es pura nostalgia cubana". El 12 de diciembre de 1992, al cumplirse 50 años de su permanencia en el periodismo, el condado Miami-Dade y las ciudades de Miami, Hialeah, Hialeah Gardens y Sweetwater emitieron proclamas declarando el "Día de Fausto Miranda".
Lo sobreviven sus hijas Isabel Fernández y Vilma Quintana, sus nietas Isabel Cristina y Marití, así como sus bisnietos Daniel y Samantha. Su esposa, Hilda, había fallecido anteriormente.
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