Posted on Sat, Dec. 30, 2006.
Esta pregunta está en la mente de muchas personas --inversionistas, funcionarios públicos, profesionales-- y del pueblo en general. Existen todo tipo de predicciones en relación a cuántos cubanoamericanos regresarán a Cuba una vez que el sistema actual sea abolido y Cuba sea libre y democrática, y qué efecto tendra en Miami-Dade, y en el estado de la Florida en general.
En realidad es muy difícil hacer estas predicciones ya que dependen de factores tales como el cuándo, cómo y el efecto emocional y psicológico sobre la población miamense.
Sin embargo, no hay dudas de que una porción substancial de la población regresará a Cuba. Otros harán negocios en Cuba así como en la Florida, así como muchos visitarán varias veces la isla antes de tomar decisiones de índole personal o comercial. Esta combinacion de posibilidades afectará a nuestra comunidad y el estado.
La depauperación, el desgaste, la carencia total de todo --energía eléctrica, viviendas, transporte, acueductos, telecomunicaciones, industrias, servicios, agricultura-- hacen necesario que una vez abolido el sistema actual en Cuba tengamos que volver a empezar, desde la nada, a construir Cuba de nuevo, como nación, como entidad social, económica y política.
Al comienzo, un proceso de esta naturaleza tendrá un efecto adverso en la economía local. Una vez pasada la primera etapa, y que la dinámica nueva de la economía cubana empiece y entre en una fase de recuperación y desarrollo, el efecto en la economía de Miami-Dade, y del estado, será extremadamente beneficioso. Todas las actividades relacionadas con el desarrollo económico de Cuba estarán vinculadas, directa o indirectamente, con la importación/exportación, y de ahí que se establecerá un vínculo muy fuerte y beneficioso tanto para Cuba como para la Florida.
El turismo norteamericano hacia Cuba volverá a ser de primera magnitud, siendo Miami y Fort Lauderdale, ya sea por cruceros, ferries o vía aérea, los sitios indicados para servir de enlace, o base, para dicho turismo. Esto es sin contar el enorme flujo de cubanos viajando entre ambos países.
También, y basado en que Cuba necesita ir hacia una industrialización rápida y el deterioro de los equipos en las industrias existentes, así como a lo obsoleto de las tecnologías y procesos utilizados en Cuba, se establecerá no sólo un comercio enorme entre Estados Unidos --desde Miami, Fort Lauderdale-- y Cuba de equipos, maquinarias, instrumentos, etc., sino tambien una transferencia de tecnología e información que hagan posible este desarrollo.
Como es lógico, todo esto partiría del sur de la Florida. Es decir, la Florida se convertirá en la fuente de adquisición no ya sólo de piezas, sino de tecnología y nuevas técnicas de administración y producción. Esta transferencia de tecnología e información se deberá hacer en forma tal que no sea competitiva con las actividades económicas de la Florida, sino que sirva de complemento a dichas actividades.
El establecimiento y desarrollo de una industria de alta tecnología en Cuba, que involucre la producción o ensamblaje de productos altamente sofisticados, tendría que hacerse en estrecha colaboración con firmas estadounidenses, que son las que poseen la tecnología adecuada. Miami, de nuevo, se convertirá en el centro de enlace entre Cuba y Estados Unidos para todo tipo de contacto tecnológico y científico.
Así podríamos ennumerar un sinnúmero de industrias y servicios que producirán un intercambio variado entre ambos países. Entre ellas la industria médica, los servicios de salud, las telecomunicaciones, la industria electroenergética, la bioingeniería, la genética, el transporte, etc. Al mismo tiempo, áreas de servicios, consultoría y cibernética.
Toda la infraestructura de Cuba tendrá que ser renovada o construida de nuevo. Energía eléctrica, telecomunicaciones, casas, transporte, acueductos y alcantarillados, salubridad, etc. ¿Y dónde están tanto los recursos como los expertos? En Cuba, Miami y la Forida. Todo esto habrá que hacerlo al unísono, es decir, desarrollo industrial e infraestructura. Tendremos que hacerlo aprendiendo y aprender haciéndolo.
El cubano tiene que aprender de nuevo que no existe nada gratis. Todo hay que pagarlo. El pueblo cubano lo ha pagado con dinero que no ha recibido, con trabajo voluntario, con impuestos, con racionamiento innecesario e indebido, con salarios miserables, con escuelas al campo, con un apartheid jamás experimentado en un país contra toda su población.
Ahora bien, todo esto implica también que la infraestructura y el enfoque industrial, comercial y tecnológico de Miami, y el la Florida, tendrán que ajustarse rápidamente para adaptarse a esta situación e impedir que otros estados de la unión tomen la delantera. La Florida debe empezar a prepararse ya para esta eventualidad y poder crear un sistema flexible que se adapte a las nuevas condiciones. Sí, habrá un Miami después de los Castro, y una Florida, aun más dinámicos y florecientes que en estos momentos.