LUIS E. RANGEL
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La sonrisa de Ileana Rodríguez es su carta de presentación para enfrentar los retos de la vida / JOSÉ A. IGLESIAS
Su carcajada parece inacabable. Su chispa incombustible.
Ileana Rodríguez asoma su sonrisa en cada frase, sin importar si las palabras que salen de su boca hablan de una terrible enfermedad que a los 13 años la azotó, pero no la asoló, y por el contrario, pareció que le insufló aún más las ganas de vivir.
Aquella chica, que en seis meses pasó de hacer ballet a quedar postrada en una silla de ruedas, se levantó y le quitó el polvo a un deporte que practicó cuando era niña en su natal Cuba que le permitió vivir un sueño que jamás hubiese imaginado: vestir la camiseta de Estados Unidos en unos Juegos Paralímpicos.