ÁNGEL S. HARGUINDEY - Madrid
EL PAÍS - Cultura - 18-10-2006
Andy García - Foto de Archivo
El próximo 3 de noviembre se estrenará en España La ciudad perdida, el primer largometraje de ficción que dirige e interpreta Andy García (La Habana, 1956), con Inés Sastre, Bill Murray y Dustin Hoffman, entre otros muchos. Una sobria y elegante declaración de amor a Cuba, a sus gentes y a su música, como no podía ser de otra forma si añadimos que el guión es de Guillermo Cabrera Infante. La música popular cubana, las noches legendarias de La Habana no podían encontrar mejores cronistas de ese inmenso talento musical que tiene nombres propios: Cachao, Rolando Laserie, Beny Moré, Freddy, Bola de Nieve el Septeto Nacional de Ignacio Piñiero, Lecuona, Celia Cruz, Chocolate Armenteros y tantos compositores e intérpretes geniales.
Pregunta. El motor de la película, cuyo proyecto le llevó más de 15 años, fue Tres tristes tigres, la obra maestra de Cabrera Infante.
Respuesta. Ése fue el primer libro que yo leí de Guillermo y me gustó mucho cómo ambientó La Habana y cómo habló de ella. Cuando tuve la oportunidad de presentar ese proyecto a los estudios Paramount, y tengo que explicar que a los estudios hay que hablarles de una forma simple, les dije que la idea era una combinación de Casablanca y El Padrino pero en La Habana de finales de los años cincuenta, una historia de una familia de tres hermanos. También les expliqué que me encargaría de buscar un buen escritor porque yo ya tenía en mente a Guillermo, ¿quién lo iba a hacer mejor que él?
P. Desde que comienza la película ya se ve que ahí está la esencia de Tres tristes tigres.
R. Sí, tiene que estar. Hay muchos elementos de Tres tristes tigres que el propio Guillermo incorporó al guión, como también de Vista del amanecer desde el trópico. Nadie ha descrito mejor el mundo del cabaret, la vida nocturna de La Habana de esos años que él. La relación que tuve con Guillermo fue para mí una de las cosas más importantes de mi vida. Creo que ha sido la persona más inteligente, el mayor intelectual que yo he conocido en mi vida. Tenía un gran conocimiento de todo.
P. Es verdad, y además nada presuntuoso.
R. Nada en absoluto. Cuando le pregunté ¿cómo quieres que te ponga en los créditos?, me contestó: escritor cubano.
P. Sorprende su adoración por Cuba, por su cultura. La ciudad perdida es una gran declaración de amor a la isla aunque cuando usted salió con su familia tenía poco más de cinco años.
R. Yo me crié con una profunda nostalgia y amor por Cuba. Toda mi memoria y todo ese interés mío empezó desde muy joven, primero por la música y, después, por la fotografía, la literatura, la arquitectura, todo lo que era Cuba, y específicamente esa época de oro que eran los años cuarenta y cincuenta. Y eso se refleja en la película. Tenía el guión de Cabrera Infante, que era una biblia, y había que adaptar el guión y reducir esa biblia, porque la primera versión del guión era como para ocho horas.
P. ¿Ese gusto por lo cubano es también influencia de su padre, René García, El Alcalde?
R. Seguro. Vivíamos en la playa de Miami Beach pero vivíamos entre exiliados y, por supuesto, la cultura era muy cubana en la casa y entre los amigos, y judía-americana en la escuela. Creo que esa nostalgia, ese amor profundo que tiene el exiliado, es más profundo y más fuerte que el que tiene el que sigue en el país natal. La metáfora de la película es la de un amor imposible, que se refleja tanto en la relación de Fico, mi personaje, con su cuñada Aurora, como en la relación con su país.
P. Desde una industria muy menor como la española, sorprende el que usted, un actor de éxito en Estados Unidos, tardara 15 o 16 años en poder realizar su proyecto.
R. Pero el éxito como actor no tiene nada que ver con realizar un proyecto. En la industria del cine norteamericano nunca te explican claramente por qué te dicen que no. Te dicen, es muy interesante pero, mira, ahora mismo no es para nosotros. No explican directamente que les caíste pesado, o que el guión no sirve, o que no es comercial... mantienen un tono bastante diplomático. Pero, inclusive cuando la película ya estaba terminada, los distribuidores no le veían una salida comercial en absoluto.
P. Eso creo que lo comentó Bill Murray cuando leyó el guión; "Esta película no la va a ver nadie pero yo quiero participar en ella". ¿A qué atribuye esa resistencia del mundo de los distribuidores o de los productores?
R. Si tuviera la respuesta a eso me hubiera ahorrado muchísimo tiempo. No sé, en este momento los distribuidores americanos están tratando de encontrar la forma de atraer al público latinoamericano a los cines, no saben cómo llegar al público. Quieren pero no tienen la manera de cuajar ese negocio. Pero yo les decía, ésta no es una película para los latinoamericanos. Es una película normal y corriente. Cuando haces una película como El paciente inglés no se la quieres enseñar a los pacientes ingleses sino a todo el mundo. Yo no soy judío pero voy a ver La lista de Schlinder, me interesa el Holocausto. ¿Por qué una película sobre Cuba va a ser sólo para los cubanos? Es una película histórica, universal.
P. Histórica y universal pero también muy personal.
R. Bueno, yo soy producto de esa historia. Yo soy exiliado, de familia de exiliados, y la historia de la película es una metáfora de un amor imposible: ama su tierra pero no puede estar con ella. Y ése es el sentimiento que todos los exiliados tienen con su país natal, no sólo los cubanos. Hay un momento de la película en el que cuando Fico está pasando el control del aeropuerto para irse definitivamente, el miliciano que le registra la maleta le dice: "No te puedes llevar Cuba contigo", porque ve que se lleva sus discos, sus recuerdos de la isla, y le quitan algunas cosas y le dejan otras, las que no tienen valor para ellos. Pero eso le pasó a mi padre y yo lo vi como niño. Le quitaron lo poco que teníamos en ese momento, pero no le quitaron un disco de Beny Moré, porque no le veían valor a eso. Pues pese a que a Fico le dicen que no se puede llevar Cuba consigo, él se la lleva en su corazón. Se lleva Cuba con él y puede descubrir su cultura otra vez y echar p'alante, que ésa es la idea del guión de Cabrera Infante: que Fico, por fin, podía encontrar su cultura y reconstruir a su mundo, sus raíces, fuera de Cuba.
P. Hay un aspecto muy honesto en el filme porque se presenta una Cuba, una Habana, espléndida, con un excelente trabajo de decoración, de vestuario, y, en cambio, cuando Fico llega a Nueva York pasa directamente a lavar platos, no hay una mitificación del paraíso. La llegada de Fico a Estados Unidos es dura.
R. Bueno, eso lo hizo mi padre. Al llegar entró en una cantina, de ayudante. Un tiempo después, parece que el hombre de la cantina ya no quería trabajar más y mi padre se la compró, y bueno, no ahorrábamos mucho dinero pero comíamos bien, y todos los exiliados pasaban por la noche a casa, porque la comida no se podía guardar. Todos iban por la noche a recoger las sobras de la cantina. Pero mi padre no podía ni freír un huevo. Era un abogado que nunca ejerció porque fue alcalde toda su vida. Tenía también una finca en Cuba pero no sabía trabajarla.
P. ¿Qué siente un actor como usted dirigiendo a monstruos como Bill Murray o Dustin Hoffman?
R. Esta gente son colegas, amigos, yo les admiro muchísimo, por supuesto, son figuras grandísimas de la industria pero aparte son colegas, ellos están ahí por mí.
P. Pero, ¿mantuvo una relación clásica de director con los actores?
R. Cómo no. Desde el principio Dustin me dijo: "Tú me tienes que decir lo que quieres que haga...".
P. Aunque en su película la política no es el tema central, está presente a lo largo de toda la historia. La isla vivía la transición de una dictadura, la de Batista, a un nuevo régimen. Ahora, 47 años después de lo que se convirtió en otra dictadura, parecen crecer las expectativas de un nuevo cambio. ¿Qué opina de ello?
R. Sinceramente, no sé si va a haber cambios. Todavía está bajo una dictadura militar. Ojalá que haya cambios, yo rezo, tengo esa esperanza, pero no veo ninguna indicación. Hay un movimiento de disidencia en Cuba al que hay que darle voz. La democracia tiene que llegar pero no sé, sinceramente, qué va a pasar. Lo que sí creo es que el movimiento que lidere la vuelta a la democracia tiene que surgir de Cuba, no puede venir de fuera.
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