Por Luis de la Paz
Diario Las Américas
Ariel Remos
En el campo del periodismo en Miami sobresale la voz coherente del Dr. Ariel Remos, un cubano que se encuentra en el exilio desde los albores del comunismo en la isla y que ha sido orgulloso testigo de la huella profunda que los desterrados cubanos han dejado en este país, con su aporte a la política, la cultura y la economía.
El Dr. Remos es un hombre pausado, observador profundo y preciso en sus opiniones. Su larga carrera como periodista lo ha llevado al análisis profundo del acontecer local e internacional, con exámenes agudos, como cuando expresa que ha existido una “conspiración que promovía no la derrota del comunismo, sino la convergencia del comunismo con la democracia”, idea realmente perturbadora.
Sobre el largo exilio y las figuras ilustres que han dado realce a la cubanía, el Dr. Remos preparó recientemente el libro Raíces de cubanía, con 35 semblanzas de personalidades que han contribuido al concepto de lo cubano. Sobre estos y otros temas conversamos con él.
1.—Su libro Raíces de cubanía reúne semblanzas de 35 figuras ilustres en la vida cubana. ¿Qué lo llevó a escribir ese libro?
—Debido a mi trabajo periodístico, las semblanzas de Raíces de cubanía fueron hechas en distintas épocas, siempre por un motivo valedero: bien porque los méritos del personaje lo justificaron cuando fueron trazadas, como ante el hecho y la noticia de su muerte, o su exaltación, por algún motivo, confiada a mí por una institución. De esa forma reuní docenas de esas semblanzas que, al releerlas, me daba cuenta de que llenaban ciertos requerimientos de tono y estilo, muy cerca del ensayo, y juntas en un libro, podían quedar como ejemplo de una manera de reaccionar ante la adversidad, que puede estar en la esencia de la cubanía.
2—Hace unos días usted expresó que las generaciones van cambiando, pero que la cubanía es una, agregando que “su fuerza está en que es invariable y su esencia no está sujeta a cambios”. ¿Podría elaborarnos un poco más en torno a este concepto?
—Tal como manifesté en mis palabras de gratitud cuando la presentación del libro, hay en el título dos elementos básicos: cubanía y generación. El de cubanía es una abstracción y por tanto difícil de definir. Sin embargo, en principio podemos decir que es un concepto que está formado principalmente por un sentimiento de amor a la tierra natal y apego a ella, un sentimiento que nos hace pensar y actuar de una manera determinada propia de los hijos de esa Isla, donde se mezclan virtudes y defectos, predominando ciertos valores que lo identifican. Es una realidad caracterológica que no cambia. Sin embargo, la generación –en este caso generaciones– a las que está dirigida el libro, y como unidad de cronología histórica, cambian de planteamientos y focos de interés al paso del tiempo. Libros como Raíces de cubanía sirven de exaltación para que los valores de la cubanía sigan prevaleciendo.
3.—Usted es uno de los más respetados analistas sobre la realidad cubana. ¿Cómo visualiza el futuro de Cuba en relación a una democracia estable y perdurable en la isla?
—La experiencia comunista en Cuba ha sido una real hecatombe de la que es muy difícil predecir qué rumbo tomarán los cambios que deben producirse en el futuro. Es una realidad sumamente compleja por lo aguda que ha sido la fractura histórica y cultural producida por el comunismo. Sin embargo, pienso en la ley pendular, en la experiencia del pueblo cubano viviendo 48 años bajo las condiciones más degradantes de desprecio a la vida humana, anulación de la personalidad y pérdida de las libertades fundamentales. Es decir que, una vez que se ponga fin a la tiranía, es difícil que alguien hable de comunismo o marxismo, que no sea tomado como una maldición. El cubano girará inmediatamente al otro extremo del péndulo, hacia la libertad y la democracia.
4.—Usted es descendiente del Dr. Juan J. Remos una de las figuras más admiradas por la intelectualidad cubana; además, ha sido cantante, escritor, periodista. Quisiera pedirle que nos ofrezca una panorámica sobre lo que ha sido su vida.
—En ese orden de cosas yo he practicado lo que el filósofo Max Scheler entendía como apertura al mundo, o sea, hacer lo más amplia e intensa posible la experiencia existencial enriqueciéndola al máximo como si se quisiera absorber al mundo, de manera que facilite adquirir una cosmovisión desde la cual todas las preguntas encuentran respuesta. En el caso particular mío, sin dejar mi preferencia por la música, me he asomado también por vocación a otros panoramas como la filosofía, el periodismo y la ciencia política. En el orden humano aprendí de mis padres la fundamental misión de la familia, la preocupación por el prójimo, la disposición a servir en la medida que me lo permitan mis posibilidades. Puedo decir que he vivido la vida a plenitud, pero ha sido decisivo en ella un común denominador ético que mantiene limpia mi conciencia a toda hora. He llegado por eso a la conclusión de que no se puede vivir la vida a plenitud si no se añade a la vida útil la virtud de haber eliminado el daño a los demás.
5.—El exilio deja huellas dolorosas y amargas. ¿Cómo lo ha marcado a usted este prolongado destierro?
—Desde que llegué de Cuba hace 47 años, me preparé para lo peor. Muy pronto comprendí la existencia de la conspiración que promovía no la derrota del comunismo, sino la convergencia del comunismo con la democracia, o, más específicamente, de la URSS con EE.UU. Es por eso que el tirano ha durado 48 años en el poder. Esa convicción me preparó para convencerme también de que la lucha sería larga y por dónde había que atacar al enemigo. Desde luego el enemigo era muy fuerte (EE.UU. y la URSS) y lo nuestro eran salvas intrascendentes. Creo que las huellas dolorosas y amargas que pudieran agriar más este destierro fueron neutralizadas por esa convicción. Mi creencia de que estoy en la verdad, ha sido como una descompresión que me ha permitido vivir mi vida con más intensidad y complacencia.
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