Paco González Paz. Nueva York (EEUU).
Jueves, 12 de octubre de 2006
El legendario Bebo Valdés abandonó Cuba hace 46 años y prometió no volver hasta que cayera el régimen castrista, pero el amor por la isla ha quedado patente en cada una de sus obras, especialmente en Suite Cubana, la más ambiciosa. Esa es la composición que Valdés presentará el próximo fin de semana en el prestigioso Lincoln Center de Nueva York, ciudad donde el músico cubano cuenta con un enorme reconocimiento y popularidad.
En una entrevista con Efe, Valdés explicó que Suite Cubana es, quizá, la pieza más compleja y ambiciosa de su carrera, pues recoge la mayor parte de los ritmos tradicionales de la isla, muchos de ellos ya en desuso. La obra, que tardó cinco años en componer y es interpretada por una gran banda de músicos, obtuvo dos premios 'Grammy' en el 2005, lo que supuso un nuevo espaldarazo a la revitalizada carrera del músico, que esta semana cumplió 88 años.
Según reconoce, la Suite Cubana es un "viejo sueño" en el que ha volcado su pasión por los ritmos de su país, del que salió hace 46 años y adonde nunca ha vuelto, porque así se lo prometió a sus padres antes de morir. "A Cuba, claro que volvería, y no tendría problema, porque soy ciudadano sueco", aclara Valdés, que ha pasado las últimas décadas en Suecia, donde se casó y ha tenido dos hijos.
"No es que no pueda volver, es que no quiero volver, porque mis padres me hicieron prometer que no regresaría hasta que acabara el actual régimen castrista", reconoce el músico con dolor, al recordar cómo sus familiares más cercanos han ido muriendo, los últimos de ellos, dos hermanos. No obstante, cree que si cambiará la situación política, iría a Cuba, pero solo de visita. "Las cosas han cambiado mucho, hace poco fue uno de mis hijos y me trajo fotos de donde nací, y no lo reconocía", apuntó.
Resurgió con Calle 54
Bebo Valdés espera con ilusión su actuación en Nueva York, donde solo ha actuado una vez en el pasado, hace dos años, en aquella ocasión con Diego 'El Cigala', con el que grabó el legendario Lágrimas Negras. Aquel disco, considerado el mejor del año por The New York Times, provocó un nuevo resurgir del músico cubano, a quien el cineasta español Fernando Trueba rescató en 1999 de su semi-retiro en Suecia para grabar Calle 54.
Fue el comienzo de una nueva vida para este músico alegre y jovial, que desarrolla una actividad poco frecuente para alguien de su edad. "En los últimos cuatro años he trabajado demasiado", reconoce, lo que le ha quitado tiempo para su gran pasión, la familia. "Los padres y los hijos son lo más sagrado para uno, son tu propia sangre. Eso es lo importante", apunta el pianista, padre de músicos de gran prestigio, como Chucho y Mayra, con los que ha realizado giras por España, y del percusionista Rickard, con el que tocará en Nueva York.
A Bebo Valdés, no obstante, no lo gusta hablar del futuro ni de proyectos a largo plazo. "Un hombre de 88 años, como yo, tiene que vivir al día, porque mañana no sé si estaré vivo o muerto. Mi futuro es hoy mismo, lo que hago hora", reconoce, con una sonrisa. Aun así, afirma que no deja de componer nunca, porque las melodías son "un espíritu que se aparece en cualquier momento, incluso durmiendo".
En sus dos funciones neoyorquinas, que tendrán lugar en la sala Frederick P. Rose Hall el 13 y 14 de octubre, actuará junto a la Afro-Latin Jazz Orchestra de Arturo O'Farrill, que está vinculada al prestigioso Lincoln Center. Tras este concierto Valdés se trasladará a Miami, donde actuará el 19 de octubre en el teatro Jackie Gleason.