lunes, 3 de julio de 2006


Posted by Picasa C.W. GRIFFIN / The Miami Herald
MILES DE cubanos han escapado de la isla en los más inverosímiles objetos flotantes como este improvisado bote, que se guarda en el Museo Histórico del Sur de la Florida.Posted on Mon, Jul. 03, 2006

MARC CAPUTO / The Miami Herald
Cayos Marquesas


En este aislado atolón a 90 millas de la desesperación, veintenas de inmigrantes cubanos obtuvieron el derecho a quedarse en Estados Unidos cuando el bote en que venían tocaba tierra, y dejaban detrás todo un tesoro de botes muy navegables hechos de pedazos de metal y motores reacondicionados de automóviles de extrema complejidad.

Los cascos de las embarcaciones son hechos a mano y están rellenos de espuma sintética, los timones hechos de muebles de caoba y los cables de teléfono convertidos en cuerdas de velas, al artista Benjamin ''Dink'' Bruce, de Cayo Hueso, le parecen obras de arte, y en el invierno reciente tomó fotos de varias embarcaciones cuando muchos de los inmigrantes llegaron a estas playas.

Pocos han visto los botes porque generalmente llegan a lugares como éste, 23 millas al oeste de Cayo Hueso, y el Servicio Guardacostas de EEUU prontamente los utiliza para practicar el tiro y los hunde, para que no constituyan ``un peligro para la navegación''.

''Es increíble. Son la historia. Y se van a perder, posiblemente para siempre'', dice Bruce. ``Es fascinante ver el esfuerzo que han costado. He estado en Cuba muchas veces, y se puede ver lo desesperada que está la gente''.

Bruce, de 62 años, es hijo de Toby Bruce, que fue el brazo derecho del escritor Ernest Hemingway, y heredó el apodo y la pasión por Cuba del autor de El Viejo y el Mar.

En los próximos meses, la Sociedad Histórica y de Arte de Cayo Hueso planea exhibir algunas de las fotos de Bruce y los objetos que encontró, tales como zapatos y botas colocadas cuidadosamente en la arena por los inmigrantes para valerse de la política de asilo conocida como pies secos/pies mojados.

'Dejan los zapatos en la playa. Y están aquí, en EEUU. Son `pies secos' '', dice Bruce.

También han dejado detrás latas de Bill Beef, una carne procesada que trae etiquetas en cinco idiomas, pesos cubanos que no valen nada una vez que se sale de la isla, y hasta una estatua de la Virgen de la Caridad del Cobre que perdió la cabeza en la travesía.

No todo el mundo va a parar a los Cayos Marquesas en lentos botecitos. Algunos llegan en botes rápidos, algo que Bruce supone después de haberse encontrado un moderno Ubicador de Posición Global. Un amigo suyo de la oficina del alguacil copió las coordenadas y pudo ver que el aparato voló a La Habana y después regresó con rumbo norte a 25 nudos, acelerando a 40 nudos una vez que se alejó de las costas de Cuba.

Bruce también se las arregló para recuperar un botecito pintado de azul cielo, con una bandera estadounidense de 11 franjas y 18 estrellas. Pero el bote tiene 22 pies de largo y no se puede meter en la East Martello Tower de la sociedad histórica, donde ya hay en exhibición una desvencijada balsa que llegó en los años 60.

Claudia Pennington, directora ejecutiva de la sociedad histórica, dice que con el paso del huracán Wilma el museo se inundó con siete pies de agua, y no cuenta con fondos para mantener la embarcación. Según ella, las fotos de Bruce y los diversos artículos rescatados cuentan un relato que atraerá a la gente.

''Hay mucha que apoya ese espíritu, de querer irse de un lugar para vivir uno su vida'', dice ella. ``La gente muestra interés cuando ve los botes. Ven los objetos y tratan de hecer un relato con eso''.

En Miami, unos activistas habían planeado establecer un museo en la Pequeña Habana dedicado al éxodo cubano, pero los huracanes y la falta de dinero han aplazado la construcción, según informa el comisionado Joe Sánchez.

''Esto es histórico. Cuando alguien deja su país con medidas desesperadas y pone su vida y las de sus familiares en peligro, eso forma parte de una historia que hay que contar'', dice Sánchez. ``Lo mismo que con la esclavitud o el Holocausto, ahí hay una historia que le gente debe saber para que no se repita''.

El esfuerzo por hacer ese museo recibió impulso de la atención captada a nivel nacional por los llamados ''camionautas'', que en el 2003 fueron los primeros inmigrantes que cruzaron el Estrecho en auto: El Servicio Guardacostas los detuvo en un camión Chevrolet de 1951 que ellos convirtieron en bote. Otros llegaron en un Buick sedán de 1959 y en un Mercury de 1948.

mcaputo@MiamiHerald.com


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