CAMMY CLARK / TMH
CAYO HUESO
Un jurado federal declaró culpable ayer a un inmigrante cubano de introducir a otros inmigrantes en Estados Unidos, pero lo absolvió de otros cargos más serios que implicaban la muerte de una mujer durante una persecución en alta mar.
De haber sido convicto por los cargos más serios, Amil González pudo haber sido condenado a cadena perpetua.
El jurado también encontró al joyero, de 32 años, natural de Santa Clara, Cuba, culpable de dar falsa información a los funcionarios de la justicia.
''Está choqueado'', dijo el abogado de la defensa Irving González (sin parentezco) refiriéndose a su cliente. "Él pensaba que, en todo caso, iba a ser culpable de dar información falsa''.
Los fiscales federales dijeron ayer que no sabían si esta era la primera vez que un inmigrante cubano que trataba de llegar a suelo norteamericano había sido convicto como contrabandista en el mismo viaje.
''Es insólito'', dijo Jay Tsai, un fiscal federal adjunto.
Antes que empezara el juicio, dos residentes de EEUU se confesaron culpables de sus papeles en el viaje de contrabando en el que 34 personas estaban en una lancha rápida hecha para transportar sólo 9 tripulantes.
Anay Machado, de 24 años, uno de los inmigrantes que la lancha recogió el 8 de julio en la costa cubana, sufrió lesiones mortales en la cabeza durante los 30 minutos de una persecución a alta velocidad en una mar picada. La lancha estaba tratando de llegar a los Cayos de la Florida antes que la Guardia Costera.
Heinrich Castill, de 28 años, y Rolando González, de 20 --la pareja que condujo la lancha desde Cayo Largo para recoger a los 32 inmigrantes cubanos-- se declararon culpables la semana pasada de los 68 conteos en la causa federal. Serán sentenciados el 8 de enero y afrontan una posible cadena perpetua.
R. Alexander Costa, un fiscal federal, dijo en una declaración que las convicciones de los tres individuos eran ``el fruto de nuestra decisión de terminar con el contrabando humano. Seguiremos investigando y encausando enérgicamente incidentes como éste''.
Tras hablar brevemente con sus abogados cuando se leyó el veredicto, Amil González fue devuelto a la cárcel del Condado de Monroe donde esperará su sentencia hasta el 8 de enero. No podrá asistir al nacimiento de su hijo.
Su novia, Juliet Escandón, que también era una inmigrante a bordo de la lancha, debe dar a luz en un mes.
González está afrontando una máxima pena de 10 años de cárcel por contrabando de extranjeros y cinco años por falsa información a la justicia.
El caso tuvo una característica insólita: todos los inmigrantes que participaron en el incidente fueron traídos a suelo americano el 19 de julio para servir como testigos.
En esa ocasión, el gobierno federal había dicho que el testimonio de los inmigrantes ante un jurado de instrucción sería crucial. Aunque el testimonio ayudó a conseguir un encausamiento y llevó a la convicción de los dos contrabandistas, ningún inmigrante testificó en el juicio.
La principal prueba del gobierno contra González era un cinta que lo mostraba en la consola central de la lancha con los dos contrabandistas convictos. Parecía estar señalando a otro inmigrante. El gobierno dijo que González estaba conminando al hombre para que sirviera como escudo humano frente a los motores. Posteriormente, la Guardia Costera inhabilitó uno de los motores con dos disparos.
González dio a las autoridades el nombre de su gemelo que vive en Miami-- y dos direcciones falsas, las mismas usadas por Rolando González, el contrabandista convicto.
''Era un caso serio y por eso fue llevado a juicio'', dijo el fiscal Tsai. "El acusado tuvo que responder a los cargos de haber introducido extranjeros de contrabando en EEUU. Nosotros aceptamos el veredicto''.
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