Por Julio M. Shiling
Consistente con el surrealismo que en Cuba ha implantado el castrocomunismo, el organismo encargado de “guiar” la subyugada sociedad cubana, planteó que ha llegado el momento de parar las mentiras. No. No fue un chiste. Cuidadoso siempre de no transgredir los límites idiomáticos del momificado socialismo criollo, el Partido Comunista Cubano (PCC) mediante su órgano de proselitismo, el periódico el Granma, llamó a eliminar la “mentira”, “actitudes fraudulentas” y, entre otras cosas, “pelear contra la mentira y los mentirosos de adentro''. Nombres de acusados específicos no se ofrecieron. La ilegalización de la espontaneidad en los medios noticiosos cubanos asegura que algo se está tramando.
Ahora el tirano Castro (Fidel) anuncia su “renuncia” en un texto de 1030 palabras. “…no aspiraré, ni aceptaré…” (y lo repite), “el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe” (se le olvidó Secretario General del PCC). ¿Cuarenta y nueve años de sangre, miseria y dolor, y como obra ilusionista, se va? Bueno, él dice que no de todo. Piensa quedarse como “reflexionista” oficial de la Revolución (algo como un elder statesman dictatorial). Y sí, no faltaba ni aún en estos momentos, la incesante búsqueda de legitimación para su Constitución Socialista y régimen. También eso estaba en su “carta”. Más que una despidida (ojala fuera así), es la formalización de un intento de perpetuar el marxismo-leninismo en el Estado cubano. La mentira, como bien apunta el Granma, efectivamente, tiene penetrada la esfera gubernamental castrista. Pero no una porción de ella. Sino su universalidad...
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