By CHARLES COTAYO
El Nuevo Herald
La presencia de la mujer latina en Hollywood se puede medir de una manera muy precisa: antes y después de María Conchita Alonso.
Antes, la mayoría de las películas con mujeres de ascendencia hispana en papeles protagónicos reflejaban un aspecto estereotipado que hoy día llamamos cliché, pero en aquel entonces era una de las características primordiales que les abría las puertas de los estudios principales para trabajar delante de las cámaras: la chica exótica o ``mujer de fuego''.
En la década de los años 30, actrices de ascendencia mexicana como Dolores Del Río y Lupe Vélez, por nombrar dos de las más famosas de la época, que habían comenzado en Hollywood en la era del cine silente, representaban más bien a cuerpos y rostros hermosos y figuras glamorosas, la encarnación de una ''diosa mitológica'' que cautivaba la pasión del hombre ''blanco'' o ''anglosajón'' con un pestañazo. Hasta en musicales y comedias, el estereotipo de la voluptuosa femme fatale del sur de la frontera era demasiado evidente. Incluso, uno de los apodos de Vélez era el de la Mexican Spitfire. Por lo tanto, no sorprende que el mejor trabajo de Del Río lo lograse en su tierra natal
No fue hasta los años 50, con Katy Jurado recibiendo una nominación al Oscar a la Mejor Actriz de Reparto por Broken Lance (1954), que la percepción de la mujer latina evolucionó un poco con cualidades más dignas: fuerza y respeto. En esa década la puertorriqueña Rita Moreno comenzó en filmes como el musical The King and I (1956), en un papel menor y ''exótico'', pero con un nivel emotivo más fuerte y real. Moreno se convertiría en la primera latina en ganar un Oscar a principios de la década de los 60 por el musical West Side Story.
Tenemos que escarbar la memoria --o la internet-- para recordar a las actrices latinas, aparte de Moreno, que trabajaban con frecuencia en papeles principales en películas hollywoodenses en los años 70, quizás la década más notoria por la falta de verdadera presencia latina en roles buenos dentro de la industria cinematográfica de este país.
No fue hasta los 80, cuando la cubano-venezolana María Conchita Alonso logró su crossover que la presencia latina femenina volvió a cobrar importancia en la industria fílmica estadounidense. Por supuesto que Alonso representó el aspecto ''exótico'' y ''sensual'' de la mujer hispana, porque ella es una actriz completa, pero sus papeles no la limitaban a los clichés. En cintas tan diversas como Moscow on the Hudson (1984), A Fine Mess (1986), The Running Man (1987), Colors (1988), Vampire's Kiss (1989), The House of the Spirits (1993) y Caught (1996), demostró que poseía las herramientas de una actriz tan capaz como cualquier otra y que la mujer hispana podía ser tanto apasionada y vulnerable como inteligente y madura.
Este mes la infatigable Alonso forma parte del elenco de la comedia Material Girls, junto a Hilary y Haylie Duff y Anjelica Huston, y no ha dejado de trabajar porque su presencia, como toda una estrella, eleva hasta la más mediocre producción.
La filmografía hollywoodense de Alonso --con todos sus ups and downs-- tiene un valor histórico muy fuerte porque desde el principio fue una artista admirable que siguió abriéndole puertas a otras hispanas para poder entrar en el cine y convertirse en las superestrellas de hoy.
Sin Dolores Del Río, Lupe Vélez, Carmen Miranda, Katy Jurado, Rita Moreno y María Conchita Alonso, entre pocas otras, quizás no tuviéramos a Salma Hayek, Jennifer López y Penélope Cruz por mencionar sólo tres actrices de la nueva ola que siguen contribuyendo a la evolución de la mujer --y cultura-- hispana en la industria cinematográfica más desafiante del globo.
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